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22 de agosto de 2010
Alma - Personalidad
Por David Castro M.
En los textos esotéricos y también en poemas de clara tendencia mística, se puede leer que la obligación (anhelo para los místicos) de todo buen discípulo es lograr la integración entre el Alma y la Personalidad.
La personalidad es una fuerza que consta de tres fuerzas menores, la llamada tríada inferior: físico, emocional – sensorio y mente inferior, todas ellas si están unidas hacen un personalidad, fuerte, con un cuerpo emocional y mental que se expresa con fuerza en el plano físico.
Es evidente que en el mundo, no todas las personalidades son así, ya que hay muchas de ellas que adolecen de la “debilidad” o el “exceso” de alguna de estas tres fuerzas. Por ejemplo se puede dar el caso de una personalidad emocional y sensiblemente muy fuerte pero de una mente débil y que por tanto muchas veces malinterpretará sus capacidades de “sentir”, llegando incluso a padecer en su cuerpo físico el erróneo resultado de su “mal pensar”. Esta persona estará totalmente supeditada a su fuerte cuerpo emocional y deberá a aprender y llevar a la práctica el significado de las palabras discriminación y discernimiento, logrando con su aprendizaje un mayor nivel de concentración emocional positiva y bien dirigida, y por tanto una expresión física mas armónica.
¿Pero qué papel juega el Alma en estos procesos de integración de la tríada inferior en un todo llamado Personalidad?
En los libros de Alice Bailey, se nos dice a menudo, que el Alma es el hijo o aspecto Amor de la divinidad. Esto es así porque al Alma la sitúan entre la Personalidad y el Espíritu, también llamado Voluntad de Dios, mostrando con su capacidad flexible y amorosa la unión entre el Espíritu y la Materia.
También se nos dice que un Alma empieza a relacionarse con la personalidad, cuando está en el camino de retorno, es decir como en la parábola del hijo pródigo, cuando el hijo decide volver al padre, es cuando existe la posibilidad de tal relación, antes sólo existe la necesidad de saciar nuestra tríada inferior o vivir intensamente lo material; algo por otra parte correcto (según el grado de evolución) ya que todos los cuerpos deben ser vividos y desarrollados en su plenitud.
Pero cuando una personalidad empieza a flaquear, y ya no siente atracción por ciertos aspectos de la vida sino más bien está saciada, aborrecida, triste o impotente, es entonces cuando el Alma puede jugar su papel. Por tanto es en este estado “crítico” donde el Alma encuentra su oportunidad de vincularse al mundo físico a través de su “herramienta”, la personalidad, y a través de ella ejercer su trabajo: expresar el Espíritu o el Plan de Dios para con la Humanidad.
El Alma entonces da muestras de alivio a través de su poderosa energía: Amor incondicional, y procura hacer contacto con las fuerzas inferiores según sea la cualidad de éstas. Es decir si el “hijo pródigo” en cuestión tiene un cuerpo emocional fuerte procurará hacer contacto a través del Corazón, convirtiendo a la personalidad en una fuerza mística. Si, en cambió su cuerpo mas sano es el mental procurará hacer contacto a través de la Mente Abstracta, convirtiendo al afectado en un buen Esotérico.
Todos estos procesos son necesarios para la evolución de cualquier Alma, y así en muchas vidas se dará preponderancia a la emoción-Corazón y en otras a la mente – Voluntad, pero es la culminación y fusión de ambos lo que lleva al Alma a ser un perfecto Maestro de Sabiduría.
Qué es la Sabiduría sino la unión de la Voluntad y el Amor, mente y corazón.
Por tanto observémonos, y adquiramos conocimiento a través de nuestra parte de la personalidad más poderosa pero sin olvidar nunca la parte más débil, ya que seguramente ella es la piedra angular de nuestra correcta expresión en el plano físico.
Dejar al Alma hacer su trabajo es algo que nos vincula con la palabra aceptación, transformando con esta actitud el Karma en Oportunidad.
Namaskar
G S
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