Artículo original de Phillip Moffitt
Traducido
por imaginal
Si eliges
transitar el camino de la meditación, es posible que te encuentres con
“nudos kármicos”, es decir con traumas físicos y emocionales que fuiste
acumulando a lo largo de la vida. Por ejemplo, cuando te sientas a meditar
durante un largo tiempo, las tensiones físicas en tu cuerpo causadas por el
estrés o por viejas lesiones pueden manifestarse a través de dolores punzantes
entre los omóplatos, cuello dolorido o piernas acalambradas. Del mismo modo, podrían
aparecer todos los temas psicológicos no elaborados, ya sea como dolor físico u
otras sensaciones corporales o bien emociones intensas, voces e imágenes
perturbadoras que surgen aparentemente de la nada. No hay manera de evitar
estas experiencias, ni deberías. Al permitir que estas sensaciones y emociones
se manifiesten mientras conscientemente enfocas tu atención en ellas, te
liberas. La liberación de estos nudos es una corrección que permite que la
experiencia se complete en sí misma. Sin apurar, sin forzar y sin saber a
ciencia cierta cuándo acabará.
Hay una
categoría de nudo kármico con la que resulta complejo lidiar. Es el nudo
emocional -algunos dirían psicológico- es decir, el trauma que puede haberse
originado dentro de tu familia de origen. Puede involucrar a tu madre, padre, o
a ambos. Este trauma pude haberse causado por un padre ausente o dominante que
cometió acciones inapropiadas o no tomó una acción positiva, o no se interesó
en tí. O bien puede que las interacciones entre tus padres fueron generadoras
de traumas. En la meditación todo es grano que se lleva al molino de la
atención plena.
Un trauma
que involucra a la madre o el padre se manifiesta como una “herida” porque daña
el cuerpo-mente y con frecuencia deja una cicatriz o debilidad en tu cuerpo
físico y emocional. Ninguna herida es más fuerte, tanto para hombres como para
mujeres, que las provenientes de la madre. La relación con tu madre o con
quien ofició de madre, es la principal relación que afecta el desarrollo e
influye en las condiciones de vida. En mi experiencia como profesor de dharma,
me ha sorprendido descubrir con qué frecuencia los yoguis de ambos sexos y de
todas las edades reportan haber sido abrumados por sentimientos no resueltos
acerca de sus madres. Si no los reconoces y te reconcilias con estos
sentimientos, quedan atrapados en tu mente y en tu corazón en la forma de una
imagen materna negativa, que obstruye toda posibilidad de relaciones
auténticas.
En muchas
ocasiones he escuchado a yoguis contar historias desgarradoras de desinterés,
indiferencia, enredo inadecuado, o desaprobación devastadora de sus madres de
tal magnitud que todavía están distorsionando sus vidas. “¿Qué voy a hacer?” se
preguntan, “¿Cómo hago para dejar de ser atrapado por esto?” La buena noticia
es que cualquier trauma, incluyendo la herida materna, puede convertirse en
parte de tu práctica de atención plena, la mala noticia es que no se puede
evitar el dolor que este proceso traerá.
El yoga
de la Herida Materna
El dharma
nos enseña que los pensamientos y sentimientos pueden ser recibidos y
trabajados desde la atención plena. Hay una serie de técnicas y
reflexiones que puedes utilizar para practicar lo que yo llamo el “yoga de la
herida materna” para transformar lo que ha sido un obstáculo en tu vida en un
maestro del corazón. “Transformar” no significa fijar o hacer que desaparezca
el trauma y las cicatrices que traes desde la infancia; en cambio, es
desarrollar lentamente una nueva relación con tu dificultad, de manera que ya
no sea un factor de control en tu vida. Lo que puede parecer una herida
intratable, puede llegar a ser un punto de inspiración y conocimiento profundo.
