Mes de
Escorpio
Todos
tenemos dos naturalezas, una mortal y una inmortal. La naturaleza mortal es el
cuerpo y la inmortal es la Conciencia. A través de una serie de encarnaciones
la Conciencia se va integrando con la materia hasta un punto en el que logra
transformar tanto su naturaleza mortal que la hace inmortal.
La
conciencia cerebral del ser humano común no percibe su inmortalidad. Muere para
volver a renacer y así va pasando vida tras vida, sin ninguna continuidad de
conciencia. Para él, la muerte es la amenaza perenne de su vida. Pero a medida
que va evolucionando y aunque todavía la idea de morir le atemorice un poco,
empieza a encontrar razones para creer en su inmortalidad.
Sabemos
que la materia puede cambiar de forma pero es indestructible. Si logras
conectarte con esa vida que todo lo impregna en la naturaleza; si te conectas
con lo que está detrás de todo lo creado, entras en contacto con lo inmortal.
Inténtalo. Una vez me conecté con una brillante estrella y sentí que la vida
del espacio estaba en mí con tanta fuerza que aquella estrella era la luz de
uno de mis átomos. La miré y dejé que su luz y mi luz se hicieran una. De
la misma manera lo puedes hacer con todos los elementos de la naturaleza. Con
el sol puedes descubrir el fuego que habita en ti; con el mar, sentir las
infinitas corrientes de vida que circulan en tu interior, con el viento puedes
volar por tus espacios internos…
La
inmortalidad física, que es posible para el ser humano, radica en el vehículo
etérico y no en el cuerpo biológico y animal, que no es un principio en la
creación. El cuerpo etérico, sustento y molde energético del biológico, es
considerado por los Maestros como el verdadero cuerpo físico. Allí se
encuentran los centros de energías (chakras) que distribuyen la energía vital y
son las ventanas que tenemos hacia los mundos sutiles.
Durante
la época Lemuriana, el ser humano fue desarrollando principalmente dos centros,
el Base y el Sacro; y sus glándulas correspondientes, las adrenales y las
reproductoras. En la Atlántida, el chakra plexo solar se desarrolló a tal punto
que los poderes síquicos, que nos conectan con el plano astral, se manifestaron
masivamente. El páncreas, el hígado y el estómago se fueron perfeccionando.
Posterior a la Atlántida, el centro laríngeo el asiento de la inteligencia del
hombre comenzó a desarrollarse. La glándula correspondiente, la tiroides se
activó y ahora controla una gran parte de las funciones vitales. La humanidad
avanzada va abriendo sus centros superiores (corazón, entrecejo y coronario).
Cuando el chakra del entrecejo se activa, el ser humano se convierte en una
personalidad completamente integrada. La glándula pituitaria, exteriorización
física de este chakra, aumentará su influencia. Cuando el centro cardíaco entre
en pleno funcionamiento también se activa la glándula timo fortaleciendo
grandemente el sistema inmunológico. Y cuando el chakra coronario, el
centro de la cima de la cabeza, entra en pleno funcionamiento, la glándula
pineal comienza a funcionar a plenitud y el ser humano termina la construcción
de su Cuerpo de Gloria, el etérico, que ahora es inmortal.
Cuando
los tres centros mayores, el centro del entrecejo, el coronario y el corazón
funcionen coordinadamente y las tres glándulas (pineal, pituitaria y timo) se
desenvuelvan plenamente, percibiremos el Propósito Divino, tendremos la visión
intuitiva del Plan y la actividad creadora resultante tendrá una dirección
espiritual. De la misma manera, cuando las glándulas: pineal, timo y tiroides
entren en una estrecha y nueva relación, tendremos un cuerpo más refinado.
“Hombre
avanzado es aquel que une los dos centros mayores, el coronario y el cardíaco,
en un instrumento sintético y cuyo centro laríngeo vibra al mismo ritmo”. D.K.
La
evolución va esculpiendo en la sustancia del ser humano una figura más
perfecta. El cuerpo humano no es un producto acabado, está en pleno desarrollo
y sus posibilidades son infinitas. En determinado momento, arrojaremos el
cuerpo biológico, como quien se quita una piel que ya no necesita más. El cuerpo
etérico habrá llegado a tal grado de perfección que expresará el divino diseño
y podrá mantenerse intacto sin necesidad de la forma densa.
Ese día
llegará. Y así, un día, en el devenir del tiempo, cuando abandones tu cuerpo en
eso que llamamos muerte, tu cuerpo etérico no se desintegrará, y si vuelves a
nacer recordarás tus vidas y tendrás continuidad de conciencia.
Eleva los
ojos al firmamento y conéctate con la vida inmortal que se manifiesta a través
de todos los elementos de la creación. Tú eres parte de esa vida que fluye
libre por el Universo. Y en esa conexión, percibe tu inmortalidad.
Con amor
eterno,
Carmen
Santiago
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