por Rodney
Collin;
¿QUÉ ES UN NIÑO?
Entre la inocencia de la infancia y la dignidad de
la madurez encontramos una encantadora criatura llamada niño.
Los niños vienen en diferentes medidas, pesos y colores, pero todos tienen el mismo credo: disfrutar cada segundo, de cada minuto, de cada hora, de cada día y de protestar ruidosamente (su única arma) cuando el último minuto se termina y los padres los meten a la cama.
A los niños se les encuentra dondequiera: encima, debajo, dentro, trepando, colgando, corriendo o brincando. Las mamás los adoran, las niñas los detestan, los hermanos mayores los toleran, los adultos los ignoran y el Cielo los protege.
Un niño es la verdad con la cara sucia, la belleza con una cortada en el dedo, la sabiduría con el chicle en el pelo y la esperanza del fruto con una rana en el bolsillo.
Cuando estás ocupado, un niño es un carnaval de ruido desconsiderado, molesto y entrometido. Cuando quieres que dé una buena impresión, su cerebro se vuelve de gelatina o se transforma en una criatura salvaje y sádica orientada a destruir el mundo y a sí mismo.
Un niño es una combinación –tiene el apetito de un caballo, la digestión de un traga-espadas, la energía de una bomba atómica, la curiosidad de un gato, los pulmones de un dictador, la imaginación de Julio Verne, la vergüenza de una violeta, la audacia de una trampa de fierro, el entusiasmo de una chinampina (pequeño artefacto explosivo) y cuando hace algo tiene cinco dedos en cada mano.
Le encantan los helados, las navajas, las sierras, las navidades, los libros con ilustraciones, las clases de música, las corbatas, los peluqueros, las niñas, los abrigos, los adultos y la hora de acostarse.
Nadie más se levanta tan temprano, ni se sienta a comer tarde. Nadie más se divierte tanto con los árboles, perros y la brisa. Nadie más puede traer en el bolsillo un cortaplumas oxidado, media manzana, un metro de cordel, un saco vacío, dos pastillas de chicle, seis monedas, una honda, un trozo de sustancia desconocida y un auténtico anillo supersónico con un compartimiento secreto.
Los niños son profundamente afectados por el ejemplo, y en segundo término por las explicaciones, cuando éstas son simples y claras.
Lo más importante es que crezcan en un ambiente libre de negatividad e impulsados a tener confianza y a expresar su propio ser.
Enséñalos a decir la verdad, a ser honestos y sinceros.
Eso es lo más importante.
PELIGROS
por Jesús Alonso Gonzáles
Era un niño normal, sin grandes preocupaciones, sólo ser feliz. Tenía 9 años y
toda una vida por delante.
Sus padres, eran también normales; él en su trabajo, de 8 AM a 6 PM y ella en el suyo, con un horario un poco más flexible.
En las tardes, él debía jugar, pero no podía, pues antes tenía que quedarse con su tía viendo televisión (sus novelas) mientras sus padres pasaban a recogerlo. Todo tenía que ser rápido pues la tarea esperaba. Tenía que hacerla para que sus padres la revisaran.
Cuando por fin prendía la televisión, había programas para niños donde unos héroes pequeños mataban siempre a los malos. A veces, tenía suerte y podía jugar en la computadora (cuando papá no la usaba) y acceder a los sitios donde se encontraban sus juegos favoritos: “Blade” y el “Hombre Araña”, en ambos, la idea era matar a la mayor cantidad de enemigos, unos vampiros en el primero y unos monstruos poderosos en el segundo. Pronto podría ir con sus amigos y presumirles que había roto los récord.
El niño no sabía que dentro de él se encontraba un espíritu dormido. Tampoco sabía que mientras su cuerpo crecía, su mente iría poco a poco enrolándose en el proceso de vivir la vida tal y como la vivían sus padres. La historia se repetiría una vez más... los padres lograrían que sus hijos aprendieran a ser exactamente igual a ellos.
Mientras tanto, muy lejos de ahí, otros niños realizaban sus propias tareas, en países tan distantes, como la India, Etiopía, Chile o Palestina, cada uno de ellos intentando aprender lo mejor posible cómo debe vivirse. Sus papás, como los de todo el mundo... pensando en cómo pagar las deudas, cómo hacerse de una casa, cómo poder ahorrar para lograr comprarle los zapatos que tanta falta le hacen y, desgraciadamente, algunos más preocupados por proteger a sus hijos de las amenazas de la guerra o del terrorismo o cómo conseguir la comida del día.
