"El día tiene cuatro puntos cardinales, la mañana, el mediodía, el anochecer y la media noche. En un mes hay luna llena y luna nueva y dos medias lunas. Los cuatro puntos cardinales del año (solsticios y equinoccios) son vistos como puntos de iniciación en términos de la energía solar.
El solsticio de Capricornio es el amanecer del año. El solsticio de Cáncer es el crepúsculo del año. El mediodía es el equinoccio de Aries. Y la medianoche es el equinoccio de Libra.
El Sol representa nuestra conciencia o el alma y la Luna nuestra mente, la personalidad. La Tierra es estimulada por la energía solar particularmente durante los cuatro puntos cardinales del año.
En estos días, hay un influjo incrementado de energía solar. Por lo tanto, deberíamos guardar estos cuatro días libres y alinearnos a las energías, para que seamos iluminados por la energía del Sol. Deberíamos consumir solo comida ligera, evitar interrupciones, y permanecer en una actitud meditativa durante este tiempo.
ASCENSO HACIA LA LUZ
En
el viaje del Sol desde Cáncer hacia Capricornio, el espíritu desciende en la
materia. Desde el solsticio de Capricornio el Sol comienza a ascender
nuevamente hacia el espíritu. Las historias de serpientes y de águilas están
relacionadas al eje entre estos dos signos. Las serpientes descienden, las
águilas vuelan hacia arriba.
En
Astrología Espiritual, Capricornio es llamado la montaña y Cáncer el abismo.
Cáncer es considerado como el lugar para la encarnación del alma, la entrada en
la vida y Capricornio como la puerta para su liberación, la salida. En muchas
culturas, existen historias acerca del Dios Solar, quien muere de modo de tomar
un nuevo nacimiento. Ellos también ilustran el fenómeno de la creación, la que
pasa a través de nacimiento y muerte en el curso de la rotación de la gran
rueda.
LA
NAVIDAD ESOTÉRICA
Desde
la antigüedad, el solsticio de Capricornio es celebrado como el día en que nace
el Salvador. En los ashrams en diferentes partes del mundo, se realiza el
ritual del nacimiento del Salvador con la intención de que el Señor pueda nacer
en nosotros y ascender hacia los más elevados reinos de la Luz. Es este día,
grandes almas descienden en un cuerpo para cumplir con el divino propósito.
Jesús
el Cristo nació durante las horas del solsticio de Capricornio y por lo tanto
se le ve como un Salvador. En los primeros siglos su nacimiento fue celebrado
el 22 de Diciembre (solsticio de Capricornio), pero más tarde la fecha fue
pospuesta por razones políticas para el 25 de Diciembre.
Cuando
a medianoche del solsticio de invierno entra el Sol en el signo de Capricornio,
esta es la quinta casa contando desde Virgo, indicando el nacimiento de un
niño. Por lo tanto, al Sol entrando en Capricornio se le llama el Hijo de la
Virgen. Sus rayos rojizos son considerados por los videntes como la sangre del
Salvador. Estos rayos dadores de vida del Sol purifican los apegos físicos y
despiertan a una nueva vida. Ellos son el alimento de la vida espiritual y nos
ayuda a orientar la conciencia hacia lo superior.
SOMOS
ÁNGELES SOLARES
El
Sol en Capricornio nos da la Fortaleza para volver de Nuevo a la Fuente. El Sol
es el señor de nuestro sistema solar y el representante de algo más elevado.
Nos unimos con él, porque somos uno de sus rayos. De éste tenemos nuestras
almas. Por nuestra propia naturaleza somos Ángeles Solares, Hijas e Hijos de
Dios que hemos venido al planeta para adquirir experiencia humana. Hemos
olvidado nuestra identidad original y nos creemos seres terrenales. La
identidad original es YO SOY.
Con
el movimiento ascendente del Sol, nosotros podemos fácilmente ascender de la
oscuridad a la Luz; éste es el ascenso en conciencia desde la materia al
espíritu y desde la ignorancia al conocimiento. Es un momento propicio para
unirnos en este ascenso introduciendo en nuestra vida diaria un mejor ritmo,
deseos, pensamientos, palabras y acciones más elevadas.
En
estos días podemos meditar visualizando un loto de 8 pétalos en el Alto Corazón
(más arriba del corazón físico) y entonar el mantra OM NAMO NARAYANAYA. Estos
sonidos no son un nombre, son sonidos potenciales que nos facilitan que
retornemos a nuestro centro interior, a la Fuente.
“¡Que
Así Sea!"
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