Por ejemplo, podéis estar sumidos en una profunda conversación con un amigo y de pronto sentir que os apetece el silencio. Queréis dejar de hablar justo en mitad de una frase. Parad, y ni siquiera completéis el resto de la oración, porque eso irá contra la naturaleza.
Pero entonces surge el juicio. Uno se sentirá abochornado por lo que puedan pensar los demás si de repente se deja de hablar en medio de una frase. Si de pronto guardáis silencio, no lo entenderán, de modo que lográis completar la oración como podéis. Fingís mostrar interés, y al final conseguís escapar. Eso es muy costoso y no hay necesidad de hacerlo. Simplemente decid que en ese momento no os llega la conversación. Podéis pedir disculpas y guardar silencio.
Durante unos días quizá sea un poco molesto, pero poco a poco la gente empezará a entender. No os juzguéis por el motivo por el que hayáis podido guardar silencio; no os digáis que no está bien. ¡Todo está bien! En la aceptación profunda, todo se convierte en una bendición. Lo que pasa es que vuestro ser quiere estar silencioso, así que hacedle caso. Convertíos en una sombra de vuestra totalidad, y allí adonde vaya tenéis que seguirla porque no hay otro objetivo. Comenzaréis a sentir que os rodea una relajación tremenda.
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