Gregg Braden presentado por Alberto Villoldo
Alberto: Es maravilloso tenerte aquí, Gregg.
Como sabes, esta es la Cumbre de los Guardianes de la Tierra. Es sobre la
protección de la Tierra en estos tiempos de crisis que está atravesando la
humanidad, y queremos tus opiniones, tu orientación sobre cómo podemos unirnos
en pos de una nueva humanidad, con el objetivo de ser guardianes y cuidadores
de la Tierra. Pero sé que tienes experiencia previa en ciencia y
espiritualidad. Me encanta cómo las fusionas. ¿Cómo llegaste a esa fusión
mágica de estas disciplinas?
Gregg: Ante todo, quiero agradecerte por ser parte de esta Cumbre de los Guardianes de la Tierra, tan necesaria, vital y poderosa, y por tu amor y dedicación al planeta hermoso en el que vivimos. Hermano, ya perdí la cuenta de cuántos años hace que nos conocemos, pero lo que sí sé es que a lo largo de toda nuestra relación siempre me asombró tu dedicación y perseverancia para despertar las memorias de nuestra relación con la Madre Tierra, con Gaia, la relación con nosotros mismos y tu amor por este mundo y por la gente de este mundo. Me siento honrado de estar aquí. Gracias.
Alberto: Gracias,
siempre es un placer estar contigo. Cada vez que nos juntamos es así.
Gregg: Llego de mi
estudio en las afueras de Santa Fe, Nueva México, donde estamos grabando módulos
para un programa llamado “Civilizaciones Antiguas”. Y lo comento porque sienta
los fundamentos para la respuesta a la pregunta que me hiciste. Mi experiencia
es con las ciencias duras. Me gradué en geofísica con una base sólida en las
ciencias de la vida, en matemáticas, física y computación. Pero ya como adulto
tuve la bendición de poder viajar y pasar tiempo con las culturas indígenas más
antiguas que aún quedan en la Tierra, y algunos de los lugares más magníficos,
aislados, remotos y prístinos que actualmente quedan en la Tierra. Y lo que
descubrí rápidamente es que la opinión de estos indígenas hermosos es muy
diferente a mi entrenamiento como científico. No es incompatible, pero es muy
diferente, desde una perspectiva muy distinta, y esa diferencia es la que me
llevó a ese viaje por el que dejé las corporaciones y el ámbito académico para
explorar los principios de nuestra relación con el pasado, el futuro, el
Cosmos, la Tierra, Dios, el Espíritu y con nosotros mismos y los demás, y
compartirlo directamente con nuestras audiencias en lugar de atravesar el
proceso académico de escribir artículos, y la evaluación de los pares, y todo
lo que aún hacemos. Pero pienso que es importante, y lo remarcaste.
Estamos en un momento excepcional y valioso de la historia de este planeta que
nuestros antepasados indígenas reconocieron y que la ciencia moderna se muestra
reacia a admitir. Y esa es la convergencia de los ciclos y los ritmos naturales
que se invirtieron. Lo único que está desmoronándose ahora es todo lo que no es
verdadero en nuestras vidas, todo lo que no es sustentable, todo lo que está en
contra de los ritmos y principios naturales. Y las cosas que son buenas, que
son sustentables, están como siempre estuvieron. Creo que tenemos una
oportunidad para reconocer este momento de la historia y por eso muchas
personas, mis colegas, académicos, mis amigos y también las personas del
público me preguntan cómo no nos damos cuenta de que este es un momento valioso
en la historia del planeta y la humanidad, por qué no nos damos cuenta de las
oportunidades que tenemos delante en este momento. Porque todo lo que muestran
son las crisis del momento sin ninguna manera de resolverlas. Lo que hace eso
es crear miedo y estrés en nuestro mundo. Y la respuesta a esa pregunta
es donde quiero comenzar esta conversación. Cuando era niño, allá por los años
50 y 60, había una autora asombrosa, Rachel Carson, que escribió uno de los
primeros libros sobre el medio ambiente acerca del pesticida DDT, titulado
Primavera Silenciosa. Es un clásico. Estoy segura de que muchos de nuestros
televidentes están familiarizados con él. Ella dijo algo en los años 60 que
todavía tengo presente. Dijo: “Como humanos, tendemos a destruir lo que no
valoramos, y solo podemos valorar lo que entendemos”. No hay nada en nuestro
sistema académico moderno que les enseñe a los jóvenes a valorar sus cuerpos,
su relación con sus propios cuerpos, la Tierra, su relación con la Tierra. Nos
han enseñado que la Tierra es nuestra para explotarla y que lo mismo pasa con
los recursos, y eso se refleja en la industria, en la tecnología, en el modo
como nos relacionamos con la Tierra.