En cierto
sentido, es radical pensar que lo que te ha herido es una oportunidad que
contiene las semillas de tu liberación. Puede que no sea así en otros, dos de
los ingredientes valiosos que se necesita para una práctica fuerte son laatención
centrada y la energía intensa. Cualquier asignatura
pendiente y con alta carga emocional, que proviene de tu pasado te puede
ofrecer estos dos ingredientes. Entonces, ¿cómo hacer de una herida
profundamente emocional tu práctica de yoga? Empieza por permanecer alerta en
aquellos momentos donde te pegas a la herida, limitado en tu rechazo, o
atrapado en el deseo que está conectado con tu madre. El recuerdo viene
para que puedas gestionar esta dificultad emocional como práctica de yoga. Su
intención es volverte más flexible con tus emociones, liberar la ira y la
actitud defensiva paraque dejes de reprimir sus sentimientos.
Así como
con cada postura en el hatha yoga ayudamos al cuerpo físico a encontrar su
flexibilidad, de la misma manera encontramos formas para tratar las emociones
fuertes alrededor de tu madre. Es decir, esto es literal. En el hatha yoga, se
aprende a sostener una postura particular de una manera relajada; esta es la
forma en que la postura te elonga. Con el yoga de la herida materna es lo
mismo; se convierte en un yoga emocional. Cada vez que encuentras la tensión,
la identificas como algo que apareció en tu mente: un recuerdo, una frustración
o la imposibilidad de lograr algo debido a la forma en que el pasado te ha
moldeado. Permaneces con la atención plena en la experiencia, notas el dolor y
la resistencia que surgen. Encuentrate con estos sentimientos con compasión, ecuanimidad
y bondad, no importa si son oscuros o densos. Este es el yoga de ablandar el
corazón, de rendirse a lo que es verdadero en el momento. A pesar de las
molestias que puede causar, puedes estar con lo que sea que surja de tu mente.
Es sólo un pensamiento emocionalmente cargado, que con el tiempo va a pasar.
Cuando
practicas la atención plena en los pensamientos y emociones, estás practicando
lo que el Buda enseñó como el “tercer cimiento de la atención plena” La
práctica está libre de prejuicios, por tanto, no debes sentir culpa o
vergüenza por las emociones y pensamientos que surjan. Si
reiteradamente permaneces lúcido ante los sentimientos difíciles y
las sensaciones corporales, la perspectiva de tu pasado cambiará. Te vuelves
menos reactivo y más flexible en tus respuestas emocionales. No es que tu
historia se reescribe, sino más bien que el yo [self] experimenta una
transformación.
Cuando un
trauma se presenta por primera vez, tus sentimientos pueden no ser del todo
claros. Sin embargo, todas las emociones se hacen sentir en el cuerpo, así que
si registras las sensaciones corporales, puedes ponerte en contacto
directo con tus sentimientos pudiendo así identificarlos. Al hacer esta
práctica no estás definiendo que tus recuerdos o sentimientos son la verdad
objetiva, imparcial y absoluta sobre el pasado. Más bien es tu experiencia real
del momento la que es objeto de tu atención plena, no lo son ni tus viejas
historias ni tu interpretación de cómo se suponía que debía ser tu niñez.
Puedes
tener ciertas percepciones ocultas y erróneas que te dificultan el tratamiento
de la herida materna como una práctica de yoga. Un error en la percepción
puede originarse en la idea de que ningún niño debería recibir experiencias de
dolor. Aprender a vivir la vida duele a todos los niños. El dolor es inevitable
y en cierto sentido es necesario. Es la gravedad del traumatismo, el contexto
de la herida, y cómo ha sido gestionada lo que determina si la herida materna
conduce a la fuerza e integridad o bien el trauma seguirá en curso.
