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12 de agosto de 2022

Transmutación Química y Humana

Conferencia de Vicente Beltrán Anglada en Barcelona, el 14 de abril de 1981.

La mutación en el aspirante y las energías del Universo. Los protones, electrones, los cuatro éteres, sobre el hidrógeno y el anouk. La levitación. Tiempo, espacio y pensamiento. La expectación o "técnica" de la Nueva Era. La Taumaturgia. El miedo, las enfermedades, el egoísmo. Invocación y evocación. Los problemas, su enfoque y la atención. Reducir el tiempo y ampliar el espacio.

Vicente. ―… llegando a la conclusión de que en el devenir de esta ciencia existen grandes acontecimientos –los nuevos tiempos siempre dan grandes acontecimientos– dentro de los cuales si la ciencia parapsicológica no es llevada adelante por la psicología concreta, racional, es fácil que se quede en el devenir de la no-experiencia dentro de este campo fecundo de los poderes psíquicos.
Hay poderes psíquicos y poderes espirituales. Nos interesa profundamente saber lo que son poderes psíquicos y lo que son poderes espirituales. El poder psíquico pertenece al equipo de la personalidad y el poder espiritual es el propio Ser, él en Sí mismo, nosotros en la esencia del propio Ser. Por lo tanto, dentro de un devenir de acontecimientos nuevos deberemos acatar el rumbo de los hechos con una mente muy analítica, siendo psicólogos en todo el devenir de los hechos que podamos efectuar durante el curso de la existencia, y que el poder psíquico quede siempre relegado a un segundo término para que pueda ser controlado por la parte espiritual, el aspecto esencial del Ser. No hay que luchar contra el devenir de los poderes, hay que abrirse a todas las corrientes de vida, sólo se le exige al investigador esotérico que controle los poderes, que se controle a sí mismo, que entre en el campo de la concepción superior, que entre en el campo de los acontecimientos racionales, porque si la mente no actúa en forma racional y científica los poderes psíquicos perderán su significado, y todo poder, sea el que sea y cual sea el plano en donde se proyecte, no es sino un sentido de la propia Divinidad en el ser humano.
Por ejemplo, el niño cuando nace el primer sentido que se le desarrolla es el oído; después el tacto, le siguen la vista, el gusto y el olfato. Lo mismo ocurre en el plano, digamos, psíquico, invisible, subjetivo. Se desarrolla primero la clariaudiencia; el segundo sentido que se desarrolla y que está trascendido afortunadamente es la mediumnidad, es el tacto, el contacto con el aspecto psíquico de la naturaleza. Le sigue después la clarividencia, y después el resto de los poderes en todos y cada uno de los planos. Pero, lo que interesa fundamentalmente es que seamos conscientes de que todos los poderes psíquicos, los sentidos y el devenir de los acontecimientos ambientales son cosas de la propia personalidad que están dentro del contexto de uno mismo, siendo el individuo el centro de toda acción, y siendo los acontecimientos reacciones en el éter. ¿Qué quiere significar una reacción en el éter? Cuando pensamos movemos cantidades inimaginables de energía, cuando sentimos (estamos) haciendo lo mismo, cuando hablamos estamos llenando el ambiente de formas geométricas aunque no nos damos cuenta, somos inconscientes de los poderes que hemos desarrollado a través del tiempo y que recién ahora están aflorando en forma de poderes parapsicológicos, poderes paranormales, poderes que van más allá del concepto que tenemos de tres dimensiones. Y todo esto es bueno porque si sabemos que el aspecto psíquico puede ser positivo o negativo, dependiendo del enfoque que le demos en nuestra vida cotidiana, tendremos en nuestro haber las llaves del ambiente y dejaremos de pertenecer al grupo de aquellas personas que están todavía atadas al inconsciente colectivo. ¿Qué es el inconsciente colectivo? Es la subconsciencia racial, es el conjunto de recuerdos y de experiencias del ser humano acumulados a través del tiempo en el plano astral, en el plano etérico o donde sea, pero son siempre aspectos de la energía que han quedado cristalizados en el éter. La facultad que tiene el individuo de recordar un hecho se debe a que está escrito en el éter, de no ser así sería imposible recordar. Y lo mismo que sucede con el individuo, con el ser humano, ocurre