Desconvoco la fuente
Eres único... cuando
nuestros pensamientos están influenciados por la Luz de Dios, ¡Tenemos el
combustible para considerarnos felices! Por otro lado, si estamos en constante
búsqueda de la felicidad externa, nos encontraremos en una espiral descendente
hacia el vacío espiritual y emocional.
Nuestra felicidad reside en lo que Dios ya ha puesto en tu
interior. No hay necesidad de buscar la validación de otros para nuestra
felicidad. Dios ya nos ha validado por hacer que la vida eterna está disponible
para todos nosotros.
Echemos un vistazo profundamente a la persona que el Señor
nos creó para ser. Podemos ser felices en la vida sabiendo que somos los únicos
de nuestra clase. Cada uno de nosotros es un logro personal de Dios. “Somos la
niña de sus ojos y eso es suficiente para ser feliz”.
Sistema de Creencias
Tenemos el poder de cambiar la atmósfera o la calidad de
nuestras vidas. Ante todo, cuida tus pensamientos porque ellos controlan tu
vida. Nuestros pensamientos contribuyen dividendos a corto y largo plazo hacia
la felicidad en la vida. Nuestra capacidad de gestionar la información que
entra a nuestra mente determina el flujo de nuestra felicidad. Los factores
externos no deben controlar nuestra felicidad. Debemos negar el derecho de
acceso a todo lo que influye negativamente en nuestra felicidad interna.
Simplemente no estamos diseñados para vivir de acuerdo con los estados de ánimo
o tendencias de los demás.
La felicidad es un subproducto de una vida de pensamientos
saludables. El desarrollo de un marco mental feliz nos puede llevar a un nuevo
nivel de vida.
Muchas veces no conseguimos lo que queremos sencillamente
porque no creemos que podamos tenerlo. El Maestro Jesús dijo en Marcos 9:23:
“Si puedes creer, al que cree todo le es posible”. Vivimos nuestras vidas fuera
de nuestro sistema de creencias. No podemos esperar ser felices caminando con
la cabeza colgando hacia abajo con la mirada perdida y confundidos. En su
lugar, tenemos que poner ánimo en nuestro paso, mantener la cabeza en alto y
caminar con confianza diciendo: “Gracias, Amado Santo Ser Crístico... ¡Soy
Feliz!”. La felicidad es creer (certeza) en las posibilidades de la capacidad
de Dios.
Construimos nuestro entorno vital seguro con nuestras
creencias, ideales y filosofía. Nosotros sólo descubriremos el verdadero
significado de la felicidad cuando la Luz de Dios enmarque nuestro sistema de
creencias –con la certeza de Sus Leyes.
La Relación con Dios
Nuestra vida en el Santo Ser Crístico es nuestra ancla
eterna para nuestra felicidad. La felicidad fluye de nuestra relación con Dios,
nuestro Proveedor y Sustentador. Nuestra relación con el Santo Ser Crístico nos
permite experimentar su favor. No debemos permitir que la presión externa o
cualquier tendencia obstaculicen nuestra relación con Dios. Cuando tenemos una
relación íntima con el Santo Ser Crístico, andamos en compañía de la verdadera
felicidad.
Las personas son más felices cuando están en una relación
con Dios, quien los creó. Felicidad es conocer al Santo Ser Crístico. Vivir una
vida dentro de Su favor. Tener un cambio en mi comportamiento... la felicidad
es ser perdonado. Vivir una vida que vale la pena vivir. Hacer un viaje que
conduce al Cielo.
Vencer la mentalidad de víctima
Esto es de suma importancia especialmente, al empezar a
tomar pasos para vivir en el “ahora” en lugar de vivir en el pasado.
No podemos usar el pasado como un punto de referencia
constante. Si lo hacemos, el pasado se convertirá en el marco de referencia
permanente para nuestro futuro. Si esto sucede, las oportunidades para cambiar,
mejorar y avanzar se bloquean.
Dios nos da una oportunidad a cada uno de nosotros para
restaurar nuestra fe, autoestima e inocencia. Nuestro valor a los ojos de Dios
es infinito. Debemos empapar nuestra mente con pensamientos de oportunidad en
lugar de negatividad. La negatividad nos mantiene cautivos como víctimas.
Nuestra oración es que cada uno tome la decisión de verse a
sí mismo desde la perspectiva de Dios. Para lograr esto, debemos hacer los
ajustes necesarios para movernos del pasado. En ese punto podremos celebrar e
imaginar libremente las posibilidades que nos esperan a través del amor eterno
de Dios.
Nuestro valor permanece igual en los ojos de Dios. Siempre
somos valiosos, sin importar cuál sea el desafío que estemos viviendo o
enfrentando. Dios es nuestra provisión. Debemos constantemente recordarnos a
nosotros mismos que nuestro valor ante Sus ojos no cambia. Si nuestro
valor ante Dios nunca cambia, podemos mantenernos en nuestro propósito en la
tierra sabiendo que el amor de Dios por nosotros nunca termina.
