Escuela Huber
El 21 entramos en el Solsticio de
Diciembre, con el que damos la bienvenida al invierno en el Hemisferio Norte y
al verano en el Hemisferio Sur.
Los solsticios (del latín solstitium (sol sistere), «Sol quieto») son los momentos del año en los que el Sol alcanza su mayor o menor altura aparente en el cielo, y la duración del día o de la noche son las máximas del año, respectivamente. Astronómicamente, los solsticios son los momentos en los que el Sol alcanza la máxima declinación norte (+23º 27’) o sur (−23º 27’) con respecto al ecuador terrestre.
Este movimiento de traslación de la
Tierra alrededor del Sol, siempre ha formado parte de la mitología celeste.
En las culturas antiguas, los días
alrededor del Solsticio eran fechas de celebración porque se consideraba días
de renovación y renacimiento. Un ejemplo son Las Saturnales romanas (del 17 al
23 de diciembre) donde se decoraban las casas con plantas y se encendían velas
para celebrar la nueva venida de la luz. También se celebraba la fiesta del
Natalis Solis Invicti o Nacimiento del Sol invicto, asociada al nacimiento de
Apolo.
Lo mismo en las culturas germana y
escandinava, donde se honraba el nacimiento de Frey, dios nórdico del Sol
Naciente. También en las culturas azteca e inca, se celebraba este tipo de
festivales en honor al culto solar.
A lo largo de la historia, con distintos
nombres, hay muchas deidades relacionadas con el Solsticio de Invierno. En la
actualidad, en diversos países, se celebra, durante estas fechas la Navidad, el
nacimiento de Cristo.
Respecto a este evento en particular,
en su libro De Belén al Calvario, Alice Bailey dice así:
La deidad siempre nace en el solsticio
de invierno, después del día más corto del año, en la medianoche del 24 de
diciembre, cuando el signo de Virgo asciende sobre el horizonte; nace cuando
este signo asciende, nace siempre de una virgen, que permanece virgen después
que ha dado a luz a su hijo Sol, como la Virgen celestial permanece inalterable
y sin mácula cuando el sol surge de ella en los Cielos. Débil, endeble como
infante, es él, nace cuando los días son más cortos y las noches más largas. .
.
En la época del nacimiento de Cristo,
Sirio, la Estrella de Oriente, estaba sobre el meridiano, y Orión, con su
cinturón con tres estrellas, llamado por los astrónomos orientales «los Tres
Reyes», se encontraba en sus proximidades; en consecuencia, la constelación de
Virgo, la Virgen, se elevaba en el Este y la línea de la eclíptica, la del
ecuador y la del horizonte, se unían todas en esa constelación. Es también
interesante ver que la estrella más grande y brillante de la constelación de
Virgo, se llama Spica (Espiga); está representada por la espiga de trigo (signo
de fertilidad), que sostiene la Virgen. Belén significa «casa del pan»,
existiendo, por lo tanto, una relación evidente entre los dos términos.
La interpretación de los mensajes
celestes atribuidos a las constelaciones es muy antiguo, desde el origen de la
humanidad. Aunque todavía hoy desconocemos cómo surgieron sus significados,
llevan entre nosotros miles de años y constituyen nuestra herencia conjunta de
hoy.
Veamos ahora la carta de mañana, la
que corresponde al solsticio.
Observando el gráfico, podemos
entrever que la cualidad cosmológica de los tres próximos meses se presenta de
lo más dinámica.
Los cuatro planetas en Capricornio,
ayudados por la Luna en Cáncer, ambos signos cardinales de nuevos comienzos,
nos ayudarán a reconectar con el significado más profundo del Solsticio: el
renacimiento de la propia luz.
Además, la dispersión externa de los
últimos tiempos y que nos ha creado una sensación de confusión y frustración
coexistiendo con el anhelo de un nuevo yo más afín a nuestras capacidades,
llega a su fin el día 24 de diciembre, cuando se forma el último aspecto exacto
de cuadratura entre Saturno y Urano, activo desde el pasado mes de febrero.
No es el único aspecto positivo:
Por un lado, Júpiter entra en Piscis
definitivamente el 28 de diciembre y estará entre Piscis y Aries durante el
2022, un hecho que nos invita a ir más allá de los velos de este mundo
aparentemente concreto con el objetivo de ampliar la visión de lo que es
posible.
Por otro, recordemos que el eje nodal
cambia de signos en enero, activando el eje Tauro/Escorpio, una energía mucho
más estable y de concreción y que nos brindará la oportunidad de pasar a un
conjunto superior de valores.
En definitiva, el solsticio nos trae
un buen trimestre para reconectarnos con la parte que nutre a nuestros valores
internos, siempre que gestionemos conscientemente nuestros miedos personales.
¿Cuáles son tus miedos? ¿Con qué parte
de ti, ahora sí, necesitas reconectar?
Para estudiar el método Huber, ya
sabes que ofrecemos nuestra formación en dos cursos: el de iniciación (si no
sabes astrología) o el avanzado (si conoces ya un poco el lenguaje de los
astros y el sistema Huber).
El
cometa Leonard
Por último, queremos recordar la
visita del cometa Leonard durante este mes de diciembre y su mensaje de
renacimiento después de haber pasado por momentos difíciles...
Momentos que nos han hecho más sabios
y fuertes...
No perdamos el foco y sigamos
conectándonos con nuestra esencia, con aquella que nos está pidiendo paso,
porque ya ha llegado su hora.
Y con una fotografía del cometa
Leonard, todo el Equipo Huber te deseamos Felices Fiestas.
Muchas gracias por leernos.
Feliz semana.
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puede serle interesante a alguien que conozcas, no dudes en hacer un reenvío. ¡Ayúdanos
a difundir las maravillas de la Astrología!
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