Pienso
que una de las mejores cosas que podemos hacer es lo que estamos haciendo
ahora: traer conciencia, pensar en lo que Rachel Carson dijo. Solo valoramos lo
que entendemos. Entonces, quiero compartir con toda una nueva generación de
gente joven que nació en el mundo que vemos ahora y no conocen más que el mundo
en el que viven, compartir con ellos que el mundo no ha sido siempre como es
ahora. Hubo épocas en las que estuvimos menos separados y menos divididos,
hemos sido más confiados, hemos estado más cerca de la Tierra. Quiero ayudarlos
a comprender los principios que respaldan eso en sus vidas y el hecho de que la
naturaleza está basada en un principio fundamental de cooperación y no la idea
darwiniana de competencia y conflicto. Creo que esa es una de las cosas más
poderosas que podemos hacer, porque esos conceptos en un nivel básico, son
fundamentales, cambian el modo en que los jóvenes y los adultos piensan sobre
sí mismos y su relación con el mundo. Creo que es lo mejor que podemos hacer.
Es una larga respuesta a una pregunta corta, pero quería empezar por ahí y
luego integrarlo a medida que avanzamos.
Alberto: Absolutamente.
Recuerdo que cuando era joven y estaba en la Academia estudiando
Antropología, me preguntaban: “¿Por qué quieres estudiar a esa gente primitiva?
No saben leer, no saben escribir, son analfabetos”. Yo les respondía que se
necesita un poco de ciencia para construir las pirámides. Necesitas
arquitectura, geometría, matemáticas para construir ciudades en las nubes como
Machu Picchu, que ambos conocemos muy bien. Así que lo hice para descubrir esas
maravillas antiguas y la sabiduría que era conocida y conservada y que impulsó
a esta gente a edificar construcciones físicas increíbles, sin mencionar los
mundos invisibles que eran capaces de explorar.
Gregg: Exactamente. En
cuanto tuve los medios para empezar a viajar, mi primer viaje fue a Oriente
Medio, a Egipto. Y lo que encontré en Egipto me llevó directamente a las
montañas andinas de Perú. Y eso me llevó a las tierras altas del centro de
China y Tibet, y eso me llevó de vuelta a Yucatán, de lo que estás hablando
ahora, y también a través del desierto del sudoeste estadounidense. Y uno de
los misterios que continúa estando sin resolver es que muchas de estas
civilizaciones tenían astronomía, comprendían nuestra relación con el Cosmos,
con las estrellas, conocían las órbitas de los planetas. Tenemos artefactos
arqueológicos que muestran nuestro sistema solar. Sin embargo, lo muestran como
si estuviesen entrando desde afuera del sistema solar y no como saliendo de
nuestro planeta. Y es tan preciso que nos muestra los anillos de Neptuno,
por ejemplo, que desconocíamos hasta finales del siglo XX. Y cuántas
lunas hay alrededor de Saturno. ¿Cómo lo sabían? Tenían arquitectura, tenían
agricultura, y aquí está el misterio: no dejaron registros escritos de los que
sepamos, pero sabemos que se comunicaban y que tenían matemáticas. ¿Cómo
comunicaban eso? La evidencia sugiere que lo hacían usando un sistema de
comunicación más sofisticado que solo estamos comenzando a comprender ahora, a
principios del siglo XXI, a través del descubrimiento de nuevas neuronas en el
neocórtex y neuronas en el corazón humano que funcionan como una red neuronal.
