por José
L. Stevens
El mundo corre a toda
velocidad, gira a gran velocidad, vuela a través del espacio alrededor del sol,
y viaja con el sol a una velocidad precipitada a través de la galaxia. La vida
en la tierra también se mueve con rapidez al igual que el cambio social y los
descubrimientos tecnológicos que ocurren a diario. Todo esto sirve para
acelerar nuestra mente tratando de abarcar la larga lista de desafíos desde
maniobrar con los correos electrónicos hasta mantenerse al día con facebook y
muchísimas otras exigencias que requieren respuesta. El potencial para
molestarse y reaccionar con irritación e impaciencia es muy elevado y nunca ha
sido más desafiante tratar de mantenerse neutrales. Claramente estos
tiempos en los que vivimos no son tiempos neutrales. Adicionalmente
cada día hay noticias que seguramente nos desequilibran emocionalmente de
alguna manera. Siria, Egipto, el cambio climático, la deuda
nacional, la bolsa de valores, la tasa de desempleo, el control de las armas de
fuego o la ausencia del mismo, y el estancamiento político, son unos pocos de
los temas susceptibles de hacernos reaccionar con desesperación, enojo,
frustración, ansiedad, temor o tr
isteza. Cada vez que reaccionamos
de esta manera contribuimos sutilmente a un mal sueño del cual no creemos que
iremos a despertar. Todas y cada una de las formas de resistencia tienden a
reforzar el status quo. A veces cuando señalo esto los oyentes (generalmente
guerreros), reaccionan con frustración y enojo. “¿Bueno, que se supone que
haga, que no me preocupe por nada?” responden sarcásticamente. “Si
no me intereso, nada cambiará. Tienes que luchar por lo que quieres, no
mantenerte ajeno o pasivo”. Cómo la mayoría de las personas están
hechas para la acción, ésta es un área natural de confusión. Ser
neutrales no significa ser pasivos o retraídos o ajenos, significa no hacer
nada para contribuir aún más al problema. Así que ésta es una gran
área de equivocación y aquí quizás yo pueda contribuir a aclarar la confusión
en aras de que puedan entender la mecánica de la transformación y puedan
dedicarse a terminar con la vieja pesadilla de manera más efectiva.
Comencemos con un área
que es sin duda un sinsentido. Como seres humanos naturalmente buscamos
explicaciones y razones con respecto a cómo nos sentimos. Aquí hay
algunos ejemplos: “Tú me haces feliz”. “El me hizo enojar”. “Ella me puso
triste”. “Las noticias me deprimieron”. “Ese lugar me asusta”. “Ese tipo en el
trabajo me está volviendo loco”. A primera vista estas frases
parecen naturales y correctas. Las cosas nos suceden y reaccionamos a
ellas y así es como es. Esa es la vida. Lo que sucede es
que eso es totalmente incorrecto de acuerdo con una forma chamánica de ver las
cosas. La verdad es que nada puede hacernos sentir de cierta manera
a menos que ya nosotros nos sintamos de esa manera en nuestro interior. “Ese
tipo me hace enojar” porque hay enojo en mí. “Esa mujer me puso
triste” porque hay tristeza en mi.
“Ese sitio me
asusta” porque hay temor en mí. Los iguales se atraen así que
atraemos las circunstancias que se corresponden con aquello que llevamos dentro
de nosotros. La razón por la cual ese tipo fastidioso se apareció en
mi vida es una consecuencia del hecho de que yo llevo el fastidio dentro de mí.
La razón por la cuál sucedió ese evento que pareciera haberme entristecido es
porque había tristeza en mí. Yo lo atraje a través de la resonancia. Por
lo tanto primero es ver eso y detener el proceso de culparse y en su lugar
asumir la responsabilidad por todo lo que ocurre. Este es el real camino hacia
el poder. La alternativa es el camino real hacia la
victimización. Pueden quejarse de esto todo lo que quieran,
vociferar y rabiar y discutir pero sin beneficio alguno. Esta es la
manera en que funciona para nosotros los humanos y hay una sola salida: asumir
la responsabilidad. Así que esa esposa desagradable te ha vuelto loco. Es
mejor que mires de nuevo. ¿Por qué llegó a tu vida? Y ese trabajo terrible que
es tan frustrante. Tu amigo no tiene ese empleo pero tu sí. ¿Cómo
acabaste con ese empleo y no tu amigo? ¿Y qué hay respecto a esos eventos
mundiales sobre los cuales parece que no tienes control como es el caso de un
grupo de niños expuestos a gases tóxicos en otro país? Verdaderamente es una
atrocidad que tú no cometiste. Pero estaba en tu sueño de la realidad. Por lo
tanto todos somos asesinos, todos somos desertores, todos somos traidores, y
todos somos completamente idiotas. Sí, si somos humanos somos cada
una de esas cosas, nos guste o no. Por otra parte todos somos héroes, heroínas,
valientes, brillantes, amorosos, extraordinarios y más. Ahora,
ustedes se podrían preguntar “¿si mi hermana me enoja y eso ya estaba en mí,
entonces como es que eso llegó a mi en primer lugar?” Ah, esa es una buena
pregunta.