Más de cinco mil millones de personas en el mundo, preocupadas por sobrevivir, preocupadas por cómo van a vivir el resto del mes o el resto del año... Y esto viene pasando día tras día, semana tras semana, año con año... generación tras generación.
De pronto aparecen algunas señales...
En diferentes partes del mundo, casi simultáneamente empiezan a llegar noticias de algo extraño... Algunos niños muestran conductas diferentes... inquietos, intuitivos, inquisidores... no respetan las reglas, sueñan despiertos, preguntan cosas que no pueden ser contestadas, los padres no saben qué hacer. Hasta los mismos pediatras deben reajustar sus tablas, no concuerdan con las estadísticas. Parece que las cosas ya no son como antes.
En la escuela, las maestras batallan, no saben cómo tratarlos, pareciera como si la psicología la usaran los niños con ellas y no al revés. Agitan al grupo, proponen ideas extrañas y no es raro que resulten expulsados por indisciplina.
Lo más importante es que esos niños, aparecieron de pronto en masa, hace tiempo sólo aparecían de cuando en cuando pero ahora, es diferente. En los congresos de medicina se habla ya de una mutación, pero no pueden explicarla en términos de DNA porque están apareciendo en todas las razas, en todos los grupos étnicos, entre los ricos y entre los pobres, pueden ser hombres y mujeres. Muchos son niños, pero pronto...
Además, entre las religiones, los jóvenes padres y pastores quieren cambiar lo que ha permanecido por muchos años igual, se producen cismas y rompimientos. En la política hay nuevos partidos, nadie sabe si son de izquierda o derecha, sólo piden el cambio. Políticos jóvenes atrevidos, que gritan sin importarles que esas no sean las reglas, que hablan fuerte y cuestionan a los que siempre se habían respetado. Los países incursionan en nuevas corrientes, nuevas formas de hacer política.
El comercio globalizado pasa a ser sólo la excusa, nuevos millonarios jóvenes parecen estar descubriendo nuevas formas de hacer dinero, el internet abre un nuevo mundo infinito donde los jóvenes son los reyes.
El diccionario no termina de incorporar los nuevos términos cuando ya aparecen otros en el escenario: economía social, economía solidaria, ecoaldeas, todos producto de la globalización... pero con un sentido espiritual.
El mundo ha iniciado un cambio, la ética y moral parecen ahora enfilar hacia laberintos donde todo parece fallar... la clonación, los matrimonios entre personas del mismo sexo, la ingeniería genética, entre otras cosas, son ahora una realidad y pronto vendrán el descubrimiento de vida extraterrestre (científicamente demostrada), y la posibilidad de explicar todas las leyes del universo científico con un solo juego de ecuaciones (la teoría del campo unificado en la que tanto trabajó, sin éxito, Einstein).
La nueva humanidad ya está aquí, el salto de conciencia tan anunciado ya está ocurriendo, somos testigos de los cambios, pero la rutina nos envuelve, nos hace insensibles a lo que está pasando. Nos corresponde cuidarlos, cultivarlos, allanarles el camino, pero también... escucharlos, observarlos, aprender de ellos... no importa que sean nuestros hijos, no importa que sean muy jóvenes... no importa... que piensen diferente a nosotros.
Sus padres, eran también normales; él en su trabajo, de 8 AM a 6 PM y ella en el suyo, con un horario un poco más flexible.
En las tardes, él debía jugar, pero no podía, pues antes tenía que quedarse con su tía viendo televisión (sus novelas) mientras sus padres pasaban a recogerlo. Todo tenía que ser rápido pues la tarea esperaba. Tenía que hacerla para que sus padres la revisaran.
Cuando por fin prendía la televisión, había programas para niños donde unos héroes pequeños mataban siempre a los malos. A veces, tenía suerte y podía jugar en la computadora (cuando papá no la usaba) y acceder a los sitios donde se encontraban sus juegos favoritos: “Blade” y el “Hombre Araña”, en ambos, la idea era matar a la mayor cantidad de enemigos, unos vampiros en el primero y unos monstruos poderosos en el segundo. Pronto podría ir con sus amigos y presumirles que había roto los récord.