También
es posible que secretamente creas que tu herida es desagradable, algo de lo que
deberías avergonzarte. Pero preguntate, ¿las heridas de tus amigos los hacen
menos atractivos? ¿No te inspiras cuando ellos gestionan sus heridas
valientemente? ¿Por qué no puede ser igual para tí? Si hay una parte tuya que
lo encuentra inaceptable, convertilo en un objeto de práctica amorosa. Por
encima de todo, observa tu percepción errónea de que, sin darte cuenta, estás
deseando que el pasado sea una cosa distinta de lo que efectivamente fue. Esta
es la forma más insidiosa que posee la mente deseante; es la ilusión
absoluta.
Las
cuatro funciones de la maternidad
Puedes
traer más claridad a tu herida materna reflexionando con precisión sobre qué
significa ser madre. Hay cuatro funciones básicas en la maternidad: la
nutrición, la protección, el empoderamiento, y la iniciación, un trauma
puede ocurrir en cualquiera de estas funciones. A pesar de que están
interconectados, es útil examinarlas por separado con el fin de despejar el
trauma. Indagar en estas cuatro funciones ayuda a la identificación de lo que
estás experimentando, tanto en lo cotidiano como en tu meditación. La
indagación como parte de tu práctica no es lo mismo que el trabajo psicológico
o terapéutico. Cuando se utiliza la reflexión de esta manera, debes cuidar de
que tu historia personal no te atrape, de perderte en el pensamiento o abrazar
la idea de ser una víctima y asignar culpas. A través de la atención plena, la
compasión y la bondad amorosa, desarrolarás las cuatro capacidades dentro de tí
mismo. Desarrollar estas capacidades internas es un proceso lento, pero el
efecto es fuerte y fácil de sentir. Ten en cuenta que “la paternidad” también
implica a estas cuatro funciones, con algunas diferencias. Lo ideal sería que
sean compartidas por ambos padres, compensando las debilidades del otro. Si tu
dificultad es en torno a tu padre, puedes reflexionar sobre estas mismas
funciones, y realizar tu práctica sobre la herida paterna.
Ninguna
mujer es sólo madre y ningún hombre es sólo padre; “maternidad” y “paternidad”
son expresiones que existen tanto en hombres como en mujeres, ambos seres
humanos e imperfectos. Para muchas personas, este entendimiento en sí mismo es
liberador. Si eres madre o padre, descubrirás que al reflexionar sobre estas
funciones podrás sentirte más pleno en tu paternidad/maternidad o que tu propia
herida parental podrá ser sanada através de tu paternidad plena.
Madre
como nutrición
La
primera de las cuatro funciones de la madre es la crianza, el cuidado que
posibilita la vida (simbolizado por la leche de la madre), que abarca el
cumplimiento de una amplia gama de necesidades físicas y emocionales que un
niño tiene para crecer y desarrollarse. Necesidades de alimentación, vivienda,
medicina, comodidad y vincularidad; un niño que no se cuida lo suficiente se
convierte en un adulto con una serie de dificultades físicas y emocionales, al
igual que una dieta inadecuada se manifiesta en problemas de salud más adelante
en la vida. Pero hay un aspecto más sutil de la crianza que yo llamo “la
crianza en la alegría“, que celebra la existencia del niño como una fuente
de placer y que se manifiesta en el niño y continúa en la edad adulta como un
sentido de innata alegría espontánea.
Si no
recibiste suficiente nutrición en la infancia, en la edad adulta puede sentirse
necesidades insaciables, una incapacidad para tomar la alegría en los demás, o
falta de autoestima a pesar de tu solvencia y confianza . Estas sensaciones
pueden surgir en tu relaciones, o cuando estás solo. Puedes sentirte muy
debilitado en tu comportamiento como padre o en una relación sentimental a
causa de estas heridas de la infancia. Puedes sentir que es demasiado tarde,
que estás atascado, roto, sumido, o preso en tu insuficiencia. Puedes creerte
tu temor a ser abandonado o devorado, o que tu necesidad voraz sea siempre la
que te defina. Nunca compres estas historias, ni los sentimientos de
desesperación o la ira que vienen con esto, porque son sólo historias que se
están creando en tu mente.