El Digno
Oponente
En la comprensión
chamánica, la vida es un juego desarrollado por nosotros para una
serie de propósitos. Si el origen del universo es un ser perfecto y
este ser perfecto nos creó a nosotros entonces nosotros también somos
perfectos. Entonces, qué estamos haciendo en cuerpos humanos en un planeta
desconocido luchando con la enfermedad, la pobreza, la guerra, los problemas
sociales, la muerte y un grupo de emociones negativas. No tiene sentido, a
menos que ustedes acepten la teoría de que somos pecadores caídos pagando
nuestra maldad. En el entendimiento chamánico eso no tiene sentido porque no hay
poder en esa historia, es solo una figura de un dios patriarcal que nos envía
rayos relampagueantes a nosotros como chicos y chicas malas y un diablo que nos
persigue.
No, esa es una
explicación infantil de esta vida y una no muy buena por cierto. La
otra explicación es que en la infinidad del gran misterio hemos elegido jugar
un juego de poder y pérdida. Este juego nos enseña muchas cosas y es
tan real que parece ser totalmente creíble. Cómo todos los buenos
juegos este tiene formas de ganar y formas de perder y el hecho de que
pareciéramos perder en grande hace el juego aún más
fascinante. Desarrollamos una personalidad paralela, falsa, un oponente
que trata de evitar que ganemos a toda costa. Este oponente nos
conoce de adentro afuera. Conoce cada debilidad, cada punto
vulnerable, cada truco en el libro para seducirnos y distraernos de nuestro
objetivo de recordar quienes somos. Es un experto en cada aspecto de
cada uno de nosotros. Esto es a lo que los chamanes llaman un digno oponente,
algo lo suficientemente poderoso para darnos una tunda, un oponente que exige
nuestro respeto. Esto es a lo que los chamanes denominan el
parásito, también conocido como ego y como la falsa personalidad. Fue
construido nada más y nada menos que, por nosotros. Es por eso que la historia
clásica de Frankestein creando su monstruo es tan fascinante. El científico
Frankestein construyendo su monstruo es cada uno de nosotros.
El digno oponente o
rival que nosotros creamos es un robot construido magistralmente con inteligencia
artificial. El nos toma prestada nuestra inteligencia. De hecho toma todo
prestado de nosotros, incluyendo nuestro Chi, nuestra energía de vida, nuestra
intención, y nuestra motivación y los utiliza a todos contra nosotros. Es el
oponente perfecto y no quiere que finalice el juego que estamos jugando porque
cuando termine, termina su papel y desaparece y eso es exactamente lo que le
sucederá algún día. Así que pudieran decir que está muy motivado
para vencerlos una y otra y otra vez. Esta falsa personalidad parásita es tan
exitosa que la mayoría de las personas no tiene idea de cuán destructiva es a
los efectos de su percepción. Es un hipnotizador de clase mundial y se
apropiará de cualquier cosa y de toda cosa para mantener su dominio del universo
físico. Lo hace mediante la introducción de la tristeza, el enojo,
el temor y la larga lista de emociones reactivas que entonces hacen que
atraigamos más de ellas hacia nosotros.
Durante siglos, este
parásito ha sido capaz de convencer a la gente de que el universo es un
accidente de la naturaleza que se ajusta a leyes reales, inamovibles que no se
pueden trascender, aunque la evidencia esté en todos lados – según los físicos
cuánticos así como los chamanes – de que simplemente no es así. Aunque todos
los días sucedan eventos milagrosos, que prueban más allá de toda duda que
estas leyes pueden descontinuarse, los escépticos han logrado convencer a la
mayoría de la comunidad científica de que éstos no son válidos. Los físicos
habitualmente ignoran los milagros de sanación, mientras los medios de difusión
ignoran una de las mayores anomalías de nuestro tiempo – los círculos de las
cosechas. Los científicos, especialmente los historiadores, y
geólogos, ignoran las anomalías que no se ajustan a sus teorías. Las
organizaciones religiosas se dedican a ignorar todo aquello que no se ajuste a
su dogma.