El niño no sabía que dentro de él se encontraba un espíritu dormido. Tampoco sabía que mientras su cuerpo crecía, su mente iría poco a poco enrolándose en el proceso de vivir la vida tal y como la vivían sus padres. La historia se repetiría una vez más... los padres lograrían que sus hijos aprendieran a ser exactamente igual a ellos.
Mientras tanto, muy lejos de ahí, otros niños realizaban sus propias tareas, en países tan distantes, como la India, Etiopía, Chile o Palestina, cada uno de ellos intentando aprender lo mejor posible cómo debe vivirse. Sus papás, como los de todo el mundo... pensando en cómo pagar las deudas, cómo hacerse de una casa, cómo poder ahorrar para lograr comprarle los zapatos que tanta falta le hacen y, desgraciadamente, algunos más preocupados por proteger a sus hijos de las amenazas de la guerra o del terrorismo o cómo conseguir la comida del día.
Más de cinco mil millones de personas en el mundo, preocupadas por sobrevivir, preocupadas por cómo van a vivir el resto del mes o el resto del año... Y esto viene pasando día tras día, semana tras semana, año con año... generación tras generación.
De pronto aparecen algunas señales...
En diferentes partes del mundo, casi simultáneamente empiezan a llegar noticias de algo extraño... Algunos niños muestran conductas diferentes... inquietos, intuitivos, inquisidores... no respetan las reglas, sueñan despiertos, preguntan cosas que no pueden ser contestadas, los padres no saben qué hacer. Hasta los mismos pediatras deben reajustar sus tablas, no concuerdan con las estadísticas. Parece que las cosas ya no son como antes.
En la escuela, las maestras batallan, no saben cómo tratarlos, pareciera como si la psicología la usaran los niños con ellas y no al revés. Agitan al grupo, proponen ideas extrañas y no es raro que resulten expulsados por indisciplina.
Lo más importante es que esos niños, aparecieron de pronto en masa, hace tiempo sólo aparecían de cuando en cuando pero ahora, es diferente. En los congresos de medicina se habla ya de una mutación, pero no pueden explicarla en términos de DNA porque están apareciendo en todas las razas, en todos los grupos étnicos, entre los ricos y entre los pobres, pueden ser hombres y mujeres. Muchos son niños, pero pronto...
Además, entre las religiones, los jóvenes padres y pastores quieren cambiar lo que ha permanecido por muchos años igual, se producen cismas y rompimientos. En la política hay nuevos partidos, nadie sabe si son de izquierda o derecha, sólo piden el cambio. Políticos jóvenes atrevidos, que gritan sin importarles que esas no sean las reglas, que hablan fuerte y cuestionan a los que siempre se habían respetado. Los países incursionan en nuevas corrientes, nuevas formas de hacer política.
El comercio globalizado pasa a ser sólo la excusa, nuevos millonarios jóvenes parecen estar descubriendo nuevas formas de hacer dinero, el internet abre un nuevo mundo infinito donde los jóvenes son los reyes.
El diccionario no termina de incorporar los nuevos términos cuando ya aparecen otros en el escenario: economía social, economía solidaria, ecoaldeas, todos producto de la globalización... pero con un sentido espiritual.
El mundo ha iniciado un cambio, la ética y moral parecen ahora enfilar hacia laberintos donde todo parece fallar... la clonación, los matrimonios entre personas del mismo sexo, la ingeniería genética, entre otras cosas, son ahora una realidad y pronto vendrán el descubrimiento de vida extraterrestre (científicamente demostrada), y la posibilidad de explicar todas las leyes del universo científico con un solo juego de ecuaciones (la teoría del campo unificado en la que tanto trabajó, sin éxito, Einstein).
La nueva humanidad ya está aquí, el salto de conciencia tan anunciado ya está ocurriendo, somos testigos de los cambios, pero la rutina nos envuelve, nos hace insensibles a lo que está pasando. Nos corresponde cuidarlos, cultivarlos, allanarles el camino, pero también... escucharlos, observarlos, aprender de ellos... no importa que sean nuestros hijos, no importa que sean muy jóvenes... no importa... que piensen diferente a nosotros.
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