por cristinalaird
Los eclipses nunca llegan en
vano. Son portales que apagan la luz del Sol o de la Luna para revelar aquello
que se oculta detrás del resplandor cotidiano.
En este Septiembre, sus sombras no son suaves: vienen cargadas del peso de
antiguas heridas, de venenos que piden ser mirados, de promesas incumplidas que
exigen justicia.
Los dos eclipses de
Septiembre, comienzan con el Eclipse Total de Luna del 7 de Septiembre, en el
signo de Piscis, o mejor dicho en la angularidad Piscis-Virgo, por donde
también viajan los Nodos Lunares, de allí que tengamos eclipses. Este eclipse
resuena con el de Septiembre del 2024.
El próximo es el Eclipse
Parcial de Sol del 21 de Septiembre del que escribiré más tarde.
Lo más llamativo de esta Luna
Llena eclipsada es que las dos luminarias (el Sol y la Luna) se encuentran muy
cerca de los Nodos, de allí el hecho que es un eclipse Total de Luna. Pero por
supuesto hay mucho más, ya que el Sol está junto al Nodo Sur y a Orcus y la
Luna junto al Nodo Norte que forma conjunción con Nessus.
Orcus es un objeto transneptuniano (TNO),
descubierto en 2004 por el equipo de Michael Brown.
Es un “plutino”, porque como
Plutón orbita en resonancia 2:3 con Neptuno (da
2 vueltas al Sol por cada 3 de Neptuno).
Su órbita es casi un espejo de
la de Plutón: cuando Plutón está en un extremo del sistema solar, Orcus suele
estar en el otro. Por eso a veces se le llama el “anti-Plutón”.
Tiene una gran luna
llamada Vanth, que llama la atención porque Vanth es una diosa
etrusca del inframundo que guiaba a las almas después de la muerte.
En la mitología romana, Orcus era un
dios del inframundo, a veces identificado con Plutón/Hades, a veces considerado
una figura distinta. Estaba asociado con los juramentos, los castigos y la
ruptura de promesas. Quien juraba en falso caía bajo el poder de
Orcus. Su nombre dio origen a palabras como ogro y orco. A diferencia de Plutón, que reina soberano en el
Submundo, Orcus representa el rostro más temible: el castigador del perjurio y la transgresión moral.
Su simbolismo astrológico, al ser un planeta recientemente nombrado, se
está explorando todavía. Algunos temas que surgen son:
La integridad de la palabra y
el juramento: cumplir las promesas y
afrontar las consecuencias de romperlas.
Contratos ocultos: acuerdos kármicos, compromisos a nivel del alma.
La sombra del poder: donde tememos el castigo o donde nos castigamos a
nosotros mismos por “romper las reglas”.
Espejo de Plutón: si Plutón se centra en la supervivencia, el deseo
y la transformación, Orcus parece hablar más de las leyes del alma, de aquello que no puede romperse sin
consecuencias.
Con Vanth como su luna
compañera, Orcus también apunta hacia la guía de las almas y
la necesidad de enfrentar las verdades sombrías con un acompañante. Es como el
gemelo austero de Plutón: menos pasión y poder, más justicia, juramento y
destino.
La Luna va acompañada de
Nessus con el Nodo Norte: «El pasado emerge»
Justo cuando la Luna ilumina
la compasión universal de Piscis, Nessus, el centauro
de la traición, el abuso y la memoria kármica, quien con su astusia causa la
muerte del gran héroe, Hércules, se encuentra conjunto al Nodo Norte y
viene de pasearse de la mano con Saturno por un par de años. Estamos siendo
arrastrados, quizá no con suavidad hacia una confrontación colectiva con
aquello que ha quedado supurando en la oscuridad. Nessus no susurra. Nos
arrastra hasta el lugar de la herida que nos moldeó. No para castigarnos, sino
para decir:
“Mira. Has sobrevivido. Ahora decide: ¿vas a sanar o vas a repetir
el patrón?”
