La tradición esotérica enseña que el ser humano está compuesto por múltiples capas de existencia. El aura, lejos de ser un concepto místico abstracto, es una manifestación real de los cuerpos sutiles: físico, etérico, emocional, mental y espiritual.
Cada uno de estos cuerpos vibra en una frecuencia distinta y cumple una función específica. El cuerpo etérico sostiene la vida física, el emocional expresa nuestro mundo interior, el mental define nuestros pensamientos, y el espiritual nos conecta con lo divino.
El aura
actúa como un campo de protección, comunicación y resonancia. Es un espejo y un
archivo. Todo lo que pensamos, sentimos, decimos y consumimos queda impreso en
él. Comprender su estructura es una llave para la verdadera autogestión
energética.
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