La falsa personalidad
convence a la gente de la existencia de enemigos, los hace creer que ellos
deben protegerse contra los demás y deben destruir al planeta para ponerse a
salvo de sus mayores temores. Por tanto la falsa personalidad propaga su
venenosa doctrina de paradoja, dolor, sufrimiento y muerte a la vez que trata
de esconder los indicios de la verdad de que todos somos uno. No en
balde tanta gente no logra encontrar su propósito. La falsa
personalidad está ocupada creando distracciones. ¡Qué digno oponente
es este!
La
Distracción como Cebo
La falsa personalidad
es la conciencia egoica de la que se habla en el Budismo y conocida como
Satanás por los Cristianos, aunque nunca ha sido una entidad viviente, un
diablo. Es solo una máquina que sigue un conjunto de leyes
establecidas que rigen la maquinaria. La falsa personalidad está
programada para brindar distracción. Todo el que ha educado a niños sabe el
éxito que tiene la distracción cuando se trata de hacer que un niño deje de
llorar o de gritar. La herramienta favorita de la falsa personalidad
para crear distracción es el pensamiento: pensamientos interminables de
explicación, comparación, juicio, procesamiento, análisis, cálculos,
consideraciones, negaciones, aceptaciones, argumentaciones, imputaciones,
identificaciones y así sucesivamente. Los humanos han elevado el pensamiento al
trono dorado y lo han proclamado rey. Sin embargo el pensamiento puede ser un
enorme buscapleitos cuando se separa de su fuente, la mente superior que reside
en el corazón. Cuando el pensamiento se divorcia de la mente
superior, es presa del temor.
El parásito quiere
mantenerse vivo así que se alimenta de la emoción y especialmente de las
emociones turbulentas asociadas con el enojo, la tristeza, el terror, la culpa,
la vergüenza, la envidia y así sucesivamente. Por lo tanto para este es muy
importante provocar estos estados emocionales en cada uno de nosotros. El
parásito quiere que reaccionemos, así que nos lanza granadas regularmente
esperando que reaccionemos con alguna de las emociones antes mencionadas. Si
reaccionamos, la granada se activa. Si no reaccionamos la granada se mantiene
dormida y puede dispararse más tarde o no. Si reaccionamos el
parásito se refuerza con el alimento de la emoción que consume, se hace más
poderoso y nosotros más débiles. Si nosotros no reaccionamos
entonces este no tiene nada que comer y se muere de hambre y somos
nosotros los que nos alimentamos de su energía y nos volvemos más poderosos. En
el fondo el juego es muy simple, comer o ser comido, pero puede jugarse en
formas variadas e ilimitadas lo que lo hace un juego muy convincente.
En la mayoría de
nuestras vidas terminamos perdiendo el juego y somos comidos. Tratamos
de marcar puntos al alcanzar nuestro objetivo de felicidad, satisfacción y
plenitud, aún la dicha y la alegría. Esperamos tener empleos felices
y satisfactorios, tener abundancia, casarnos bien con nuestra pareja muy
deseada y vivir felices para siempre creando una hermosa familia y ganando el
respeto de nuestras comunidades, colegas y amigos. El parásito nos
lanza granadas continuamente en forma de inquietudes,
preocupaciones, temores, molestias, irritaciones, obstáculos y así
sucesivamente, tratando de desviarnos de nuestros objetivos, teniendo éxito
usualmente. El juego que este está jugando es el de cebar y
consumir. Mayormente asimilamos el cebo y cambiamos de rumbo hacia
los conflictos, las querellas legales, el divorcio, las venganzas, las trampas,
las traiciones, las pérdidas, las enfermedades y adicciones que brindan buen
alimento para que el parásito lo consuma. Al desarrollar nuestra
vida estamos debilitados por este bombardeo constante hasta que al fin,
exhaustos, morimos de alguna muerte miserable como el cáncer, un accidente,
asesinato, hambruna o suicidio. No es un panorama agradable, ¿verdad?
Ahora bien, si solo viviéramos una sola vida como un jugador con un dólar para
gastarlo, no sería un juego interesante porque estaríamos fuera del juego
al momento. Afortunadamente hemos diseñado el juego de manera
que tuviera múltiples intentos y cada vez que perdemos aprendemos un poco más
sobre el arte de ganar. Eventualmente aprendemos lo suficiente para darle
al robot parásito una tunda. Aprendemos a derrotar a nuestro
monstruo y a experimentar la alegría de la maestría, habiendo aprendido el
valor de aquello que teníamos antes y que quizás no habíamos
apreciado.
Dejando
de Reaccionar
Entonces, cuál es esta
estrategia que aprendemos para derrotar la falsa personalidad. Para comenzar,
es la estrategia de no reaccionar. La falsa personalidad nos ataca
en medio de la noche lanzándonos granadas de problemas. Aquí tenemos
varios ejemplos: 1. “esa factura está vencida y no tienes el dinero para
pagarla. Lo perderás todo. Eres un gran perdedor.” 2.