A medida
que desarrollas la atención plena, encuentras tu capacidad de estar en el
momento presente, de alimentarte a tí mismo y a los demás. Las prácticas de la
bondad, la alegría empática, y la compasión pueden alimentar tu capacidad
nutritiva. Maestros que nutran sin crear codependencia, pueden proporcionarte
más inspiración y modelos de conducta más adecuados. Ser consciente del
miedo es en sí mismo la transformación. Observar las miles de formas en las
que eres nutrido y nutrir a otros en la comunidad global rompe la solidez
y la credibilidad de la historia que te cuenta tu herida. Nutrir comienza
con la intención consciente de que esto es un valor, una cualidad energética en
particular que es deseable cultivar. Al renunciar a tu creencia de que la
crianza debe ser de cierta manera, permaneciendo en tu intención, te
desarrollarás internamente como una madre nutricia. Al hacer esto,
cambiarás tus sentimientos inadecuados y tu historia.
Madre
como protección
Esto es
el impulso instintivo, desarrollado paraque ningún daño físico o emocional
impacte en un ser vulnerable. Está simbolizado por el guerrero o espíritu
guardián. Un niño debe ser protegido contra el abuso físico, sexual y
emocional. Irónicamente, de las primeras personas que un niño tiene que ser
protegido es de los impulsos agresivos de la madre y del padre. Estos impulsos
destructivos podrían tomar la forma de ira excesiva o inestabilidad emocional,
por ejemplo.
Hay un
aspecto sutil que le da al niño el increíble don de sentir seguridad intrínseca
y un sentimiento de confianza en la vida. Por desgracia, con bastante
frecuencia un niño trata de prosperar en un ambiente en el cual no se siente
seguro, a pesar de que ningún daño explícito sea evidente. Cuando adulto este
individuo estará rodeado de sentimientos de inseguridad inconscientes.
Si no
recibiste suficiente protección siendo un niño, cuando adulto puedes sentir que
“no hay nadie a tu lado”. Quizás recuerdes algún acontecimiento traumático o el
medio ambiente se reedite durante tu meditación. Es posible que hayas
desarrollado un patrón de conductas compensatorias para lidiar con tus
ansiedades. Resulta así sumamente confusa la discrepancia entre la “historia
real” de tu familia frente a los sentimientos que recuerdas haber tenido cuando
eras niño. Por estas razones, en la práctica de conectar con tus heridas
maternas, te centras en los sentimientos que surgen en el momento presente.
Liberados, estos sentimientos se transforman. No es fácil trabajar con el
pasado. Está contituído por eventos externos e internos que ahora son
inmutables, nebulosos o tal vez inexactos.
No hay
una “bola mágica” que disipará tu trauma pasado o creará sentimientos
instantáneos de seguridad. Pero si prestas atención a los sentimientos de
miedo, de pérdida y confusión al ser recibidos con compasión comenzarán a
perder el control que tienen sobre tí. Poco a poco, descubrirás que vienen
con menos frecuencia, con menos intensidad, y permanecen por períodos más
cortos de tiempo.
Madre
como empoderadora
La tercera
de las cuatro funciones de la madre es capacitar al niño, estimular y enseñar
la independencia y la confianza en sí mismo. Está simbolizado como la reina que
eleva a sus súbditos y facilita la entrada a tu propio poder personal. La
madre usa el poder real que tiene sobre el niño con equidad, paciencia,
generosidad y con el compromiso de preparar a su hijo para convertirse en su
par e incluso superarla. La capacidad de realizar esta función viene de la
propia confianza en sí misma y el amor, de abrazar la idea de que es su deber
sagrado empoderar a sus retoños. El empoderamiento se logra mediante el fomento
de la autosuficiencia y la educación, la disciplina y las oportunidades de
aprendizaje para el niño. Estamos fortalecidos para realizar intentos, experimentar
y por tanto, cometer errores y aún así ser totalmente aceptados.
