por K. Parvathi Kumar
Deben estar preocupados por ver cómo llevar los grandes conceptos a la vida diaria. Ese es el verdadero desafío, tratar de trasladar las ideas sublimes y sutiles del plano sutil a nuestro entorno, adecuando los ideales al tiempo y el lugar que nos rodea. Es un esfuerzo continuo para hacer descender la sabiduría a la vida cotidiana, por medio de lo cual experimentamos la síntesis. Nosotros no negamos al Uno en todos, no negamos al Uno a nuestro alrededor, intentamos verlo lo más posible a través de los ojos de la sabiduría. Siempre nos esforzamos por trasladar las dimensiones ideales del plano sutil tal y como nos han sido dadas por los Maestros de
Sabiduría, y cada uno de nosotros, de acuerdo con nuestra condición de vida, deberíamos ser capaces de trasladar inteligentemente estas dimensiones de la sabiduría para vivirlas y experimentarlas.Por eso a nosotros como aspirantes o discípulos
siempre se nos pide que veamos las cosas desde el punto de vista de la
sabiduría, no desde los puntos de vista de la mente. El punto de vista de la
sabiduría nos da la síntesis de los diversos puntos de vista que tiene la
mente debido a su preocupación con los acontecimientos diarios. Y cuando
hay crisis, la mente se preocupa más por la crisis. La crisis puede ser
individual, la crisis puede ser grupal, la crisis puede ser global, y la
mente siempre está alerta para ver las crisis que nos rodean. Pero el ojo
de la sabiduría nos da la visión de conjunto para relacionarnos con las múltiples
dimensiones mundanas a través del cristal de la síntesis. Una vez que
adquirimos esa facilidad, podemos ver como una realidad esa
frase idealista de que “Todo es divino”.
Por eso se nos ha dado una vida diaria para enfrentar
desde las pequeñas crisis cotidianas hasta las crisis globales y luego
sintetizarlas, trabajarlas y regresar a casa sano y salvo, en el sentido de que
regresamos a nuestro propio lugar de residencia al que llamamos el
corazón.
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