25 de noviembre de 2017

El yeti


En las montañas del Tíbet, un explorador buscaba con ahínco la pista del abominable hombre de las nieves. Tras llegar a un poblado muy humilde, preguntó a todos los habitantes del lugar si habían visto huellas o rastros del legendario yeti.
Un muchacho le dijo: “El que puede saber algo más sobre el yeti es el Maestro. Yo lo acompañaré hasta él”.
Después de caminar durante dos horas por un territorio inhóspito, el explorador y el joven llegaron a la cabaña del Maestro.
– ¡Oh, amable señor! ¿Has visto huellas del yeti? ¿Sabes alguna cosa de él?
– Por supuesto que sí. Es más: conozco la cueva donde se refugia. ¡Vamos! ¡Deprisa! ¡No te quites el abrigo! Te llevaré a ver al yeti ahora mismo.
El explorador, que nunca había creído verdaderamente en la existencia del hombre de las nieves, empalideció y con la voz cortada por el miedo, le dijo al viejo: “En verdad, no busco a yeti. Solamente busco sus huellas”.

Muchos transitan el camino por inercia, costumbre, novelería o moda, pero no están convencidos de la importancia de una verdadera transformación. De este modo, quedan a mitad de camino, contentándose con analizar las huellas cuando lo verdaderamente importante es el yeti.


No hay comentarios:

Publicar un comentario