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20 de agosto de 2020

Cómo aceptar el dolor y convertirlo en fortaleza

Por Natalia Carcavallo

El astrólogo Alejandro Lodi hace foco en el don de la herida. Explica la necesidad de atravesar el sufrimiento para llegar a una instancia de sanación. Qué es la resiliencia y de dónde surge. 

La herida es el lugar por dónde entra la luz. Rumi

En estos meses en los que todos nos hemos contactado con el dolor de las heridas profundas que aún no terminan de cicatrizar y con algunas otras inesperadas, producto de este tiempo inédito, urge intentar encontrar un sentido que inicie un movimiento de sanación, de comprensión, de aceptación y de nueva fuerza.

Sin embargo, cuando uno intenta encontrar el sentido, lo que hace es escapar de él con las artimañas de la mente y así se bloquea toda posibilidad de despliegue de una nueva vida, de una vida trascendente. “Necesitamos resistir a la necesidad de encontrarle una explicación al dolor. Hay que honrar el momento de duelo y atrevernos a sumergirnos en él. Es fundamental no sumarnos además la exigencia darle un sentido. En el momento del trauma, de aquello que vivimos de forma inesperada e injusta, es legítimo sentirnos atravesados por el dolor. Pero este tiempo es sólo una fase inevitable de un proceso que va a continuar. La experiencia de ser quebrado por el dolor da paso a otra cosa". Así lo afirma Alejandro Lodi uno de los más reconocidos astrólogos de Argentina y autor de Quirón, el don de la heridael símbolo de la resiliencia en Astrología.

“Hay un abuso del concepto de resiliencia, una mala interpretación. La resiliencia no es un talento voluntario, no parte de las ganas o de la fuerza que uno tenga para recuperarse de un dolor y hacer algo creativo o superador con él. Es un don del alma que, en algún momento, y por algún lado, brota. Este proceso no responde a los tiempos del Yo ni de la voluntad personal, sino a los tiempos de algo que nos trasciende. Es un proceso orgánico del alma que hace que, del trauma, surja una dirección, un sentido, un nuevo talento. Lo que aparece en nosotros no cicatriza la herida, pero nos abre una posibilidad de nuevas direcciones, nos reenfoca, quizás, hacia 'un nuevo hacia dónde' que jamás hubiésemos sido capaces de imaginar. Tal vez, nos convoca un amordazado anhelo del alma . En algún momento se hace evidente, en la conciencia, la dirección que ha tomado la vida partir del hecho que hubiésemos preferido evitar vivir. El dolor, al fin, nos obliga a contactarnos con algo más sagrado en nosotros mismos, algo trascendente".

Lodi es provocativo en un buen sentido. Leerlo provoca cosas. Desafía, abre posibilidades y despliega significados como la misma astrología, lenguaje en el que se especializa.

Su último libro es un estudio profundo sobre Quirón, ese símbolo, esa potencia y esa energía que todos portamos y que nos permite recordar que en la desgracia, hay una gracia. Que ese inmenso sufrimiento que nos acompaña como una llaga incurable, despierta, en nuestra intimidad, fuerzas de resiliencia desconocidas. Este libro puede ser leído por astrólogos y estudiantes de otros lenguajes sagrados, por supuesto. Sin embargo, también contiene una información vasta y reveladora para quienes sientan el llamado de profundizar en estas experiencia de transformación, entiendan o no el lenguaje astrológico.

 “Quirón, puede convertirse en un portal de sabiduría y transformación interior de riqueza inconmensurable, afirma Lodi.

El dolor individual y colectivo al que nos enfrenta la Pandemia

“Este tiempo de pandemia, además de un cachetazo al ego, es un punto de partida. Necesitábamos partir de este movimiento para desarrollar el gran viaje de la conciencia", explica el autor.

