“En el mar agitado, un acantilado. Oro esparcido sobre huesos. Una vez que la acumulación ha comenzado, cuidado con interrumpirla”.
Según una historia, había un hombre devoto cuyo padre había muerto recientemente. Un adivino le aconsejó que enterrara a su padre en la entrada de una cueva marina. Sin embargo, la entrada de la cueva solo era visible una vez cada cien años, cuando las aguas retrocedían. Se decía que cualquiera que aprovechara este milagro obtendría una gran fortuna. Aunque tenía dudas sobre esta extraña, el hijo, en el momento indicado, arrojó el ataque al agua.
Pasado
un tiempo, comenzó a tener sospechas. Finalmente, fue a ver a otro adivino, un
rival celoso del primero, quien le aconsejó abrir el ataque. El joven hizo lo
que le dijeron. Al abrir el ataque, vio una capa de oro puro esparcida sobre
los huesos. Al interpretar este cambio en el cuerpo de su padre como una buena
señal, el hijo, lleno de remordimiento, quiso devolver el ataque al mar, pero
ya era demasiado tarde. No había forma de remediarlo.
Las
prácticas que haces para explorar tu mundo interior no deben interrumpirse.
Puede ser preocupante ver cuán poco progreso parece que haces en el día a día,
pero debes tener paciencia hasta que veas los beneficios a largo plazo de todas
estas prácticas y acumulaciones. El proceso de desarrollo es firme, pero lento.
Es mejor no empezar nunca este proceso que detenerlo a la mitad.
Fuente: Escuela Claridad
No hay comentarios:
Publicar un comentario