Piensa en algún tiempo en dónde fuiste influenciado de
manera negativa por alguien o algo. ¿Cómo fue que esto impactó tu forma de ver
la situación? En el futuro, ¿qué vas a hacer cuando alguien desafíe tu autoestima?
Asegúrate y comprométete a que tu punto de referencia al ser confrontado con
estos desafíos sea Dios. Víctima es alguien que es sacrificado en el altar del
egoísmo, maldad o avaricia de alguien más. El ser victimado no significa que
hayas perdido tu valor.
Cambiar la mirada
Es bueno, de vez en cuando, hacer un viaje y revisar lo que
Dios ha hecho por nosotros en nuestra vida. Al hacer esto, asegúrate de ver el
valor y la imagen que Dios tiene de nosotros. Dios siempre preserva una imagen
de gran valor de nosotros (una imagen inmaculada), este es nuestro único punto
de referencia correcto para nuestra vida. Si tomamos una imagen nuestra de una
fuente negativa, nuestra forma de pensar será arrebatada por una mentalidad de
víctima. Es esencial recordar siempre que esta no es la imagen que Dios tiene
de nosotros. La imagen y el plan original de Dios para nuestra vida debe ser
siempre nuestro punto de referencia en lugar de permitir influencias negativas
que nos mantengan apresados.
Reflexiona en cómo te ves a ti mismo. ¿Tu mirada se alinea
a la de Dios? o, más bien, a la de un humano, con una perspectiva de víctima.
Toma tu propio viaje para visualizar la imagen de Dios por ti. Toma el
compromiso con Dios para empezar a caminar de acuerdo al valor que Dios tiene
de ti.
Cuando alguien tiene la mentalidad de víctima, va a tomar
lo que escucha y lo va a tornar hacia lo que quiere escuchar, lo que cabe en su
forma de pensar. El resultado es un estado constante de revivir el pasado. Dios
nunca toma como referencia tu pasado para el futuro que planeó para ti.
La mentalidad de víctima causa ofensa y amargura. Esta
forma de pensar crea una visión de la vida totalmente distorsionada. Tenemos el
poder de restaurar esta visión y crear una llena de posibilidades inagotables.
Si no cambiamos esta mirada, vamos a estar constantemente culpando al pasado
por los problemas del presente, no tomaremos la responsabilidad por nuestros
propios errores y limitaciones y estaremos restringidos por la opresión del
pasado. Y encima diciendo: “es mi karma”. ¡No podemos mantener las cosas
escondidas en nuestro interior si queremos caminar libremente hacia nuestro
propósito!
Piensa en algo que causa sentimientos de temor en tu
interior. Habla con Dios acerca del conocimiento o sabiduría que necesitas para
tomar el control de esto. Toma el compromiso de ser transformado al tener la
información acerca de esta situación. Haz una lista en tu diario personal de
cómo exactamente vas a adquirir el conocimiento acerca de esta situación para cuando
vuelva a la superficie.
El victimarnos lleva al temor constante de la siguiente
pérdida. Este temor nos lleva a la falta de confiar, incluyendo el sentimiento
de que debemos esconder lo que es nuestro para no perderlo.
El vivir desde una manera de pensar de víctima crea
barreras para alcanzar la plenitud en la vida. Cuando sucede esto,
constantemente vamos a sentirnos en un ambiente hostil, especialmente cuando
seamos retados a cambiar. Esta forma de pensar creará mensajes distorsionados
de los demás debido a una autoimagen baja. Al adoptar una mentalidad de
víctima, vamos a ser engañados al pensar que Dios no está interesado en nuestro
propósito. Nos vamos a encontrar aferrados a relaciones dañinas y usaremos
palabras negativas para describirnos a nosotros mismos. También puede que
busquemos afirmación de los demás para sentirnos bien acerca de nosotros
mismos, esto incluye buscar gente que nos de atención especial.
Podemos evitar el adoptar que una mente de víctima produzca
raíz en nosotros al estar informados y con conocimiento de la perspectiva del
valor que tenemos para Dios. Tenemos garantía de prevención de pérdidas de
parte de la única fuente necesaria, Dios.
Considera cuál es el estado actual de tu mente. Habla con
Dios acerca de cómo puedes evitar el permitir que la negatividad entre a tu
mente y a tu toma de decisiones. Escribe cuáles son los 5 pasos que vas a
tomar en el siguiente mes para cumplir la meta de una mente enfocada en Dios.
El reconocer los alcances de una forma de pensar de víctima
en las decisiones de la vida, las relaciones y las experiencias es de suma
importancia. Como trabajadores de la luz debemos tener la capacidad de pasar a
través de nuestras responsabilidades diarias con la confianza necesaria para
soportar las fuerzas de la negatividad. Debemos caminar confiadamente, armados
con la perspectiva del valor que tenemos en Dios, a través de cada uno de los
problemas que enfrentamos en la vida.
Desde este momento, asegurémonos que caminamos nuestro
propósito basándonos en la perspectiva de Dios en lugar de la de las palabras,
comentarios y acciones de los demás, incluyendo la negatividad que tenemos de
nosotros mismos. De nuestra parte, esto requiere una voluntad sincera de
aceptar y entender nueva información que ajuste nuestro corazón, mente y
emociones.
