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17 de abril de 2011

El Festival de Pascua

Cada año celebramos la Pascua en la primera Luna Llena de Primavera, en el hemisferio norte, o de Otoño en el hemisferio sur. De éste modo comenzamos un nuevo ciclo anual con el Primero de los Tres Festivales Espirituales.

El Festival de la Pascua cae en el signo del zodíaco de Aries. Aries está en el comienzo de este signo, igual, si nos movemos en la rueda de la vida de la personalidad en sentido horario, hacia Tauro por Piscis; o si avanzamos en sentido contrario, hacia Piscis por Tauro. En el signo de Aries comienza el gran ciclo del círculo. Es a través de este signo zodiacal que el Primer Rayo de Voluntad - Poder llega a la vida en el planeta.

En el libro "Los Trabajos de Hércules", Aries es descrito como el signo del intelecto, como un signo de fuerza mental. Todo principio tiene su origen en el plano mental y en la mente del creador. La familia humana, el cuarto reino de la naturaleza, tomó consciencia de sí misma cuando se originó la capacidad intelectual, la cual diferenció al hombre del animal. La nota clave alude también al plano mental.

En el signo de Aries celebramos la Pascua. Es recomendable reflexionar sobre esta fiesta. El libro "La Reaparición de Cristo", describe a la Pascua como el gran festival de todos los cristianos en el hemisferio occidental, como el Festival del Cristo resucitado. Cristo es la expresión del Amor a Dios.

En la Pascua celebramos la resurrección a una vida nueva e inmortal, dicho en otras palabras, a la vida misma. Cristo, el Hijo de Dios, que a través de Jesús se tornó hombre, fue el primer Hijo del Hombre que probó que la muerte no tiene poder sobre la vida. La muerte puede destruir sólo la forma, desintegrarla en sus elementos componentes, cuando ella se vuelve inservible para la vida. ¿No es acaso ésta una benéfica y creativa función?, ¿no vemos acaso en la dificultad cotidiana mundial la eliminación de los desechos, la destrucción de la forma, por nuestra parte?

¿Qué pasó en el primer Festival de Pascua hace 2000 años atrás? Cristo, como hombre, nos mostró el Amor espontáneo en la vida cotidiana, cómo nosotros podemos y debemos practicarlo con nuestros semejantes. Esto halló buena y difundida acogida entre las personas, si bien que superficialmente. Fueron las mismas personas, aquéllas que gritaban: "Hosanna", durante la entrada triunfal en Jerusalén, que días más tarde, gritaban: "crucifícalo". Las clases privilegiadas, con sus propósitos de dominio, se sintieron amenazadas por Cristo. Él, con su modo de amar a la vida y su manera de hablar, se volvió peligroso para ellos; y por esta razón lo mataron crucificado. De este modo, el asunto estaba resuelto para ellos; el hombre, la forma visible había sido exterminada y ya no existía más.

Tengamos presente que Cristo hizo todo esto por voluntad propia. Él conocía su poder para poder evitar todo, si lo quisiese. Él pudo haber huido, de igual modo como lo hicieron, por intuición, José y María con el niño recién nacido, por causa de Herodes. Pero a pesar de todo, Él fue conscientemente a Jerusalén. Él sabia que sólo de este modo podía mostrarnos, en forma práctica, que la muerte puede destruir únicamente la forma visible y transitoria, pero no el aspecto de la vida misma. Para nosotros, en el mundo exterior, esto es muy difícil de comprender.

Inclusive sus discípulos, con los cuales vivió durante tres años y a los cuales les enseñó que Él debía morir y que luego resucitaría, mismo así, aquél Viernes Santo, pensaron que todo se acababa. Extrañamente, después de su resurrección, Él se había aparecido a unas mujeres que pertenecían al círculo de los discípulos. Ellas dieron las nuevas a los apóstoles y a los demás.

Con este hecho, acaecido hace 2000 años atrás, comenzó algo nuevo y radical para la humanidad. El hombre aprendió que la tan temida muerte, al final de cuentas, no tiene poder sobre la vida. Hoy, el Evangelio nos habla de esta resurrección, hecho que en aquel entonces, también pareció increíble.

Pues bien, ya hace 2000 años que celebramos el Festival de la Pascua, el Festival de la resurrección. Pero, ¿cómo es hoy nuestra convicción de esto?, y ¿qué efecto tiene sobre nuestras vidas?, ¿creemos en la posibilidad de nuestra propia resurrección?, ¿es la resurrección un hecho del futuro, o es un proceso largo que ahora comienza o que ya ha comenzado?, ¿es la resurrección un acto definido para nosotros, o tenemos que lograrlo todavía?, ¿es ello un asunto normal en nuestra vida cotidiana?

Reflexionemos un poco sobre este tema. ¿Qué es lo que nos conduce a la resurrección, o qué lo impedirá? De algún modo tenemos consciencia de las dualidades siguientes: alma y personalidad, espíritu y materia, Dios y hombre. La toma de consciencia de la personalidad fue un largo y difícil proceso de desenvolvimiento a través del camino de la evolución y, sin embargo, ésta es, simplemente, un paso necesario en pos de una finalidad todavía por venir. La naturaleza inferior del ser humano tiene que ascender, voluntariamente, a la cruz y morir en ella. Este hecho no acontece necesariamente en forma dramática como fue el caso del Gólgota, pero, ello es inevitable para la resurrección a una vida nueva.

Nosotros tenemos la posibilidad y, de igual manera la ocasión de matar, cada día, un pedacito más de nuestra personalidad. El desenvolvimiento y el uso de nuestra innata capacidad de discernimiento nos pueden ayudar en esto. Cristo nos prometió vida y vida en abundancia. ¿Qué quiso decir Él con esto, abundancia material o abundancia de la vida misma?

La transformación de la personalidad en un ser espiritual, en el Cristo, en el Hijo de Dios se consume a través de la muerte de la naturaleza inferior del ser humano, y ésta es una condición previa para la resurrección. Al final, la vida vence. Vayamos en pos de la vida y no demos importancia a todo aquello que obstaculiza. ¿Acaso no es ésta nuestra tarea en la vida?

Fuente: Toñy Polo.

Namaskar
G S

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