La
ciencia es relativamente joven, solo tiene 300 años. Es buena, pero está
incompleta y no tiene todas las respuestas, pero por un lado nos puede ayudar a
comprender los mecanismos de nuestra relación con el mundo. Y por otro
lado, por 5.000 años tenemos sabiduría indígena. Ellos no necesariamente
comprendían la ciencia del mismo modo que nosotros, porque no la necesitaban.
Lo que sí comprendían es cómo implementarla, como aplicar estas relaciones en
sus vidas, porque era lo que necesitaban. Necesitaban cuerpos fuertes, familias
fuertes, sociedades fuertes. Entonces, la pregunta es si nos amamos a nosotros
lo suficiente, a nuestra familia global lo suficiente, a este planeta lo
suficiente como para abrir nuestros corazones y mentes a la sabiduría de
nuestros ancestros y usar como base esos 5.000 años de experiencia humana y
luego unir esa experiencia con la mejor ciencia del mundo moderno sin juzgar a
ninguna. Unir estas dos grandes modalidades de conocimiento en una sabiduría
que es más que cualquiera de ellas por sí sola. Y la respuesta a esa pregunta
es lo que nuestras vidas están determinando justamente ahora. Estamos haciendo
las elecciones que determinan esa respuesta. Esa unión sagrada de la ciencia y
la sabiduría antigua nos da una ventaja evolutiva no solo para sobrevivir al
caos sino para prosperar, trascender y aceptar al nuevo mundo que está
emergiendo, más que aferrarnos por miedo a la idea de un mundo que ya no existe
y conocíamos hace uno o dos años atrás. Creo que ese es uno de los mayores
desafíos y tenemos todo lo que necesitamos para hacerlo. Eso es lo bueno.
Alberto: Absolutamente.
Y me encanta lo que dijiste recién acerca de la ciencia antigua y la ciencia
innovadora y cómo esta ciencia se enfoca en el “qué” y la antigua se enfocaba
en el “cómo”. Somos capaces de describir que el agua es H2O, pero los chamanes
podían hacer llover. Y hoy podemos diagnosticar, pero los antiguos sabían cómo
sanar. Conocían los mecanismos, la energía, y diferenciaban entre información
(estamos viviendo en una sociedad de información actualmente) y sabiduría, que
así es como tomas esa información y la transformas en las herramientas que
pueden ayudarte a crear belleza en el mundo.
Gregg: Creo que ese es
el gran desafío y que es una de las claves. Tú y yo tenemos trayectorias muy
parecidas en alto grado en algunos aspectos. Ambos nos entrenamos
clásicamente en el mundo moderno, en lo académico y en la ciencia, y yo pasé mucho
tiempo en el mundo de las corporaciones como un solucionador de problemas para
empresas Fortune 500 y dejamos aquel mundo tradicional y comenzamos a transitar
un sendero que ellos no comprendieron. Y lo sé por mis colegas. Pensaban que
estaba loco. Fui el primer Gerente de Operaciones Técnicas en los sistemas
Cisco en el año 1990 y Cisco recién estaba entrando a la era de internet y
todas esas cosas, y cuando me fui, mis colegas pensaron que había perdido la
cabeza. Pero para mí no era así, y eso me lleva de regreso a la pregunta
original que me hiciste. Algunas personas ven como un salto cuántico ir desde
lo académico o el mundo de las corporaciones a la manera en el que tú y yo
vivimos y enseñamos ahora. Para mí, más que un salto fue un progreso
natural, y le encontraba sentido porque me transporté a un momento cercano al
final de mi vida y me dije: Cuando llegue a ese punto, cuando sea, teniendo en
cuenta que estoy en el plan de los 200 años, pienso quedarme aquí un largo
tiempo, quiero ver el cambio, pero cuando sea que el cambio llegue, cuando miro
retrospectivamente ¿qué fue lo que hice que hace que me sienta bien? ¿Es
alcanzar algunos logros corporativos o es compartir lo que descubrí que es
auténtico acerca de quiénes somos y la belleza y el poder y el extraordinario
potencial del cuerpo humano en relación con la Tierra para ayudar a las
personas a amar libremente, a amar intensamente, sin miedo y disfrutar la