Dios no nos creó ni nos formó con dudas. La intención de
Dios de hacernos seres completos no cambia. La visión de Dios de hacer de
este mundo un lugar mejor a través de nuestras decisiones, acciones, relaciones
y comportamientos nunca fallará si es que nuestra forma de pensar se ajusta a
ver la vida como un tesoro valioso que Dios nos da.
Nuestro enfoque acerca del valor que tenemos en los ojos de
Dios crea un puente infinito hacia la plenitud de nuestro propósito. Las metas
en las que verdaderamente creemos son las que logramos. El creer esto es la
piedra angular para construir un futuro. Es necesario mantener “los ojos bien
abiertos” en lo que es posible en lugar de cavar bajo la presión de la
negatividad.
Piensa en cuál es tu punto de referencia que usas para
tomar decisiones y acciones cada día. Toma el compromiso personal de alinear
esta referencia al punto de vista de Dios. Escribe en tu diario personal cuáles
son los ajustes necesarios que se deben hacer para asegurarte de que la
perspectiva de Dios es tu guía en todo momento. En algunas ocasiones, sólo un
cambio de forma de ver las cosas es necesario para convertir una tarea pesada
hacia una oportunidad interesante.
Sin Influencia
La influencia de una forma de pensar de víctima determina
directamente la calidad de paz y plenitud que experimentas a diario. El peso de
la negatividad que produce el pensar como víctima nos tira (nos jala) a un
mundo de mensajes distorsionados, falta de auto-imagen y un deseo constante de
validación por fuerzas externas. Debemos buscar continuamente la dirección de
Dios para que las influencias negativas no creen un cimiento falso en el cual
se construye nuestro futuro.
Habla con Dios de manera regular para asegurarte que Él es
quien está dirigiendo tu vida siempre. Basándote en esto, dibuja un mapa en
el que resalten tus metas y tus acciones para los siguientes meses.
Revísalo constantemente. Compara esto a los principios de la Nueva Tierra (la
5ta dimensión o 5to Reino). Toma acción para eliminar las presiones y los
factores que influencian tu forma de pensar en este momento. Comprométete con
Dios en los pasos de acción que vas a tomar. Dios nunca usará tu pasado para
construir tu futuro.
Las oportunidades que
la vida brinda, muchas veces están en frente de nuestros ojos. Las grandes
oportunidades están formadas por pequeñas grietas que ignoramos en el camino.
Cada una de estas pequeñas grietas contribuyen a la formación de grandes
oportunidades. El problema es que la negatividad nubla nuestra visión e impacta
nuestra capacidad de disciplinar nuestra mente. Nuestro pensamiento debe
estar alineado al mismo nivel del valor que Dios nos da. Al ocurrir esto,
será fácil poder ajustar nuestra mente a ser una fuente de información
positiva. Piensa en qué se enfoca tu mente en cuanto a problemas y experiencias
de la vida. Haz una lista que debes revisar en tu diario personal con las
siguientes preguntas:
• ¿Estás sintonizado a
un canal de información positivo o negativo?
• ¿Estás tomando
decisiones basadas en el temor de lo que pueda suceder si intentas algo nuevo?
• ¿Operas debajo de tu
potencial por experiencias negativas que has tenido en el pasado?
• ¿Te encuentras
reflejado en el pasado?
Regresa a revisar esta lista periódicamente para determinar
si tu enfoque debe cambiar para enfrentar la vida. Muy a menudo nos paralizamos
por nuestro alrededor y perdemos nuestro deseo de luchar. Cuando nuestra
forma de pensar usa la negatividad como punto de referencia, disminuimos
nuestra capacidad de tomar ventaja de las oportunidades que se nos presentan en
el camino.
Cambio de mentalidad
Es totalmente posible cambiar
nuestra mentalidad de víctima por una de vencedor. Esto requiere que nosotros
estemos dispuestos, capaces y listos para reconstruir nuestra imagen según la
perspectiva de Dios. Grábate en el corazón el concepto de que Dios nos ama de
forma incondicional y que Él escoge que nosotros seamos personas plenas, no
fragmentadas ni divididas. Al vernos a nosotros mismos desde la perspectiva de Dios
en lugar de la perspectiva del hombre, nos daremos cuenta que nuestra mente se
establece en un lugar de paz lleno de oportunidades de crecimiento y cambio.
Nos daremos cuenta que el “hacer una diferencia en nuestra vida” es parte de
nuestra mente. Haz una nota mental de lo que necesitas hacer para asegurarte
que Dios no está siendo insultado por tu forma de ver la vida. Habla con Dios
acerca de esto, pregúntale cómo es que puedes mejorar en este aspecto. Haz una
lista en tu diario personal de los pasos que vas a tomar para ajustar tu mente
y alinearla con la perspectiva de Dios. Apunta a los resultados que obtienes al
seguir estos pasos en tu vida. Convierte esto en una actitud de vida y una
dirección para tomar acciones. No hay espacio en el Reino de Dios para aquellos
que se quedan como víctimas del hubiera.
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