Esto no es una simple
venganza. Es un ajuste de cuentas sagrado, una
oportunidad de cerrar una historia antigua, quizás de siglos, de una manera
nueva. Si existe algo como la justicia arquetípica, este es su aliento,
llenando nuestros pulmones y corazones con un coraje que no sabíamos que
teníamos.
Los Centauros como Mensajeros
del Umbral son protagonistas de
estos eclipses.
Kirón, Nessus, Pholus, Ixion
son seres híbridos — mitad animal, mitad humano — que habitan en el espacio
liminal entre el instinto salvaje y la mente consciente. Astronómicamente
también son migrantes, orbitando entre Júpite-
Saturno y Plutón, a veces cruzando la órbita de Saturno. Encarnan la transición, la ruptura y la iniciación.
Cuando entran en alineaciones
fuertes, sobre todo con los Nodos y con
arquetipos disruptivos como Eris, pareciera que
el Cosmos nos susurra: “Presten atención: la medicina
salvaje está aquí, la herida no puede ser negada, el veneno ancestral debe ser
enfrentado.”
La situación actual en el
mundo parece se parte del guión que las tres conjunciones de
Centauros en este momento. Las guerras que están ocurriendo son
motivadas por dolores antiguos, ancestrales, más que por problemas reales del
presente.
Tres conjunciones de Centauros
en este momento son:
Nessus–Nodo Norte (opuesto al
Nodo Sur)
El destino colectivo nos
obliga a mirar de frente ciclos de abuso, corrupción y
traición a la confianza en todos los niveles: personal,
familiar, político, planetario.
En el Nodo Sur surgen los
viejos karmas tóxicos; en el Nodo Norte, la tarea es romper el ciclo conscientemente.
Kirón–Eris
Kirón, el sanador herido, se
une a Eris, la diosa de la discordia. Aquí, la herida se revela a través
del conflicto y la disrupción.
Eris no permite que lo
excluido o lo silenciado permanezca en las sombras. Con Kirón, esto sugiere que
la sanación de las heridas colectivas debe pasar por
reconocer esas voces y traumas negados.
Esta conjunción representa la
guerra anti-inmigrante que vemos en todo el mundo.
Pholus–Ixion
Pholus es el centauro
del “pequeño gesto que desencadena grandes consecuencias”,
el que abre la jarra de vino y desata lo incontrolable. Nos revela «la locura» familiar, ancestral.
Ixion representa la
transgresión, la violación de la ley sagrada (traicionar la hospitalidad de
Zeus, intentar seducir a Hera).
Juntos nos dicen que un
disparador mínimo puede desatar violaciones y transgresiones ocultas en el
tejido colectivo. Lo tolerado o negado durante generaciones ahora se desborda.
Todo esto sucede mientras los
“dioses lejanos” cambian de signo:
Júpiter en Cáncer: amplifica temas de hogar, pertenencia, la nación,
nutrición.
Urano en Géminis: revoluciona la comunicación, el conocimiento, la
movilidad y la tecnología. nos enseña a adaptarnos a la diversidad.
Neptuno en Aries: inicia un nuevo impulso espiritual, pero también
confusión sobre violencia, guerras e idealismos. Confusión ideológica.
Plutón en Acuario: transfiere el poder a colectivos, redes y
tecnologías. Nos traerá los robots.
Haumea en Escorpio: regeneración a través de las verdades profundas
sobre sexualidad, fertilidad y muerte.
Sedna en Géminis: la voz de lo silenciado, el trauma ecológico, la
memoria ancestral femenina que exige ser escuchada.
El hecho de que tantos cuerpos
celestes crucen umbrales al mismo tiempo nos dice que no solo cambia una
época: estamos cambiando el guion mítico de la civilización.
Resonancia con 1860–61
En aquel entonces, también
estaban Júpiter en Cáncer, Urano en Géminis y Neptuno en Aries.
El mundo estaba al borde de guerras civiles, emancipaciones
y transformaciones radicales del tejido social (como la Guerra
de Secesión en EE. UU., pero también movimientos revolucionarios y
unificaciones en Europa, Guerra entre Siria y Líbano, en Prusia).
