Del Prefacio al libro: Tú eres el universo
Por Deepak
Chopra &
Menas Kafatos
En tu
vida, y en la vida de todos, hay una relación personal que se ha guardado en
secreto hasta ahora. Tú no sabes cuándo comenzó, pero dependes de ella para
todo. Si esta relación se truncara, el mundo se desvanecería como por arte de
magia. Se trata de tu relación personal con la realidad.
Para construir la realidad deben ensamblarse perfectamente entre sí muchísimas cosas. Sin embargo, se ensamblan sin que lo advirtamos en absoluto. Por ejemplo, la luz del sol. Es evidente que para que brille el sol tienen que existir las estrellas, ya que nuestro sol es una estrella de
tamaño mediano que flota a cierta distancia del centro de nuestra galaxia, la Vía Láctea. Ya conocemos casi todos los secretos acerca de la formación y de la composición de las estrellas, y de cómo se produce la luz en ese horno de temperatura increíble que es el núcleo de la estrella. El secreto está en otra parte. La luz del sol recorre 150 millones de kilómetros, llega a la Tierra, atraviesa la atmósfera e incide por fin en algún punto de la superficie del planeta. En este caso, el único punto que nos interesa son tus ojos. Los fotones, que son las partículas de energía que transportan la luz, llegan a la retina, en el fondo de tu ojo, la estimulan y ponen en marcha una cadena de efectos que llegan hasta el córtex visual de tu cerebro.El
milagro del sentido de la vista estriba en los mecanismos por los que el
cerebro procesa la luz solar. Hasta aquí, la cosa está clara. Pero el paso que
más nos importa, el de cómo se convierte la luz solar en visión, sigue siendo
un misterio absoluto. Siempre que ves algo en el mundo, sea lo que sea (una
manzana, una nube, una montaña, un árbol), la luz del sol incide sobre el
objeto, sale reflejada de él y lo hace visible. Pero ¿cómo? Nadie lo sabe con
certeza. Sin embargo, hay una fórmula secreta de la vista, pues ver un objeto
es una de las maneras esenciales de saber que el objeto es real.
El hecho
de ver es un misterio absoluto, por una serie de datos innegables que podemos
resumir así:
Los
fotones son invisibles. Aunque vemos la luz solar como un brillo, los fotones
no brillan.
El
cerebro no tiene dentro de sí ninguna luz; es una masa oscura de células, cuya
textura recuerda la de una papilla, envueltas en un líquido que no es muy
distinto del agua del mar.
Como en
el cerebro no hay ninguna luz, tampoco hay ninguna imagen. Cuando te imaginas
la cara de un ser querido, esa cara no se forma como si fuera una foto en
ninguna parte del cerebro.
En la
actualidad no hay nadie capaz de explicar cómo la conversión de los fotones
invisibles en reacciones químicas y en leves impulsos eléctricos, que tiene
lugar en el cerebro, produce esa realidad tridimensional que todos damos por
supuesta. La actividad eléctrica del cerebro se puede captar con las técnicas
de imagen cerebral; por eso aparecen zonas luminosas y con color en las
imágenes tomadas por resonancia magnética funcional. En el cerebro pasa algo. Pero la naturaleza concreta de la visión es un misterio.
Sí sabemos una cosa: que eres tú quien crea la visión. Sin ti no puede existir
el mundo, ni tampoco ese vasto universo que se extiende en todas direcciones.
El
neurólogo y premio Nobel sir John Eccles dijo: "Quiero que entiendas que
en el mundo natural no existen el color ni el sonido. No hay nada así: ni
texturas, ni patrones, ni belleza, ni aroma". Lo que quería decir Eccles
es que todas las cualidades de la naturaleza, desde el aroma fragante de una
rosa hasta el dolor de la picadura de una avispa, pasando por el sabor de la
miel, son producidas por los seres humanos. Esta afirmación es notable, y lo
abarca todo. Hasta la estrella más lejana, a miles de millones de años luz,
carece de realidad sin ti, porque todo lo que hace real a una estrella (su luz,
su masa y su calor, su posición en el espacio y la velocidad enorme con que se
aleja de nosotros) solo puede existir con un observador humano dotado de un sistema
nervioso humano. Nada podría ser real tal como lo experimentamos si no
existiera alguien que conociera su calor, su luz, su masa, etcétera.
