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22 de julio de 2015

Actualización Planetaria de Julio del 2015

Traducción: Rosa García
 
Bienvenidos a la actualización planetaria de Julio del 2015.
Este mes me gustaría hablar acerca de la Regla de Oro, algo que todos aprendimos de niños. Pero, lo cierto es que existe más de una Regla de Oro. Está la que dice: “Compórtate con los demás como te gustaría que ellos se comportaran contigo”. Sin embargo, también existe la  que dice: “Aquel que tiene el oro (o el dinero), es quien manda”. En estos tiempos de cambio  que vivimos podrían aplicarse ambas. Aunque, ahora mismo, el que muchas personas están viendo y sintiendo es: “Aquel o aquella que tiene el dinero, es quien manda”.

Ya en enero, anuncié que este 2015 sería el año en que muchas cuestiones saldrían a la luz, cuando muchas de las grietas del sistema y muchos de sus desafíos resultarían más y más evidentes. Me refiero a todo aquello que es necesario dejar atrás para que la Regla que prevalezca sea la de “Compórtate con los demás como te gustaría que ellos se comportaran contigo”.

En la actualidad, muchos puntos de inflexión y también muchos  puntos de conflicto
están emergiendo. Existen puntos de poder y control ocupando un papel protagonista en todo el mundo; puntos de presión, juicio y de cómo el poder se resiste a ceder el control de formas sutiles, y todo eso se encuentra en el aire en estos momentos. Los bancos centrales y muchos gobernantes de diferentes países mantienen un pulso por hacerse con el control de diferentes maneras. Muchos de dichos puntos de inflexión se refieren a la cuestión del dinero; países como Japón y regiones como Europa están devaluando el valor de su moneda con el fin de garantizar la productividad y poder vender sus productos en el exterior. Sin embargo, mientras el valor de su moneda baja, el precio de sus importaciones se incrementa de manera significativa. No obstante, las cuestiones de los puntos de inflexión, del control y el poder, ocuparían un segundo plano respecto al tema del  oro, o del dinero, tal como lo entendemos.

Este proceso de cambio en el que nos encontramos desde el año 2012, la actualización hacia un sistema que se centre más en la espiritualidad y en un estado de bienestar y que se aleje de la pobreza, la carencia y los miedos, está teniendo un papel muy activo en dicha situación. Podemos observar cómo estos puntos de inflexión comienzan a cambiar o a romper ideas que no son como se supone que deberían ser respecto al poder y al control dentro de un esquema más amplio. En ese contexto de poder y control, siempre existen las connotaciones de competitividad y sacar provecho de los demás, así como algo de lo que ya hablamos en anteriores ocasiones: acuerdos. “Estoy de acuerdo con las reglas del juego”, o “Mi acuerdo es no estar de acuerdo con las reglas del juego”. Pero la mayoría de los que  acordamos en no estar de acuerdo con las reglas del juego tampoco estamos haciendo nada al respecto; sencillamente, continuamos dando una cantidad enorme de poder a esas estructuras invisibles que mueven las cosas alrededor nuestro y a las que nos vemos sujetos.

¿Saben? Hace tiempo, cuando el oro y la plata eran las bases del comercio, podíamos saber cuánto poseíamos exactamente y cuánto teníamos en las manos. Después, se pasó a la moneda, a la que podíamos añadir valor si conseguíamos reunir mayores cantidades; con la aparición del papel moneda, es cierto que podíamos hacer más cosas, pero también estábamos limitados por la cantidad de oro, de manera que resultó más sencillo prescindir de los estándares del oro para imprimir más billetes.  Estados Unidos, como primera reserva monetaria  mundial, hasta ahora podía imprimir todo el dinero que quería y el resto del mundo tenía que seguir su juego. Hoy día, incluso eso está cambiando, hasta al punto de que en  el 2025 ya no existirá el papel moneda tal como lo conocemos: o bien tendremos un trozo de plástico, o bien nuestros datos se encontrarán computarizados, en cuyo caso, la capacidad de controlar nuestras riquezas y nuestro bienestar se encontrará en manos de algún sistema de ordenadores en algún lugar del mundo. De manera que, en ese proceso de cambio del que hablamos, la responsabilidad y el estar de acuerdo o no se vuelven muy importantes porque, al mismo tiempo, serán  los que determinen los nuevos puntos de inflexión que están entrando juego.

Hablemos ahora de uno de ellos, porque en lo sucesivo será de enorme  importancia. Al día 30 de junio del 2015, el gobierno griego acumula una deuda de 1.6 billones de dólares  a diferentes instituciones y bancos. Y es probable que, mientras estoy hablando, se esté anunciando el impago de esta deuda.  Resulta interesante ver cómo podemos vernos abocados a una situación precaria, especialmente en el caso de los griegos, al vivir dentro de una estructura de poder y control donde muchas cosas se han construido y forman parte de un equilibrio, pero en la que nadie está tomando responsabilidad alguna. Una estructura que, al mismo tiempo, comienza a ser cada vez más inescrutable en las transacciones que realiza.