Tus intereses son convocados con entusiasmo; la importancia y la alegría
de un trabajo duro son reconocidos y alentados. Los errores son tratados a
la ligera, mientras que la curiosidad y la integridad están altamente
ponderados.
En los
cuentos de hadas, cuando la reina niega o tiene miedo de permitir que los
jóvenes ocupen su poder, el reino se enferma y languidece. En la vida real,
esto se ve en la madre que niega o incluso teme que su hijo se convierta en
alguien poderoso, de esta raíz surgen una serie de problemas através de la
negligencia, la crítica constante, o la creación de una excesiva dependencia.
A veces,
por sobre identificación, la madre está dispuesta a empoderar pero insiste en
que su hijo es como ella o bien alienta el éxito del hijo para satisfacción de
su propio ego. Esta es una forma falsa de empoderamiento, una forma sutil de
esclavitud. El cuidado, la nutrición y la protección son funciones que la madre
despliega para el hijo, mientras que el empoderamiento posibilita que el hijo
encuentre su poder a través de su propia realización. Con la bendición de tu
madre, te vuelves independiente y seguro de tí mismo.
Si estás
en tensión con tu empoderamiento, lamentarás tu ansiedad e ineptitud, tu
perfeccionismo, o tu falta de voluntad para probar desafíos nuevos. Las
luchas contra la confianza personal se harán visibles en tu meditación. Es como
si una bendición te fuera retenida, y te estuviera debilitando. Poco a poco, a
través de tu práctica puedes ser plenamente conscientes de la herida, aprendes
a darte la bendición de la aceptación incondicional. Mediante la práctica de
aceptar las cosas como son, puedes descubrir que toda tu vida has estado
inconscientemente exigiendo que las cosas sean diferentes de lo que son, y esto
ha detenido tu crecimiento. Descubres que la madre que has internalizado es
siempre crítica, temerosa, llena de aversión. La meditación te enseña que esta
voz es mero pensamiento que erosiona tu poder a través de la duda, el
miedo y la codicia.
A medida
que la autoaceptación crece, descubrirás lo que necesitas y puedes
cambiar. Esto ocurre porque has adquirido el poder para iniciar el cambio a la
vez que tienes la capacidad de responder a la vida de una manera en la
cual las experiencias te transformen. Esas cosas que no puedes cambiar y
que luego se convierten en tu yoga. Con el tiempo te das cuenta de que cuando
trabajas conscientemente con las limitaciones pueden convertirse en un pasaje
hacia la libertad. Comienzas a descubrir que te desidentificas con el drama de
tu historia llevándote a un estado de felicidad y paz, independientemente de
que las condiciones de tu vida no sean de una manera determinada.
La madre
como iniciadora
La cuarta
función de la madre es la de iniciadora, y es la más difícil de entender. Es a
través de los actos de iniciación que se llega a sentir que eres un
miembro valioso y bienvenido en tu familia. A medida que se desarrolla, es esta
función la que proporciona la sensación interna de que la vida está llena de
sentido, y en la etapa de la adolescencia entiendes que tienes el derecho de
ser la expresión plena de tu propia vida. Es también la función de iniciación
la que posibilita, acepta y celebra tu salida de casa para iniciar su propia
vida.
Una niña
logra la experiencia interna de la femeneidad a través de la iniciación de su
madre, a través de la forma en que la madre trata su propia condición de mujer
y la de su hija. El padre juega un papel clave en la iniciación al reconocer el
poder de la niña y su derecho natural a convertirse en una mujer. Para un niño,
es el padre el iniciador en su masculinidad, pero es la madre la que reconoce
que el niño se va de su lado para entrar en la compañía de los hombres. La
madre entiende que esto es lo correcto, que no es un motivo de culpas, y
apoya los “sustitutos maternos” en la forma de amigas y novias que lleva el
hijo a su casa. Al darles la bienvenida reconoce su independencia.
