Hermanos, que la gran fraternidad humano-devica nos asista para que
cumplamos nuestra parte en el Trabajo Uno.
“El comienzo marca la trayectoria”. Es una enseñanza del Maestro
Omraam Mikael Aivanhov Cuando estemos por iniciar algo, desde un viaje, a
un negocio, pasando por una capacitación y hasta un nuevo trabajo, marquemos el
inicio con lo mejor que tengamos, con el mejor ánimo, con la mejor actitud,
haciendo las cosas en forma consciente y voluntaria. Empecemos, lo que sea, con
la marca del servicio, la marca del amor y de la buena voluntad.
En este tiempo de inicios, preparémonos con la mayor buena voluntad para
iniciar un año lleno de buena voluntad, de vocación de servicio y de amor.
Demos gracias por todo lo que nos va a ocurrir, por todo lo que vamos a vivir,
copiemos a Cristo que, primero bendijo y dio gracias por los panes y los peces
y luego la Ley Divina le devolvió la bendición multiplicándolos y dándole la
oportunidad de dar de comer a toda la multitud hambrienta.
Nosotros comencemos este año, dando gracias por todo lo bueno, todo lo
bello y todo lo verdadero que viene a nuestras vidas y a la vida de la
Humanidad, a quien pertenecemos.
Marquemos este inicio sabiendo que hemos venido a la Tierra como hijos
de los hombres para convertirnos en los Hijos de Dios, en los Hijos del Sol.
Comencemos cada mañana, al amanecer sabiendo que ese día se abre para
nosotros, para que lo podamos llenar de belleza, de armonía, de perdón, de
redención.
Caminemos desde la mañana temprano sembrando flores por donde quiera que
vayamos, sembrando flores de esperanza, flores de reconocimiento, flores de
gratitud, flores de aceptación y recordemos que “nunca volveremos a pasar por
el mismo camino”. Porque aunque pasemos por el mismo lugar, ese lugar nunca es
el mismo, como dijo Heraclito “no nos bañamos dos veces en el mismo río”.
No perdamos la oportunidad de marcar cada comienzo y llenémoslo de todo
lo que deseamos ver en nuestra vida.
En profunda comunión
Marta N. Pailllet
"Un día Paganini vio a un mendigo ciego que tocaba el violín en una calle. Como
nadie le daba nada, se acercó a él, le cogió el violín de sus manos y se puso a
tocar. Inmediatamente, los sonidos que salían del instrumento atrajeron la
atención de los transeúntes; se formó una aglomeración, y las monedas empezaron
a llover. Cuando Paganini acabó de tocar el fragmento, el platillo estaba
lleno. Devolvió el violín al mendigo y continuó su camino. ¡Qué magnífico
gesto!
Pensaréis: «Sí, pero Paganini era un virtuoso y ello le proporcionaba
grandes posibilidades. Nosotros no tenemos ni dinero ni un violín para ayudar a
los desgraciados que encontramos en nuestro camino.» Tal vez, pero poseéis el
pensamiento. Así pues, deteneos en algún sitio, concentraos y proyectad sobre
los transeúntes vuestro deseo de dar. Algunos harán lo mismo por vosotros y
habréis participado en esta donación. No es indispensable que seáis vosotros
los que deis a los que tienen necesidad de ayuda, pero podéis hacer que vuestro
amor se manifieste a través de los otros."
Omraam Mikhaël Aïvanhov
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