"Somos convocados a esa experiencia de dolor individual y colectivo, a través de un propósito misterioso, pero que tiene que ver con nosotros. Nuestra vida está movilizada y estimulada por propósitos que exceden nuestra comprensión racional, sin embargo, en algún momento, cierto sentido aparece a partir de una comprensión sensible: comprensión que acepte no entender. En este tiempo somos llamados a reconectar con nuestra humildad y he aquí, el inicio necesario de un despliegue mayor. Esta experiencia quironiana instala una nueva normalidad. No se trata de pasar el mal momento para volver a la vida tal como era antes. Todo lo acontecido exige despedirnos de aquella vida. Todos estamos obligados a hacer el duelo para poder tomar una nueva dirección” explica Lodi

La resiliencia no es un talento voluntario, no parte de las ganas o de la fuerza que uno tenga para recuperarse de un dolor y hacer algo creativo o superador con él.

“Todavía estamos en el momento crítico del trauma en dónde las reacciones regresivas pueden tener vigencia. Aún pueden prevalecer reacciones y explicaciones simplificadas. ¿Cuáles? Encontrar rápidamente un culpable y un argumento que nos convenza que esto no tendría que haber ocurrido. Si nos cristalizamos aquí, se anula toda posibilidad de evolución”, resume. Esto que Alejandro Lodi describe para lo colectivo, también es de aplicación en nuestra vida individual.

“Sostener de forma caprichosa que esto no debería estar sucediendo o que es culpa de alguien más, bloquea la posibilidad de que se revelen las señales para encontrar un nuevo hacia dónde. Cuando uno tiene una explicación muy certera de por qué sucedieron las cosas no puede surgir nada nuevo”.

En cuanto a cómo va a concluir el proceso, Lodi detalla: "Para salir de la rueda de repetición, de la regresión y estar al alcance de la respuesta creativa, es necesario desistir del encanto de echar culpas o indignarnos con quien parece el responsable, el malvado de turno”.

Así como el relato de la famosa serie Dark, se organiza bajo la afirmación: “La pregunta no es dónde está Mikkel, si no cuándo está“, Alejandro Lodi sostiene: “No es un por qué ni un para qué si no un hacia dónde”.

Necesitamos pone el foco no en lo que nos pasa, si no el cómo estamos viviendo lo que nos pasa. El trauma pone una dirección. Orienta la conciencia hacia un rumbo no imaginado.

Quirón: el sanador herido

“La cualidad del símbolo de Quirón alude a un sabiduría profunda acerca del dolor. Permite un conocimiento tan íntimo del sufrimiento que termina transformándose en talento curativo, con la particular característica de que sólo puede ser ejercido para aliviar el padecimiento de los otros, no el propio. Será una herida siempre abierta que nos permite desarrollar compasión por aquellos que la sufren y acompañarlos en su sanación. Nuestro aspecto quironiano es el que puede curar porque sufre, no porque haya sanado su herida. Podemos ayudar a sanar a otros no porque hayamos sanado si no porque conocemos esa herida. Sin embargo, no podemos curarla en nosotros mismos”. Además de esta contradicción, Lodi explica: "La otra potente paradoja que encierra Quirón es que “si acepto el dolor en mi vida, es posible que sienta menos dolor”.

“El trauma y el dolor vivido como una fatalidad, aunque no lo hayamos elegido voluntariamente, nos convoca a una nueva dirección y revela un sentido de nuestra vida que tiene que ver con algo que va mucho más allá de nosotros mismos. Está en estrecha relación con el alma y con los otros. En la vincularidad es en dónde el sentido aparece. Para dar un paso hacia la nueva vida, es necesario trascender el primer impulso de repliegue que nos hace aislarnos del mundo. Algunas personas se quedan aferradas a la experiencia individual y sienten que su dolor es absurdo, que han fallado, que son insuficientes, frágiles y sólo pueden conectar con el sinsetido, con el hecho como un castigo o como una injusticia. Recrean en su mente una y otra vez, fantasías perjudiciales ancladas en el 'que buena vida tendría si esto no hubiese sucedido'. Es esencial dejar el relato que nos quiere convencer de que la experiencia de dolor es una falla personal y que la única manera de sobrevivir a ella es dejar de interactuar con el mundo

Aquello que en lo personal aparece como una experiencia sin sentido, adquiere otro significado cuando logramos confiar y permitirnos dar un paso hacia la dimensión transpersonal. Esto es lo que Alejandro Lodi llama “nacer a un sentido trascendente”.

Que así sea.

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