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Miércoles 18 de Septiembre 2013, por Prem
    Rawat. 
 
    Todo el mundo tiene sueños. Afortunadamente, la realidad es más hermosa que
    cualquier sueño. 
 
    Siempre, a través de los siglos, ha habido alguien que ha declarado en tono
    alto y claro: “Lo que estás buscando está dentro de ti. Tu verdad está
    dentro de ti. Tu paz está en tu interior”. 
     
    El deseo de sentir todo eso es a lo que yo denomino sed. Todo ser humano
    tiene una sed innata, simple y real. Sed de paz, de alegría, de satisfacción.
    Sed de algo que ya existe en nuestro interior. Tenemos sed de sentir paz,
    de sentir plena satisfacción. 
     
    Es posible experimentar la paz que reside en el corazón al margen de las
    circunstancias personales. Ricos o pobres, buenos o malos, acertados o equivocados,
    felices o desdichados, todo ser humano posee ese derecho inalienable. 
 
     
    En el fondo la vida es sencilla. 
     
    Este aliento es sencillo. El Conocimiento es muy sencillo. 
     
    Y comprender el Conocimiento es muy, muy sencillo. A veces la sencillez no
    consiste en hacer, sino en deshacer. No es un proceso de aprender, sino de
    desaprender, de descubrir lo que ya está ahí. 
     
    No se trata de introducir nuevos elementos. 
     
    Se trata de apartar los elementos innecesarios, de eliminar lo superfluo.
    Del mismo modo que cuando un escultor va quitando los pedacitos que cubren
    la figura oculta en la piedra lo que emerge es una hermosa forma, lo que
    queda al descubierto en este caso es un diamante precioso, resplandeciente:
    la vida misma. 
     
    En este viaje, el único esfuerzo que se requiere es prestar atención,
    comprender y aspirar a encontrar ese lugar que está dentro de ti. 
     
    Todos los viajes que hemos emprendido en nuestra vida nos han alejado de
    nosotros mismos. 
     
    ¿Hacia dónde conduce este viaje? A la experiencia interior. Es un viaje de
    vuelta a ti, exclusivamente a ti. 
     
    Por eso este viaje no sólo es hermoso y placentero, sino que supone además
    el descubrimiento más fascinante. 
     
    El viaje del Conocimiento tiene como propósito disfrutar del viaje en sí. 
     
    La meta no es aprender las técnicas del Conocimiento, sino disfrutar de
    esta vida, disfrutar de cada aliento, de cada día de tu vida. 
     
    El viaje mismo es el destino. 
     
    Éste es, en efecto, un viaje para toda la vida. 
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