con todas las demás cosas y seres de la naturaleza. Cada cosa tiene su propio recuerdo, su propio contenido y todo tiene su inconsciente colectivo, si podemos decirlo de alguna manera. Entonces, lo que interesa es ser cada vez más nosotros mismos y pertenecer cada vez menos al inconsciente colectivo, siendo el inconsciente colectivo la base de la conciencia, (pero) ¡cuidado!, como el recuerdo es la base de la conciencia, no hay que despreciar un hecho porque sea relativo al cuerpo. Hay que comprender el hecho porque si no se comprende el hecho no podemos disolverlo, y el hecho debe quedar disuelto, la mente clara y tranquila, serena como un lago, cuando un lago está tranquilo se ve todo lo que oculta en su fondo.
Tenemos también el aspecto multidimensional de la conciencia y entonces ya tenemos que hablar no de poderes psíquicos sino de poderes espirituales. El poder espiritual es una emanación del Ser, es algo que no puede controlar, que está en la esencia de todas las cosas y se expresa esta esencia a través de una limitación en los vehículos, la mente, el cuerpo emocional y el cuerpo físico. Todo esto tiene una importancia desde el ángulo de vista psicológico y es desde este punto de vista que debemos hablar cada vez más dentro del esoterismo. Los términos místicos han tenido su momento en la vida de la humanidad, ahora se exige al discípulo discriminación y por encima de ésta (entrar en) el discernimiento. ¿Y más allá del discernimiento qué existe? Hay una tierra de nadie que todos desconocemos, que es la vida interna del Ser de la cual hemos oído hablar, hemos leído mucho acerca de esta vastedad inmensa, de este vacío inmenso de la naturaleza, pero concretamente no sabemos nada, ni aún hemos sido capaces de vivir alguna de sus experiencia.
Yendo ya al fondo de los acontecimientos con una mente muy analítica, vamos a examinar un fenómeno característico de todos los tiempos de la historia que es la Ley de transmutación, ¿Qué hay que entender por Ley de transmutación? La transmutación es el movimiento renovador de la propia naturaleza, que lo mismo abarca (no sólo) el contenido químico de la naturaleza con todo su inmenso conglomerado de átomos, moléculas y células sino que abarca la vida de la propia Divinidad, siendo el hombre el eje, el pivote alrededor del cual, parece ser, está oscilando la entera evolución planetaria. Y ustedes preguntarán por qué. Simplemente porque si nos atenemos al principio septenario del universo seremos conscientes de que el cuarto, el número 4, ocupa el centro de toda la evolución. Conocemos, primero, el reino mineral, el vegetal y el animal; después del reino humano se nos dice que viene el Reino de los Cielos y hay todavía dos reinos más que desconocemos, pero (todo está dentro de) el Plan Organizado, Jerárquico, social, (y) no simplemente místico sino mental en toda su extensión, en el que estamos tratando de buscar este centro, y si buscamos este centro forzosamente nuestra vida tiene que cambiar radicalmente frente a esta sociedad que nos rodea y dentro de la cual nos vemos inmersos. Entonces, cuando hablamos de la Ley de la Transmutación, cuando hablamos de esta ley renovadora llevada adelante por el espíritu de evolución de la propia Divinidad tenemos que enfrentar el fenómeno descrito como mutación. Hay una mutación permanente en la vida de la naturaleza que abarca todos los reinos y abarca los átomos en su más simple expresión –que luego examinaremos–. Existe también la mutación en la vida dentro de los hechos sociales de nuestro tiempo y de todos los tiempos. Tenemos también la mutación de las personas que están viviendo en otra dimensión. Existe la mutación del hombre espiritual, y para hablar del hombre espiritual debemos hacerlo de todo el conglomerado de hechos y circunstancias psicológicas que envuelven al ser humano, que empieza por el simple aspirante devocional lleno de misticismos arrobadores hacia la Divinidad, siguiendo por la ruta del discipulado, del discipulado en probación, del discipulado en aceptación, del discipulado en el Corazón del Maestro, del Maestro en toda la extensión del iniciado. Y todas estas cosas tan bonitas para nuestros oídos esotéricos, pero que quizás no dan la medida exacta del contenido psicológico y dinámico que exigen estos tiempos.

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