La resonancia con nuestro tiempo apunta a otro momento de fractura profunda, donde se redefinen libertad,
igualdad y pertenencia.
El Mensaje de los Centauros
Hoy
Los centauros parecen gritar,
en su lenguaje salvaje y divino a la vez:
Mira la herida, no apartes la
vista. (Kirón–Eris)
Reconoce el veneno, rompe el
ciclo. (Nessus–Nodos)
Lo mínimo puede desatar lo
reprimido: no ignores la transgresión. (Pholus–Ixion)
Y con los planetas exteriores
cambiando de signo, este mensaje no es solo personal: es un rito de paso de la Humanidad
La generación de los años 70 y
su retorno de Kirón
Aquellos nacidos a comienzos
de los años 70, que hoy transitan la menopausia y la andropausia,
llegaron al mundo con la anterior conjunción Kirón–Eris
en Aries.
Ahora, en su retorno de Kirón, esa herida natal
se re-abre. Y justo en el umbral vital donde el cuerpo cambia, donde los roles
se disuelven, donde la mortalidad se hace real, se les pide enfrentar lo que fue silenciado y excluido.
No es casual: esta generación
encarna en su carne la herida de la discordia, y ahora se les llama a
transformarla en medicina, no solo para ellos, sino para el colectivo.
El cosmos nos está iniciando
en un pasaje donde el dolor, la traición y la herida no son solo cargas: son
las llaves mismas de la transformación colectiva.
Las guerras de hoy son ecos de viejas heridas colectivas. No nacen en la vida
personal de los que mueren en ellas, sino en memorias históricas, odios
heredados, traumas transmitidos, narrativas míticas nunca resueltas.
Los jóvenes soldados, los
civiles, las víctimas de cada bando, no mueren por sus propias historias, sino
por ciclos de resentimiento, promesas incumplidas, fronteras
impuestas, venganzas ancestrales. Es Nessus en los Nodos en toda su
crudeza: generaciones pagando con su sangre los juramentos rotos y las
traiciones del pasado.
Los centauros anuncian que
los venenos ocultos deben salir a la luz. Las heridas no se
pueden negar más. El pasado no se puede tapar.
Y la generación que nació con esta herida vuelve a encontrarla, para
convertirse en partera de una nueva conciencia. Si has nacido entre 1971/74,
reflexiona sobre esto.
Estos eclipses de Septiembre,
cayendo justo en este entramado de conjunciones de centauros y con los planetas
lentos mudando de signo, actúan como puntos de revelación y cruce de
destino.
Los eclipses siempre son umbrales de verdad: apagan una luz para que otra se
encienda, interrumpen la visión cotidiana para mostrar lo que estaba oculto. En
este caso, con los centauros alineados, lo que se revela no es luminoso ni
sencillo: es el veneno, la herida, la traición, la fractura.
En el marco de los planetas
lentos en transición
Estos eclipses ocurren
mientras Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno, Plutón, Haumea y Sedna están
cambiando de signo.
Eso significa que no son eclipses
cualquiera: son sellos de un cambio de civilización.
Marcan el inicio de un relato nuevo, pero lo hacen confrontándonos primero con
el guion antiguo que aún repetimos.
Nos ponen frente a la
disyuntiva: ¿vamos a seguir librando guerras por heridas
del pasado? ¿O vamos a cortar el ciclo para que no siga devorando a los hijos
de hoy?
En síntesis:
Estos eclipses ponen sobre la mesa el precio del pasado no
resuelto. Nos muestran que no se puede construir un futuro con
viejas heridas sangrando. Y los centauros nos dicen: “Mira la herida. Reconoce el veneno. Transforma la repetición. Ese
es el rito de paso de esta generación.”
Sobre el Eclipse Parcial de
Sol, escribiré luego, aunque estas conjunciones se repiten, estamos hablando de
la segunda Luna Nueva en Virgo el 21 de Septiembre, con su propia carga
kármica.
Aprovecha la aparente
oscuridad que nos ofrece este eclipse lunar, para ver más allá de la oscuridad.
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