Por eso
decimos que esta relación personal secreta tuya es la más importante que tienes
y que tendrás. Tú creas la realidad, aun sin saber cómo. Es un proceso
espontáneo. Cuando ves, la luz adquiere su brillo. Cuando oyes, las vibraciones
del aire se convierten en sonido audible. La actividad del mundo que te rodea,
con toda su riqueza, depende de tu relación con ella.
El
conocimiento de este hecho tan profundo no es nuevo. Los sabios védicos de la
antigua India decían Aham Brahmasmi, que podemos traducir
por "yo soy el universo" o "yo soy todo". Alcanzaron este
conocimiento a base de profundizar mucho en su propia conciencia, donde
realizaron descubrimientos asombrosos. No conocemos los nombres de aquellos
Einstein de la consciencia, de genio comparable con el del Einstein que
revolucionó la física en el siglo XX.
Hoy día
exploramos la realidad por medio de la ciencia, y no es posible que existan dos
realidades. Si es cierto que "yo soy el universo", entonces la
ciencia moderna debe apoyar esta afirmación con pruebas..., y, en efecto, la
apoya con pruebas. Aunque la ciencia oficial se dedica a realizar mediciones,
datos y experimentos para construir un modelo del mundo físico externo, más que
del mundo interior, existen muchos misterios que no se pueden desentrañar a
base de mediciones, de datos ni de experimentos. En la última frontera del
tiempo y del espacio, la ciencia debe adoptar métodos nuevos para dar respuesta
a preguntas tan elementales como "¿Qué hubo antes del Big Bang?" y
"¿De qué está hecho el universo?".
Nos
plantearemos nueve de estas preguntas, que son los acertijos mayores y más
desconcertantes con que se encuentra la ciencia actual. No pretendemos ofrecer
al lector un libro de divulgación científica como tantos otros. Tenemos un plan
de trabajo concreto, dirigido a mostrar que estamos en un universo
participativo cuya existencia misma depende de los seres humanos. Son cada vez
más los cosmólogos (es decir, los científicos que estudian el origen y la
naturaleza del cosmos) que desarrollan teorías sobre un universo completamente
nuevo, sobre un universo vivo, consciente y que evoluciona. Un universo así no
encaja en ningún modelo de los existentes y aceptados. No es el cosmos de la
física cuántica, ni tampoco es la creación que se describe en el Génesis, obra
de un Dios todopoderoso.
Un
universo consciente responde a nuestra manera de pensar y de sentir. Nosotros
le damos su forma, su color, su sonido y su textura. Por eso consideramos que
podemos llamarlo el universo humano, como nombre más
oportuno; y es el universo verdadero, el único que tenemos.
Aunque no
sepas nada de ciencia, o aunque esta te interese poco, lo que sí te interesará
será cómo funciona la realidad. Está claro que la cuestión de cómo ves tu
propia vida tiene importancia para ti; y la vida de todos está engastada en la
matriz de la realidad. ¿Qué significa ser humanos? Si no somos más que unas
motas insignificantes dentro del gran vacío negro del espacio exterior,
deberemos aceptar esta realidad. Si, por el contrario, somos creadores de la
realidad y vivimos en un universo consciente que responde a nuestras mentes,
también debemos aceptarlo así. No hay ninguna postura intermedia ni ninguna
segunda realidad que podamos elegir porque nos guste más.
