por Parvathi Kumar
Existe la creencia errónea de que las obligaciones y tendencias kármicas del ser humano se encuentran en los gérmenes de la vida y de la sustancia, reunidos en el momento de la concepción. Por lo tanto, las enfermedades hereditarias son transmitidas por el padre y la madre. Este no es el caso. El alma encarnada trae consigo sus rasgos, y estos se manifiestan a través del tiempo. La predisposición está en el alma que encarna, y no en los padres.
En virtud de sus rasgos, el alma encarnada
produce su trabajo creativo y su constitución particular, a la que los padres
elegidos contribuyen con las tendencias correspondientes.
En otras palabras, la herencia de la
enfermedad no es de los padres sino de uno mismo. La transmisión no es de los
padres, es de nuestras propias características provenientes de los hábitos del
pasado. No se puede culpar a los padres por esto.
Toda enfermedad es un proceso de
aprendizaje. Al manejar y regular la enfermedad, el ser humano recoge nuevos y
mejores patrones de hábito, por lo cual los rasgos son neutralizados
gradualmente. Así, el alma progresa desde la mala salud a la salud, y de la
ignorancia al conocimiento.
La naturaleza ofrece oportunidades para
aprender y cambiar, y las encarnaciones están destinadas a dicho cambio. Los
que aprenden, cambian para mejorar. Los que no aprenden, permanecen en el mismo
estado de enfermedad e ignorancia. Así es la antigua doctrina de la sabiduría
relacionada con las enfermedades hereditarias.
Los rasgos de todo ser humano (deseables e
indeseables) se trasladan con la persona que parte del cuerpo a través de la
muerte. Estos rasgos se conservan en el cuerpo causal y se manifiestan en la
encarnación siguiente. Así como la semilla lleva las características del árbol
y cuando es sembrada vuelve con los mismos rasgos que antes y tiene el mismo
sabor que antes, cuando la persona vuelve viene con los mismos rasgos que tenía
en la vida anterior.
Los diferentes rasgos de los hijos de los
mismos padres se deben a esta verdad que prevalece en la naturaleza. A veces,
entre los hermanos, cada uno se desarrolla de una forma totalmente diferente
del otro. Esto se debe a sus rasgos individuales y no a los de los padres. La
naturaleza ofrece muchas encarnaciones para que las personas (almas) superen
sus características indeseables y se conviertan en personalidades realizadas.
Esta ley de la naturaleza se explica como la ley de la evolución de la
humanidad.
Las enfermedades hereditarias solo se
pueden corregir mediante la corrección del núcleo del comportamiento. No pueden
ser curadas con medicamentos. Aquí es donde ayuda la disciplina del Yoga (el
discipulado).
Una última palabra: nada es de ayuda a no
ser que el hombre quiera ayudarse a sí mismo.
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