Mes de Piscis 2021
El mundo entero está cambiando aceleradamente y ese cambio también se refleja en nosotros, en nuestras vidas. Da la impresión de que la vida transcurre a mayor velocidad. Nuestra vulnerabilidad se hace más evidente y nos saca de esa zona en la que nos sentimos bien, simplemente porque la conocemos. Aprovechemos la energía de la constelación de Piscis para profundizar en lo que somos. Volvernos hacia nosotros mismos nos fortalece y nos conecta con aquello que en nosotros es permanente y eterno.
Repasemos: Nuestra naturaleza más profunda es una
Chispa Divina, que ha surgido de la Vida Una que, aunque no está separada de su
Fuente Divina, está individualizada. Es tu Espíritu.
Segundo, somos una Conciencia que, como luz
irradiante, como un sol, surge de esa vida individualiza 360 grados a la
redonda. Es tu Alma.
Tercero, somos un estado de conciencia habitando un cuerpo de energías y fuerzas organizadas que están en la periferia de esa esfera de luz irradiante. Es tu personalidad.
El antiguo símbolo del circulo con el punto en el
centro lo expresa bellamente:
La periferia es tu personalidad – es un
reflejo de la entidad divina completa, que eres tú y por lo tanto es de
naturaleza triple. (cuerpos físico, emocional y mental)
El Espíritu es la chispa divina, el punto en el
centro.
El Alma es la esfera irradiante.
Cuando la conciencia se identifica y cree que es su
cuerpo de apariencias (la personalidad), se limita a la periferia
externa de su ser y queda prisionera de las energías y fuerzas que constituyen
ese cuerpo. Vive la vida con un profundo sentido de separación porque se
percibe a sí misma como un cuerpo que piensa y siente y, por lo tanto, se ve
separada de los demás. Su vida gira en torno al “tener”, a las posesiones. Se
olvida del “ser”, la existencia misma.
Cuando la conciencia, a lo largo de sus múltiples
encarnaciones, inicia el viaje de retorno hacia su centro, el Reino de donde
vino, toma conciencia de su mundo interno. Lo primero que reconoce es su
aspecto emocional; se da cuenta de sus emociones. Luego se enfoca en su mente y
se hace consciente del proceso en el que está y lo maneja utilizando su
voluntad.
Entonces empieza a comprender que “ser” es mucho más
importante que “tener”. Dirige su mirada hacia la chispa divina que es su
verdadera identidad espiritual y es entonces cuando surge el conflicto entre
los viejos hábitos enraizados en la personalidad, que vive la vida sintiéndose
separada de los demás, y las cualidades del alma que tienden a la unidad y a la
síntesis y que empiezan a emerger en la conciencia. Los pares de opuestos que
surgen de esa profunda sensación interna de dualidad se hacen dramáticamente
evidentes. La contienda entre el bien y el mal se agudiza y ocasiona
“el drama de la vida”.
La humanidad pensante de hoy está debatiéndose en el
área mental de la periferia. Estamos a punto de dar el paso hacia la esfera
irradiante, el mundo del alma. Pero este paso requiere profundos cambios en
nuestra forma de percibir e interpretar la vida. Nuestra vieja forma
de administrar la vida y su fuerte tendencia materialista lucha
desenfrenadamente por no ceder su lugar. Y aquí estamos, en el siglo XXI, en
medio de esta contienda que se exterioriza en las guerras, en las invasiones,
en las ansias de dominio, las intransigencias, las injusticias, el hambre, la
pandemia y todas esas desigualdades que hoy azotan dolorosamente a la
humanidad.
¿Qué nos toca? Estar atentos, no confundirnos. Hay que
reconocer que el poder mediático mundial está en manos de las grandes
corporaciones y está luchando por mantener el viejo paradigma. Independizar
nuestra mente de esa “matrix” que hoy pretende controlar el
mundo. Recordar día a día que somos el alma, y desde el alma reconocer la
fraternidad humana y poner al ser humano en el lugar que le corresponde. Hay
que reconocer que nuestro poder está en esa esfera irradiante de luz colmada
de conciencia, de significados, de principios que es nuestra alma.
El ser humano no es lo que tiene sino lo que es. Y hay
que ser lo que se es, de lo contrario nos convertimos en cosas, números,
consumidores... en puras mentiras. Ninguna de tus posesiones
le añade valor a lo que eres, aunque el mundo conspire en contra de esta verdad
tan obvia. En un mundo que responde a los valores materiales, la verdad se
esconde y la única alternativa que tenemos para reconocerla está en los
espacios internos de nuestro ser.
Piensa, reflexiona, y luego suelta la mente, déjate ir
y abre el corazón. Porque el corazón es la puerta que te conduce al alma; tu
verdadero corazón que es capaz de amar sin apegos ni exigencias, que a cada
instante celebra la vida; tu corazón que guarda en su verdad tu esencia; tu
corazón te dará todas las respuestas. Cierra tus ojos, respira con conciencia y
navega en tus espacios internos.
Utiliza el símbolo del círculo con el punto en el
centro y medita en él. Colócalo en tu frente. Entra en la esfera irradiante.
Busca las verdades más elevadas que puedas captar y exprésalas en el mundo de
la periferia disciplinando tu naturaleza forma que es tu personalidad.
Sé valiente, cruza el puente, suelta tus creencias
materialistas y vive en esa nueva luz, que es tu luz interna, que hoy se asoma
en el horizonte humano proclamando una nueva forma de vida que es imperativa en
estos tiempos de Acuario. Es la luz del alma, del amor, de la fraternidad,
de la belleza, de la vida abundante. No dejes que te escondan el Alma, no
permitas que la Matrix determine quién eres y qué quieres, porque sin alma no
eres nadie. No permitas que te cubran con un velo de oscuridad. Tu verdad está
en la esfera irradiante, en el alma.
Y en el alma, tú y yo somos uno.
Con el amor de siempre, Carmen Santiago
No hay comentarios:
Publicar un comentario