Por lo
tanto, emprendamos el viaje. Los autores te dejaremos libertad de opinión en
cada uno de los pasos. Cada vez que planteemos una pregunta importante, tal
como "¿Qué hubo antes del Big Bang?", te presentaremos las mejores
respuestas que puede ofrecer la ciencia moderna, seguidas de los motivos por
los que a nosotros no nos han parecido satisfactorias tales respuestas. Esto
nos abre el camino a exploraciones completamente nuevas, en un universo donde
las respuestas salen de la experiencia de todos. Seguramente será esta la mayor
sorpresa de todas: que la sala de control donde se crea la realidad está en las
experiencias que vivimos todos a diario. Cuando hayamos terminado de exponer
cómo funciona el proceso creativo, alcanzarás una visión de ti mismo absolutamente
distinta de la que tenías antes. La ciencia y la espiritualidad, que
constituyen las dos grandes visiones del mundo en la historia humana,
contribuyen conjuntamente al objetivo último, el de descubrir lo que es real
"de verdad".
Hay una
verdad inquietante que empieza a ponerse de manifiesto por todas partes, a
saber, que el universo actual no ha resultado ser como pensábamos. Se han
acumulado demasiadas incógnitas sin resolver. Algunas son tan desconcertantes
que ni siquiera es fácil imaginarnos cómo podemos darles respuesta. Se abre la
posibilidad de un planteamiento completamente nuevo, de lo que algunos llaman
"un cambio de paradigma".
Paradigma
significa "visión del mundo". Si tu paradigma, o tu visión del mundo,
se basa en la fe religiosa, entonces la Creación necesita de un Creador, de un
agente divino que haya organizado el cosmos, con su complejidad asombrosa. Si
tu paradigma se basa en los valores de la Ilustración del siglo XVIII, puede
que el Creador exista, pero no interviene en la marcha cotidiana de la
maquinaria cósmica; es, más bien, como un relojero que puso la máquina en
marcha y se retiró. Los paradigmas siguen cambiando, movidos por el impulso de
la curiosidad humana y, de cuatrocientos años a esta parte, vistos también a
través de la lente de la ciencia. En la actualidad, el paradigma más extendido
en la ciencia plantea un universo incierto y aleatorio que carece de propósito
y de sentido. Para el que trabaja con este paradigma, se está progresando
constantemente. Pero no olvidemos que para los estudiosos del siglo XI, devotos
cristianos, también se estaba progresando constantemente hacia la verdad de
Dios.
Los
paradigmas tienden a demostrarse a sí mismos; por eso, la única manera de
conseguir el cambio radical es salir de ellos de un salto. Y eso es lo que
pretendemos hacer en este libro: saltar de un paradigma viejo a otro nuevo.
Pero hay una dificultad. Los paradigmas nuevos no se toman de un estante sin
más. Hay que ponerlos a prueba. Para ello, nos formulamos una pregunta
sencilla: ¿El nuevo paradigma explica el misterio del universo mejor que el
viejo? Nosotros creemos que el universo humano debe prevalecer. No
es un parche que se añada a ninguna teoría ya existente.
Si el
universo humano existe, debe existir para ti, como individuo. El universo
actual está "ahí fuera"; cubre distancias inmensas y tiene poca
relación, o ninguna, con tu manera de vivir tu vida cotidiana. Pero, si debes
participar en todo lo que ves a tu alrededor, entonces el cosmos te afecta en
cada momento del día. A nosotros nos parece que el mayor de los misterios es
cómo crean su propia realidad los seres humanos... para olvidar, a
continuación, lo que han hecho. Presentamos este libro como una guía que te
enseña a recordar quién eres en realidad.
El salto
a un paradigma nuevo ya se está dando. Las respuestas que presentamos en este
libro no las hemos inventado nosotros ni son fantasías excéntricas. Todos
vivimos en un universo participativo. Cuando tomas la decisión de participar
plenamente, con la mente, el cuerpo y el alma, el cambio de paradigma se
convierte en algo personal. Harás tuya la realidad en la que habitas y podrás
aceptarla o cambiarla. Por muchos millones que se gasten en investigaciones
científicas, por mucho fervor con que depositen su fe en Dios las personas
religiosas, lo que importa en último extremo es la realidad. El universo humano
tiene muchas pruebas a su favor; forma parte del cambio de paradigma que se
está produciendo a nuestro alrededor. Si decimos que "tú eres el
universo" es, ni más ni menos, porque es la verdad.
Fuente: Deepak Chopra & Menas
Kafatos. tú eres el universo (Gaia Ediciones, 2017)
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