Permanezcamos pues atentos y no emprendamos contra
la mente una lucha a muerte; sería de lo más insensato. Lo que debemos hacer es
aprender a conocerla tal como es, dejar de identificarnos con la parte
automática vinculada a lo emocional (al cerebro límbico) y desarrollar la parte
superior (el neocórtex). Atrevámonos a ser cada vez más 'inteligentes' en el
sentido global del término.
El ego nos resulta indispensable, incluso en su
aspecto físico, y desde un grado tan elemental que sin él no podríamos vivir en
este mundo, pues porta en sí una notable capacidad de adaptación a la vida.
Contiene la experiencia de la propia materia y mantiene con ella una íntima
conexión, gracias a la cual posee una energía enorme. No hay más que observar
la increíble cantidad de energía que derrocha la gente para procurarse placer
o, en algunos casos, para sobrevivir, simplemente. Si el alma pudiera utilizar
la extraordinaria vitalidad del ego, el ser humano dispondría de una capacidad
de creación verdaderamente
excepcional. Necesitamos la vitalidad física –ese
fuerte impulso que procede de la materia- para crear de forma concreta. Basta
poner esa potente energía al servicio de una conciencia superior. El ego, bien
controlado, es un instrumento indispensable que nos permite cumplir nuestra
misión en la Tierra, que consiste en aportar la luz de una conciencia superior.
Negar nuestra naturaleza física, intentar escapar
de la materialidad mediante una huida hacia la trascendencia, no nos dará la
verdadera felicidad ni tampoco la libertad. La Vida nos alcanzará en un momento
u otro y nos llamará al orden. No hay que olvidar que si estamos en el mundo
físico y material es porque tenemos algo que hacer aquí, algo que aportar. El
músico puede echarle la culpa al violín por estar desafinado, incompleto o
estropeado por el tiempo, y pisotearlo y abandonarlo en el olvido. Pero eso le
privará del inmenso placer de interpretar la extraordinaria música que lleva en
sí y de ofrecerla al mundo. ¡Viva el ego!
***
Dado el nivel en el que se encuentra la conciencia
actual de la humanidad, la pregunta '¿quién soy yo?' tiene tres
respuestas posibles:
Conciencia superior (certeza
superior): Soy mi alma.
Conciencia intermedia (incertidumbre):
Sé que no sé quién soy. Busco.
Conciencia inferior (certeza
inferior): Soy mis deseos y mis pensamientos programados por la dinámica de
supervivencia de las tres P.
***
LOS
DOS CAMINOS DE LA CONCIENCIA EN LO COTIDIANO
Circuito inferior: algunos de los grandes
de este mundo, truhanes internacionales, se aprovechan para explotar sus
recursos. En contrapartida, cosechan guerras y atentados terribles. la
población de los países ricos, centrada únicamente en la satisfacción de sus
deseos, permanece indiferente y muere de estrés, de obesidad o de enfermedades
debidas a una abundancia material mal gestionada.
Circuito superior: algunos individuos y
organizaciones sinceras trabajan de verdad en los mismos países desfavorecidos
para volver a darles poder y abundancia. Sus ideales les aportan gozo y
entusiasmo, que comparten con los demás. Son una inspiración para el mundo.
***
La calidad de nuestra vida no depende de las
circunstancias exteriores. Depende en todo momento del camino que toma nuestra
conciencia.
Así pues, en cada instante podemos elegir entre:
1- tomar el camino inferior de la conciencia y
dejar que entren en acción nuestros circuitos físicos primarios, con todos los
perjuicios que eso entraña o
2- tomar el camino superior y dejar que se
manifieste la voluntad del Maestro interior a través del corazón, con todos los
beneficios que de ello resultan.
La cuestión práctica que se nos plantea en la vida
cotidiana es ésta:
1) ¿Cómo podemos neutralizar los mecanismos
automáticos de la conciencia inferior sabiendo que generan sufrimiento?
2) ¿Cómo podemos vivir en estado de coherencia, es
decir, en contacto con el Maestro del Corazón? Porque, según parece, es así
como hallaremos la verdadera dicha.
***
De la oscuridad a la
Luz, de lo irreal a lo Real y de la muerte a la Inmortalidad:
Del caos a la coherencia
y de la separación a la unidad.
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