Si nos remontamos a los orígenes de la creación de la Unión Europea y a la entrada del euro  en enero de 1999, comprobaremos que se dieron por sentadas algunas premisas que no eran del todo ciertas. Algunas de esas premisas eran: “Si elevamos el nivel de todos los países -miembro al mismo nivel que ya tienen Alemania y los países del norte (países que ya son productivos, ofrecen valiosos productos nacionales, bienes y servicios que intercambian en relaciones comerciales estables con otros), entonces podremos crear un inmenso estado europeo, unido, en el que sus miembros comerciarán entre sí con el apoyo de una moneda estandarizada. Era una buena idea, excepto por el hecho de que algunos países como Grecia arrastraban una enorme deuda y no producían mucho en comparación con Alemania; pero se les incluyó en este sistema y se les concedieron compensaciones económicas con el fin de intentar que su productividad llegará a equipararse algún día con la de Alemania. Después de 16 años, Grecia nunca alcanzó el nivel deseado y, en su necesidad de productos del exterior, continuó pidiendo prestado una y otra vez, hasta alcanzar los 1.6 billones a los que hoy asciende su deuda.

Aquí vemos cómo un proceso en el que la idea de sacar provecho, o la ambición, o las estructuras  invisibles de los gobiernos o de los bancos (quienes básicamente partían de la creencia de que podían hacer funcionar las cosas a la vez que sacar inmensos beneficios para sí mismos), pueden llevar a todo un pueblo que no había entendido “el acuerdo”, o no había asumido su responsabilidad, a una situación en que se les pide que sean ellos quienes  paguen las consecuencias del desastre. Esto es algo que veremos ocurrir en todo el mundo durante los próximos meses y años.

Al día de hoy, la ciudad estado de la isla de Puerto Rico debe 42 billones de dólares, y lo cierto es que tampoco pueden pagar la deuda. De manera que comenzamos a ver las grietas que existen dentro de las reglas de “Aquel o aquella que tiene el  el dinero”.

El euro continuará adelante, Grecia representa sólo un 2% de las personas que lo utilizan, y es probable que en un futuro próximo el euro se haga más fuerte y todo el mundo se olvide de Grecia.

Pero, a pesar de que la industria bancaria también intente olvidarlo, el verdadero desafío sería lo que sucedió en el año 2008 cuando el sistema financiero mundial estuvo a punto de colapsar y estuvimos muy cerca de experimentar su hundimiento a nivel global. Desde entonces, la causa del problema no se ha resuelto aún y el riesgo es ahora cinco veces mayor de lo que era en el año 2008. Si países como Grecia y Puerto Rico se declaran insolventes a la hora de afrontar sus deudas, no habrá suficiente dinero en el sistema bancario para poder sostener un impacto significativo al mismo sistema; de igual manera que si todo el mundo quisiera retirar sus ingresos al mismo tiempo, no habría manera de que los bancos pudieran hacer frente a la situación.

Así que, en estos momentos, podemos ver cómo el estado de estos puntos de inflexión sale a la luz y se abre paso hasta la conciencia de la población mundial. Y ahora, la pregunta es, como siempre: ¿Qué elegirás tú? Estas son las realidades externas pero, de la misma manera, existen otras realidades internas.

Éste aspecto de hacernos responsables, de estar preparados al conocer lo que ocurre en el mundo exterior es una cosa, pero ¿cómo vemos el cambio de conciencia  a nivel interno? Dentro de esas cuestiones de poder, control, juicio y resistencia a los cambios, ¿cuánto de todo eso reproducimos de alguna manera en nuestro interior? ¿Cómo vemos nuestro mundo desde esa perspectiva de “sacar provecho” o de no asumir ninguna responsabilidad frente a la posibilidad de promover un cambio hacia un estado de equilibrio y bienestar?

Durante el 2015 se están poniendo de manifiesto muchas de esas experiencias que hasta ahora no podíamos ver, tanto en nuestro interior como en el exterior, para que puedan ser despejadas definitivamente. ¿Qué elegiremos? Este proceso que experimentamos ahora sólo va a intensificarse. No decimos esto para provocar miedo, se trata simplemente de lo que ya está ocurriendo a medida que estos cambios y puntos de inflexión continúan creando más y más tensión; tanto si se trata de lugares como en mar del sur de China o de las  guerras cibernéticas  entre países, de un cambio en las condiciones de bienestar en zonas como Japón, Europa o los Estados Unidos a favor de los mercados asiáticos: todo ello está creando un cambio de conciencia. Aunque, en términos reales, en un 1% se trata de tí y de mí y de qué elegimos. De manera que siéntate, échate hacia atrás y observa de forma neutra y sin miedo para decidir qué eliges, porque estos cambios se van hacer más y más visibles, tanto dentro de nosotros como en el exterior.

Hasta el próximo mes. Bendiciones.

Jim Self


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