La semilla
eterna del Amor,
el germen de
la Creación,
exquisito su
sabor,
duradera su
impresión.
Desciende al
mundo de las formas,
la inmortal
Esencia Femenina
y lentamente
se torna
una doncella
divina,
que
suavemente camina
con el
universo a sus pies
y la gran
luz que la ilumina,
deslumbra
una y otra vez,
los ojos ya
cansados
de las almas
abatidas
por la lucha
y el enfado,
por la
rudeza de la vida.
Su esencia
se vuelve
hacia los
mundos hostiles
y suavemente
disuelve
sus
arrebatos infantiles
de violencia
y división,
desorden y
confusión.
La Diosa
actúa en silencio,
sin prédicas
ni juicios.
Desde el
mismo comienzo,
solo su
radiación da indicios
de que nada
será igual,
de que todo
va a cambiar.
Es así de
especial,
su manera de
sanar.
Hoy hay
muchos en la Tierra
con la
esencia de la Diosa,
cada vez
menos se aferran
a las luchas
desastrosas,
al orgullo,
al egoísmo,
al juicio y
al fanatismo.
La
espiritualidad se torna libre,
sin templos
de piedra,
sin nada que
desequilibre
por dentro o
por fuera,
los
dictámenes del corazón,
el Maestro
de la Creación.
El contacto
es directo,
los intermediarios
están de más.
El Amor es
perfecto,
nadie lo
controlará jamás.
Dejen a la
Diosa caminar,
en el
cosmos, por todo lugar.
Ella gusta
de amar
y los mundos
transformar,
y tú que
lees sin cesar,
¿Ya la has dejado entrar?
Walfredo Morales
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