Cuando se
produce la iniciación de una manera oportuna y clara, es un proceso hermoso,
aunque a menudo doloroso para los padres. La mayoría de la iniciación se lleva
a cabo a través de símbolos, rituales y comportamientos tácitos. Cuando esto no
ocurre, hay un sentimiento de culpa, de no crecer, de no saber o no sentirse
con derecho en la vida. Para que una madre puede eficazmente concretar la
iniciación, debe haber encontrado o recibido la suya. Este es el más
desinteresado de todos los aspectos, ya que se está alentando una separación
que deja a la madre afuera. Este poder de iniciar se asocia con la chamana, la
diosa, la maga, y la mujer medicina.
En la
búsqueda de iniciación quizás te sientas atraída a buscar maestros iniciadores,
al cual proyectes una comprensión superior que te de la sensación de una gran
autoridad, esto es a menudo una falsa afirmación. Es posible que desees
desesperadamente respuestas, sin comprender que el poder iniciático vendrá si
tratas a tus propios interrogantes como sagrados. Es tentador entregar el poder
a un maestro en lugar de buscar tu maestro interno que te iniciará para que
ganes auto-empoderamiento.
Puedes
quedar atrapado en el deseo de tener experiencias energéticas en la práctica
como si fuera una forma de iniciación. Simplemente tienes que desear que suceda
algo en tu vida cotidiana que señale vitalidad, significado y oportunidad.
Estos son verdaderos lamados a la iniciación. Lo mismo sucede con los
adolescentes que se hacen tatuajes, perforan sus cuerpos, forman pandillas, y
descuidadamente arriesgan sus vidas o en el uso de drogas como tipos de
iniciación entre ellos mismos.
No es
realista esperar de un padre para proporcionar todas las funciones de
iniciación para un niño. Un padre sólo comienza el proceso de
iniciación através de una serie de procesos en la vida que se actualizan
con el uso de rituales y de espacios sagrados através de diversos líderes
espirituales y sociales. Si fuiste afortunado, lo que no recibiste de una madre
o un padre, es posible que lo hayas recibido de abuelos, de un pariente
cariñoso, de un maestro o un líder. Tu experiencia respecto de las tres
primeras funciones puede no haber sido “lo suficientemente bueno”, por lo
tanto, es posible que nunca hayas tenido el impulso de buscar la iniciación.
Del mismo
modo, tu madre y tu padre pueden haber sufrido su propia falta de iniciación de
tal manera que estuvo más allá de su posibilidad, a pesar de que eran buenos
padres de otras maneras. La Iniciación comienza con la búsqueda de una
identidad dentro de la familia y la comunidad, y luego cambia hacia la plenitud
dentro de tu ser interior, y culmina en un sentido de unidad con la vida misma.
Cada etapa de la iniciación es más sutil que la anterior, y las heridas
emocionales sin cicatrizar se vuelven más engañosas en cada nivel. Nunca
es demasiado tarde para que experimentes cualquiera de las etapas de iniciación
en tu vida. A través de tus propias exploraciones y trabajando con
aquellos que actúan como “ancianos sabios”, se puede lograr una relación
simbólica más profunda con uno mismo y con la vida.
La
atención plena y la herida materna
Hay una
serie de reflexiones que pueden ayudar a desarrollar el yoga herida materna.
Por ejemplo, a lo largo de la historia humana, las tareas de la maternidad eran
compartidos por los miembros de la familia ampliada: ancianos de la tribu, y
amigos de la familia. La comunidad tenía rituales que ayudaban en el proceso,
incluidos aquellos que enseñaban a reconfortarse en la naturaleza como si fuera
una Gran Madre. Por desgracia, hoy en día hay sólo una madre y un padre que
tienen que cubrir todas estas necesidades. Tampoco la naturaleza es vista como
una madre ni existe el ritual del grupo. No debería extrañarte entonces
que tu madre haya tenido problemas con algunos de estos aspectos de la
maternidad.
