¡Hermanos, que la confraternidad de ángeles y humanos
se fortalezca en la Tierra!
El poder que le da a nuestra vida entrar en el
Ritmo, en la vida regulada por el Alma, nos saca de la rutina y de los viejos y
dañinos hábitos y nos coloca, majestuosamente en el Ritual.
Un aspirante a servidor, alguien que ama el
Servicio y encuentra alegría en el servir, sabe que está caminando para
convertirse en un Alma encarnada en la forma, y que ahí está, el que de verdad
puede servir.
Mientras caminamos hacia ese estado, que
alcanzaremos rápidamente si aprendemos a vivir en la conciencia del servicio
grupal, es bueno que, nos comportemos “como si” ya fuéramos el Alma sirviendo
en la forma.
El Alma sirviendo en la forma vive la vida con
alegría y todo lo hace para cumplir con la Voluntad de Dios. Se relaciona con
sus hermanos en el perfecto ángulo recto, no con el ángulo agudo, donde piensa
y se sirve más a si mismo que a los demás, tampoco en el ángulo obtuso donde
vive pendiente de los que los demás quieren y lo hace, sin considerar si es o
no Voluntad de su Alma que eso ocurra.
Cuando el Alma ha tomado el comando, la vida fluye
a través de nosotros y se nota hasta en nuestros movimientos, en nuestras
palabras, en el tono que usamos y en la postura desde la cual nos relacionamos
con los otros.
Actúa como si el Alma estuviera al comando y saluda
a todos, sonríe y da las gracias por cada pequeño servicio que recibes, sobre
todo da las gracias a los que todos los días y por muchas horas permanecen
cerca de ti, sirviéndote y apoyándote en tu casa, en tu lugar de trabajo.
Cuando el Alma está en nosotros podemos dar las
gracias al Sol y a la vida por cada nuevo amanecer y al atardecer en ese
instante en que el sol pasa a alumbrar otra zona del planeta, invocar el Fuego
Violeta a través de decretos como servicio a todo lo que respira. Que
todo lo que vibra reciba un baño de Luz Violeta purificadora, transmutadora.
Cuando vivimos en la Luz del Alma sabemos que somos
uno con cada humano de la Tierra y que lo que pensamos de cada uno, lo que
sentimos sobre cualquiera, lo que hablamos de otra persona, lo estamos haciendo
sobre el cuerpo de humanidad, es decir sobre nosotros mismos.
Que la visión de la Vida Una se encarne en todos y
cada uno de nosotros. Que difundamos la Luz en forma de alegría.
Desde el fuego del corazón,
Marta N. Paillet
No hay comentarios:
Publicar un comentario