Carolina Goldsman
ELCIELOLATIERRAYYO
Hola , ✨
Hoy quiero confesarte
algo.
Necesito abrir mi
corazón y decirte algo que hace tiempo llevo adentro.
Tal vez ya lo notaste:
no publico en redes
sociales como antes.
Hubo un tiempo en que lo
disfrutaba mucho.
Compartía textos,
reflexiones, imágenes simbólicas y mi arte inspirado en lo arquetípico.
Era un modo de extender mi mundo interior hacia afuera.
Una forma auténtica de
crear y conectar.
Pero algo empezó a
cambiar hace unos años...
Después de la pandemia
—creo que fue en 2022—
empecé a sentirme
“censurada”.
Primero fueron los
consejos de algunas personas que se dedican a las redes:
“Lo que escribís es
hermoso… pero ahora nadie lee.”
“Probá con un reel con
música pegadiza.”
“Tenés que actuar un
poco más, mostrar tu cara, crear tu personaje…”
Después vinieron los
algoritmos,
los gurús del marketing,
las agencias con
fórmulas mágicas...
Me dijeron que lo
simbólico era “difícil de entender”.
Que si no hacía videos
selfies, no iba a crecer.
Que la autenticidad
estaba bien, pero que primero había que llamar la atención.
Y ahí empezó la lucha:
Una lucha interna entre
ser fiel a mí misma o desnaturalizarme para pertenecer.
Durante un tiempo
intenté adaptarme...
Pero la verdad no pude
sostenerlo.
Porque cuando la
creación se vuelve estrategia vacía, algo adentro se apaga.
Entonces me di cuenta:
Yo no estoy dispuesta a
apagarme.
Ni a fingir.
Ni a volverme un
personaje.
No busco seguidores.
No busco likes.
Busco verdad.
Y si...
Las redes sociales me
aburren.
Y no porque no entienda
cómo funcionan,
sino porque entiendo
demasiado cómo nos desconectan.
Nos hacen creer que si
no mostramos algo fantástico, no existimos.
Que si no gustamos, no
valemos.
Pero, ¿qué pasa con lo
que no se muestra?
Con lo que no da likes,
pero transforma.
Con esa parte nuestra
que está en proceso,
que no es perfecta, pero
es real.
¿Cuánto vale tu
intimidad?
Te lo digo con el alma:
yo no vine a este mundo
a sostener una máscara...
sino a descorrer todos
esos velos y revelar el ser.
Trabajo con personas que
también están hartas de los personajes simpáticos en redes,
Y que se esfuerzan por
ser personas auténticas en su vida real.
Y por eso escribo estos
correos.
Porque la palabra
escrita tiene algo que no tienen las redes:
tiempo y espacio.
Espacio para pensarte.
Tiempo para escucharte.
Para reflexionar.
Para cuestionarte con
honestidad.
A mí me salva escribir.
Y si vos estás leyendo
esto,
creo que a vos también
te hace bien esta pausa.
La escritura me devuelve
el sentido.
Me trae de vuelta a
casa.
Me recuerda quién soy y
por qué hago lo que hago.
Trabajo con astrología
terapéutica, psicología simbólica, escritura del alma
y herramientas
psicoespirituales que no buscan embellecerte,
sino despertarte...
recordar...
Eso sí: no es para
todos.
Es para quienes están
cansados del disfraz
y saben que para crecer
en grande lo primero es el trabajo interior.
Para quienes tienen el
coraje de mirar adentro,
y descorrer sus propios
velos,
y asumir el propio poder
para la autorrealización.
Gracias por elegirme
como parte de tu viaje.
Seguimos en contacto por
acá.
Porque mientras muchos
gritan en las redes,
yo prefiero susurrarte
desde el alma.
—Carolina
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