No
importa lo difícil que sea la relación con tu madre, la realidad es que através
de ella obtuviste el regalo de tu nacimiento. Del mismo modo, dentro de la
experiencia materna hay un nivel que te trajo a esta instancia. Tener esta
conciencia implica que el maternaje que recibiste era lo suficientemente bueno
para que puedas encontrar la plenitud en la vida.
Tal vez
el reflejo más útil sea hallar la oportunidad en lo negativo. Esto apunta a la
comprensión de que lo que no se te dio o fue mal dado, también es valioso
debido a que provoca impactos en tí. Gran parte de tu sabiduría viene de lidiar
con el dolor y la incertidumbre que experimentaste cuando eras niño. Las
experiencias maternales negativas ayudaron a formar tus prioridades, te
enseñaron lo que era importante, y te dio la motivación para ser diferente como
padre/madre . Ellos son una parte fundamental de tu herencia; te obligaron a
conocerte y desarrollar un sentido de lo correcto y lo incorrecto.
Si no
recibes lo negativo como un regalo, si sólo lo ves como sufrimiento, reduces tu
relación con la vida y distorsionas la riqueza de tu experiencias. Por otra
parte, serás menos propenso a hacer de tu vida todo lo que puedas hacer y ser.
Es esta falta de expresión de tus propios valores lo que sería una verdadera
tragedia. Esta comprensión es la clave para tu propio empoderamiento. Através
de la práctica para abordar tu herida materna puedes obtener un mayor sentido
de vitalidad y libertad. ¿Puedes sentir este potencial en su corazón? ¿Se puede
cultivar este entendimiento con su propia intuición?
A medida
que el yoga de la herida materna comienza a estirar el corazón y la mente,
más ideas se hacen disponibles. Una de ellas es que mucho de lo que tomaste
como algo personal se vuelve impersonal. Todo lo acontecido surgió de una serie
de condiciones en la vida concreta de tu madre. No tienes que cargar con esto
como algo personal. Las heridas no desaparecen, pero pierden gran parte de su
carga. No son capaces de atrapar tu mente y encarcelar tu corazón.
Ten en
cuenta que la meditación no es psicoterapia. Estas palabras son la
ofrenda de un maestro de meditación, no de un terapeuta. En la práctica de la
atención plena, a diferencia de la terapia convencional, el contenido
específico de las emociones aflictivas no son el foco de tu atención. La
atención se centra en el estado mental que está surgiendo. Las enseñanzas
tienen que ver con liberarte de tu mente deseante. Guiarte a descubrir por vos
mismo que la felicidad no depende de las condiciones externas de su presente,
pasado, o de la vida futura. Podes beneficiarte enormemente al trabajar
con un terapeuta como un complemento a tu práctica, lo que refleja el
principio de que “primero hay que tener un yo para luego abandonar el apego a
el”
Si haces
de tu herida materna tu yoga, puedes encontrarte con un trauma que no se puede
resolver en el contexto de la vida ordinaria. Estas experiencias se ven a
menudo como una “herida sagrada” Una herida sagrada es aquella en la que un
trauma ocurrió tan temprano en tu vida o era tan profundo, que te lleva a una
indagación espiritual, porque no es posible encontrar la paz de cualquier otra
forma. Debido a la motivación que proporciona, es visto como un regalo muy
valioso que hace que muchos de los beneficios de la vida ordinaria se
vuelvan insatisfactorios.
Cuando
decides abrazar tu herida materna como tu yoga y la conviertes en tu maestro,
un acontecimiento milagroso e inesperado ocurre. Encuentras la libertad de no
ser capturado por tu herida, y devuelves a tu madre de regreso a su propia
vida. En lugar de ser simplemente una etiqueta, un conjunto de
responsabilidades llamada “mamá”, se le permite ser una mujer, un ser humano
con su propia historia, sus propias ganancias y pérdidas, y una trayectoria de
vida separada de la suya. No es que ella deja de ser tu madre, sino que se
convierte en todo lo que siempre fue, salvo en las mentes de sus hijos.
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