“Ese empleado te está robando. El va a destruir tu negocio y tu eres
muy débil y tonto para ponerle fin”. 3. “Ese bulto en tu cuerpo es preocupante.
A lo mejor es cáncer. El Tío Jorge murió de cáncer a tu edad. Debías
preocuparte bastante”. 4. Ese sonido extraño en el motor del coche
probablemente es un gran problema. Te va a costar miles de pesos que
no tienes. Tienes un gran problema”. 5. “Marta probablemente
tiene un romance. Ella regresó tarde a casa anoche y te está
ignorando. Parecía verdaderamente culpable. Ella es toda una
ramera y deberías odiarla. Tu matrimonio se terminó. De
todas formas tu no podías retener a nadie. Tú
apestas”.
¿Entienden la
idea? Estos pensamientos vienen espontáneamente. Aparecen
y su mente los atrapa y comienzan con una serie de preocupaciones que los dejan
sintiéndose ansiosos, deprimidos e indefensos y desesperanzados. Son
granadas que les tiran a ustedes para que el parásito pueda alimentarse de las
emociones reactivas de ustedes. La clave es no reaccionar. En
su lugar adoptan una estrategia de simple observación, respondiendo con, “Oh,
no me digas”. No juzguen el asunto como bueno o malo, correcto o incorrecto. No
respondan tratando de resolver el problema o cambiar lo que ocurre. Adoptan una
conducta de neutralidad como un consejero matrimonial que escucha las quejas de
la pareja pero no toma partido. Ustedes hacen un escrutinio
detallado de sus sensaciones corporales y notan la tendencia más leve a la
reacción en algún lugar de su cuerpo. Observan con honestidad descarnada
cualquier pensamiento innecesario, emociones inapropiadas, hábitos,
tensión innecesaria. Relajan el estomago y entonces relajan
cualquier área del cuerpo que se esté tensando. Ahora están practicando una
técnica chamánica denominada “No Hacer”. Están deshaciendo cualquier cosa que
el parásito esté tratando de hacerles. Sí, está haciendo algo pero es una
acción mínima. Si ustedes tienen éxito al no quedar atrapados en el acto
de la reacción han utilizado exitosamente una poderosa práctica chamánica
denominada “Detener al Mundo”. Ustedes declaran una tregua, no hacen nada. Han
detenido al mundo cotidiano y están experimentando simplemente la presencia de
la esencia de ustedes ante esta agresión. El parásito se aburre
rápidamente y se va ya que obviamente no hay nada que comer. Regresará.
Regresará 10 000 veces, pero eventualmente no volverá más. Ese día
será un día para el cual merece la pena trabajar. Es el día en el
que el Buda declaró la victoria bajo el Árbol Bodhi de la iluminación
espiritual. El se sentó y se sentó y practicó el No Hacer. El detuvo al
mundo una y otra vez. El fue capaz finalmente de declarar a su
psiquis como una zona libre del parásito para siempre. Cada uno de nosotros
debe hacer eso eventualmente y así termina el juego.
Hay una gran
oportunidad para practicar No Hacer y Detener al Mundo en su vida cotidiana.
Sin embargo, si quieren practicarlo más específicamente pueden hacerlo de
diversas maneras. Pueden ver deliberadamente una película
perturbadora y practicar el No Hacer al observar diversas escenas diseñadas
para que ustedes reaccionen. Una segunda práctica consiste en
seleccionar un video juego emocionante en el que ustedes tengan que navegar en
una ruta llena de obstáculos y si colisionan con algo mueren. Mi favorito es el
popular juego ‘Temple Run’ que pueden jugar en su teléfono inteligente. El
desafío consiste en no sentir tensión, relajar el estómago haciendo todos sus
movimientos rápidos de manera neutral y calmada. Ustedes se
despeñarán por el acantilado, golpearán el terraplén, serán comidos por el
gorila que los persigue o golpearán los lanzallamas con regularidad y llegarán
a observar como surgen estos sentimientos de atropello o abatimiento con cada
error que cometan. Poco a poco serán capaces de jugar sin ninguna fuga de
energía, sin alimentar al parásito, sin drama. ¿Significa esto que ya no
hay diversión? No. Hay un gran placer en sentirse totalmente efectivos
navegando magistralmente en un trayecto sin tensión. Esto también se aplica a
la totalidad de nuestras vidas. El hecho de que seamos el Buda no
quiere decir que la vida no sea divertida.
José Stevens
Traducción: Fara González López
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