por Prem Rawat
Todo
el mundo tiene sueños. Afortunadamente, la realidad es más hermosa que
cualquier sueño.
Siempre, a través de los siglos, ha
habido alguien que ha declarado en tono alto y claro: “Lo que estás buscando
está dentro de ti. Tu verdad está dentro de ti. Tu paz está en tu interior”.
El deseo de sentir todo eso es a lo que
yo denomino sed. Todo ser humano tiene una sed innata, simple y real. Sed de
paz, de alegría, de satisfacción. Sed de algo que ya existe en nuestro
interior. Tenemos sed de sentir paz, de sentir plena satisfacción.
Es posible experimentar la paz que reside
en el corazón al margen de las circunstancias personales. Ricos o pobres,
buenos o malos, acertados o equivocados, felices o desdichados, todo ser humano
posee ese derecho inalienable.
Este aliento es sencillo. El Conocimiento
es muy sencillo.
Y comprender el Conocimiento es muy, muy
sencillo. A veces la sencillez no consiste en hacer, sino en deshacer. No es un
proceso de aprender, sino de desaprender, de descubrir lo que ya está ahí.
No se trata de introducir nuevos
elementos.
Se trata de apartar los elementos
innecesarios, de eliminar lo superfluo. Del mismo modo que cuando un escultor
va quitando los pedacitos que cubren la figura oculta en la piedra lo que
emerge es una hermosa forma, lo que queda al descubierto en este caso es un
diamante precioso, resplandeciente: la vida misma.
En este viaje, el único esfuerzo que se
requiere es prestar atención, comprender y aspirar a encontrar ese lugar que
está dentro de ti.
Todos los viajes que hemos emprendido en
nuestra vida nos han alejado de nosotros mismos.
¿Hacia dónde conduce este viaje? A la
experiencia interior. Es un viaje de vuelta a ti, exclusivamente a ti.
Por eso este viaje no sólo es hermoso y
placentero, sino que supone además el descubrimiento más fascinante.
El viaje del Conocimiento tiene como
propósito disfrutar del viaje en sí.
La meta no es aprender las técnicas del
Conocimiento, sino disfrutar de esta vida, disfrutar de cada aliento, de cada
día de tu vida.
El viaje mismo es el destino.
Éste es, en efecto, un viaje para toda la
vida.
El Conocimiento no es una solución a los
problemas ni sirve para mejorar las circunstancias de nuestra vida. El
Conocimiento sirve estrictamente para centrar nuestra atención en un lugar
interior en el que es posible sentir alegría, paz, serenidad.
¿Por qué es tan fundamental el
Conocimiento? Porque esa experiencia lo es. ¿Por qué se le llama el
Conocimiento de uno mismo? Porque lo que experimento es mi verdadero yo.
Experimentar paz y alegría solamente es
posible en este momento llamado ahora. Podemos intentar adivinar el futuro o
recordar el pasado, pero no podemos existir ni por una milésima de segundo en
el futuro ni en el pasado. El ahora es nuestro hogar. Es donde verdaderamente
vivimos. Por eso es tan importante experimentar la vida momento a momento.
Lo que buscamos está dentro, no fuera. En
nuestro interior podemos encontrar serenidad, paz, pura alegría.
La paz no es únicamente algo que sería
bonito lograr, sino algo que es necesario sentir. Necesitamos la base sólida de
la paz en nuestra vida. Por eso este camino es tan importante.
¿Cómo prepararnos para aceptar que lo que
estamos buscando se encuentra en nuestro interior? Lo primero es tener
esperanza y confiar en que lo que buscamos está dentro. Es necesario disminuir
el ruido producido por las distracciones del exterior para poder apreciar el
contraste entre lo que llega de fuera y lo que puede sentirse dentro.
Cuando empezamos a percibir ese
contraste, se vuelve más y más fácil ver que la paz, la belleza y la alegría
que buscamos ya están dentro de nosotros. Es entonces cuando vamos aceptando
que existe un mundo interior.
Estamos hechos para experimentar
sensaciones. Somos las máquinas de experimentar más asombrosas, capaces de
sentir calor y frío, alegría y tristeza.
Si conectas esta increíble máquina de
experimentar con tu interior, experimentarás paz, alegría, felicidad.
Esta experiencia ha de sentirse. No
puedes crearla. Los símbolos o las fórmulas para encontrar la felicidad no
satisfacen al corazón. La felicidad hay que sentirla. El corazón necesita
sentir paz.
¿Siente tu corazón serenidad, belleza? ¿O
siente vacío? Si quieres que el vacío desaparezca, deja que el corazón sienta
la plenitud que también reside en tu interior.
Puedes sentir serenidad. Puedes sentir la
belleza. En esto consiste el regalo del Conocimiento.
Puede que en nuestra vida no hayamos
encontrado tiempo para escuchar al corazón. Tal vez hayan sucedido muchas cosas
que nos han mantenido ocupados. Cuando somos jóvenes, estamos ocupados. Cuando
nos hacemos un poco más mayores, seguimos estando ocupados. Envejecemos aún
más, y continuamos ocupados. Nosotros esperamos que llegue el día en el que no
estemos tan atareados, sin embargo, cada día que pasa, todo se vuelve más y más
complejo a nuestro alrededor.
Lo que buscamos es muy sencillo. Nosotros
somos sencillos. El corazón es sencillo. Lo único que el corazón desea es esa
hermosa alegría.
No es egoísmo. Por naturaleza, todos los
seres humanos deseamos experimentar paz. Precisamente por eso, no es egoísmo.
Nosotros no hemos creado esa sed de sentir paz. La sed tiene que ser
reconocida.
Escucha a tu corazón. Permite que sea él
quien juzgue y no los demás. ¿Podemos permitirnos el lujo de ignorar a nuestro
propio corazón?
Si la sed de plenitud no está clara en
nuestra vida, aunque hubiera agua por todas partes, nos daría lo mismo. En
mitad del desierto, cuando la sed apremia, incluso medio vaso de agua se
convierte en la cosa más preciada. Coloca todo el oro del mundo y medio vaso de
agua frente a una persona que se está muriendo de sed, y observa cuál es su
elección.
Cuando nuestra sed es patente, todo cobra
sentido. Ya no hay misterios, las ideas sobran, no más dudas ni preguntas. Nos
encontramos nadando en las preciosas y cristalinas aguas de la claridad.
Podemos dejarnos llevar, disfrutar. Podemos ser, de nuevo, quienes estamos
destinados a ser, quienes realmente somos.
Esto no es algo que tengamos que
aprender; es algo que necesitamos destapar, descubrir.
Nuestra vida es una realidad magnífica.
Somos una magnífica realidad en un mundo magnífico. En nuestro interior existe
una paz inconmensurable, una alegría infinita. No está en lo histórico, ni en
la ciencia moderna.
Está en nuestro interior, en el corazón
de cada ser humano.
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