Centro Holística Hayden

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11 de septiembre de 2009

Hazte a un lado

El mensaje de esta semana es un poco más largo de lo acostumbrado porque la idea es un poco más complicada.
Moisés, y todos los gigantes espirituales de la Historia, tenían en sus manos el poder de hacer a un lado todas las formas de juicio –dolor, enfermedad, tristeza– tanto en su vida como en la vida de otros.
Cada uno de nosotros fue hecho para alcanzar esta habilidad en nuestra vida; llegar al nivel en que tenemos control sobre el juicio, donde podemos decir "¡Hazte a un lado!" a cualquier juicio que nos ocurra a nosotros o a aquéllos a nuestro alrededor. Y cuando hablan de juicio los kabbalistas se refieren a enfermedad, pobreza, miseria y todas las formas de caos.
Este es uno de los objetivos más importantes de nuestras vidas.
Yo sé que muchos de los que leen esto están pensando que esto no aplica en su propio caso, sino más bien a aquellas pocas personas justas elegidas en nuestra generación. No obstante, de acuerdo con el Zóhar esto es lo que hace a nuestra generación más única que cualquiera otra que la haya precedido por miles de años. Está escrito que mientras nos aproximamos al fin de la corrección, todos tendremos el poder de sanar y eliminar el juicio, a voluntad.
Antes de que explique de manera práctica como luchar y crecer hacia este nivel en nuestra vida diaria, necesitamos entender y creer (creer no es la palabra correcta: tener certeza total) que podemos, y en esta vida eventualmente lo haremos, llegar al punto en que es posible hacer a un lado el juicio. Todo inicia en la conciencia. Sólo cuando tengamos el deseo (vasija) de este poder y la certeza de que podemos lograrlo, podremos tenerlo.
Es necesario que sepamos que está en nuestro potencial llegar a este punto.
Hay una historia famosa en el Zóhar que dice que uno de los estudiantes de Rav Shimón estaba a punto de morir, y Rav Shimón vio al Ángel de la Muerte bailando frente a su estudiante. Está escrito, que él ató al Ángel de la Muerte, y salvó la vida del hombre. Rav Shimón tenía este poder en sus manos, y nosotros también estamos hechos para ejercer este poder.
Cierto, la mayoría de nosotros no estamos ahí aún, pero primero debemos tener la claridad de que podemos llegar a este nivel. Todos nosotros, y no sólo los pocos elegidos. Una vez que entendemos esta verdad, entonces empieza el trabajo. Y el trabajo es como sigue.
Cada uno de nosotros tenemos en nuestras vidas dos fuerzas contrarias. El alma, a la que la Kabbalah se refiere como deseo de compartir, misericordia o columna derecha, y el cuerpo, conocido como deseo de recibir para sí mismo, juicio o columna izquierda. Todos los días de nuestra vida nos enfrentamos con innumerables decisiones acerca de qué fuerza habremos de seguir.
Cuando alguien nos provoca y nosotros reaccionamos enojándonos, hemos elegido seguir el deseo de recibir. Entonces esa elección decreta que la izquierda domina a la derecha, el juicio domina la misericordia y el cuerpo domina el alma. Cuando respondemos con paciencia y tolerancia, hemos escogido seguir el deseo de compartir, y esa opción decreta que la derecha reina sobre la izquierda, la misericordia reina sobre el juicio, el alma sobre el cuerpo.
Un poco más tarde, surge una situación desafiante y reaccionamos con desesperación. Una vez más, hemos elegido el deseo de recibir. Esa decisión determina que la izquierda domina a la derecha, el juicio a la misericordia, y así sucesivamente. Pero si respondemos con certeza de que hay una oportunidad en la calamidad, entonces ocurre lo contrario y la derecha gobierna a la izquierda, la misericordia al juicio y así sucesivamente.
Y así pasan nuestros días y también las opciones infinitas de qué fuerza seguiremos. Naturalmente, vemos estas decisiones individuales como insignificantes, incluso sin sentido. Y sin embargo son todo menos eso, ya que la mayoría de estas decisiones determinan el tipo de persona que somos y, por lo tanto, el tipo de influencia que podemos tener en nuestra propia vida y en la vida de otras personas.
Cuando somos consistentes –no perfectos, sino consistentes– en elegir misericordia en lugar de juicio, derecha en vez de izquierda, alma sobre cuerpo, el Creador dice, "eres una persona que en este mundo hace que la derecha gobierne sobre la izquierda y por lo tanto puedes ejercer el poder de controlar cualquier juicio que venga a tu vida, la vida de tus seres amados, y todo el mundo".
Revisa tu semana pasada, tu mes, tu año, ¿cuántas decisiones tomaste permitiendo que el enojo reinara sobre el amor, los celos sobre la apreciación, la venganza sobre el perdón?
Especialmente en el tiempo que nos queda de Elul, cuando el poder de ver la verdad es más claro que en ningún otro momento del año, piensa en todas las veces que escogiste el juicio. Esto no se trata de ser una "persona espiritual", o hacer lo correcto, sino que se trata que sabes que yendo hacia adelante, cuando necesites el poder para eliminar el juicio de tu vida y de la vida de otros, ese poder estará ahí, en tus manos.
Esta es una manera completamente nueva de ver nuestras vidas. Cuando nos empujamos a compartir cuando no queremos (especialmente con alguien que nos desagrada profundamente), cuando nos presionamos para tener certeza en medio de la confusión (especialmente cuando tenemos la espalda contra la pared), cuando nos esforzamos por ejercer dignidad humana al enfrentar intolerancia (especialmente cuando es dirigida a nuestros seres queridos), tendremos el poder de decirle a cualquier juicio, "¡Hazte a un lado!".
Sé por experiencia que este entendimiento cambia mi proceso de decisión en medio de los desafíos a los que me enfrento todos los días, tanto físicos como espirituales. Confío en que para ti, lector, hará lo mismo. Ahora que conoces la lógica espiritual, es mi intención que tengas más deseo, que derribes el enojo, la decepción, la tristeza, el egoísmo, y todos los atributos del juicio/ cuerpo/columna izquierda.
Mientras que aprendes a hacer esto consistentemente –repito, no perfecta, sino consistentemente– obtendrás el poder para decir "¡Hazte a un lado!" a la enfermedad, la carencia, la miseria, la inseguridad –y toda forma de juicio– tanto en tu propia vida como en la vida de aquellos que te rodean.

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