belleza de este planeta? Esta es mi respuesta para la segunda pregunta. Por eso
para mí tiene mucho sentido dejar la seguridad –y había seguridad en el mundo
corporativo- y dar un paso hacia lo desconocido. Y es un paso a la vez. Todavía
estoy en lo desconocido y no puedo imaginarme otra forma de vivir. Pienso que
ahora no sería un buen ingeniero corporativo. Pero la clave a todo esto, y lo
que invito a hacer a nuestros espectadores, especialmente a los jóvenes, es que
mientras honramos lo que hemos aprendido como sociedad, estamos en esta gran
curva de aprendizaje y mientras honramos lo que esta curva nos ha
enseñado, invito a la gente a tener la fe y la confianza para cruzar los
límites tradicionales que han separado todas estas formas de conocimiento en el
pasado, a cruzar los límites que separan la química, la biología, la geología y
la física, porque la naturaleza no conoce estos límites, es una hermosa
conciencia que tiene vida. Nosotros creamos esos límites para poder sentirnos
cómodos estudiando la naturaleza. Y cruzamos esos límites tradicionales entre
la ciencia moderna y la sabiduría antigua porque tienen tanto en común que
puede beneficiarnos. Y si alguna vez vamos a hacerlo, no puedo pensar en un
tiempo mejor que este. Necesitamos esta sabiduría porque los viejos sistemas de
creencias se están desmoronando y estamos buscando algo que los reemplace. La
buena noticia es que eso ya existe. Nuestro trabajo es buscarlo, encontrarlo, y
con discernimiento, con criterio, descubrir qué es verdad y qué no lo es. Y a
lo que es verdad, acogerlo en nuestra vida; y si no es verdad, no darle nuestra
energía. Y es un viaje apasionante y pienso que puede ser muy divertido. Me
siento honrado de compartir esta travesía contigo y con nuestras comunidades,
la forma en que se superponen, se tocan, porque la sabiduría indígena nos reúne
a todos en esta travesía.
Alberto: Yo también me
siento honrado de compartir este viaje contigo, Gregg. Y me encanta algo que
dijiste antes, que hoy los viejos paradigmas están agotados, desmoronándose,
colapsando, y las cosas que se están viniendo abajo son las que no son verdaderas,
que no son verdades en este momento. Y estás siendo despojado, pero las cosas
que son verdaderas están soportando y persistiendo y están disponibles para
nosotros. ¿Quieres desarrollarlo más?
Gregg: Cómo no.
Nuestro mundo es un reflejo de la manera en que pensamos, es nuestra historia.
Nuestra historia determina cómo resolvemos nuestros problemas, a quiénes
elegimos en nuestras relaciones más íntimas, cómo sanamos nuestros cuerpos, las
políticas que elegimos en la sociedad, las leyes que aprobamos en nuestros
países, en nuestras comunidades tan diferentes unas de otras; todas están
basadas en nuestra historia, en la forma en la que nos enseñaron a pensar
respecto a nosotros mismos. En el mundo moderno, nuestra historia ha sido que
somos el producto de un Universo muerto que comenzó con una explosión
primordial, y mucho de lo que hemos llamado “Física Afortunada” que creó las
temperaturas adecuadas y juntó los átomos y las moléculas correctos para crear
los principios de la vida y nos enseñan que somos el producto de procesos
aleatorios, mutaciones al azar en biología, en lo que llamamos “Biología
Afortunada” que nos llevó a ser lo que somos en la actualidad. Esta es la
visión científica. El problema es que la evidencia ya no sostiene esta visión. Nuevos
descubrimientos de la ciencia revisada por pares está revelando ahora que el
Universo parece ser consciente y estar vivo. Por ejemplo, los sistemas
estelares. Cuando explota una estrella en una parte de la Galaxia, otras partes
de la Galaxia responden y lo compensan como un sistema viviente, y hay físicos
que de veras están diciendo que la conciencia probablemente es la base de toda
la creación, de todo el Universo. Cuando de nosotros se trata, los estudios más
recientes en la ciencia del ADN –esto es sumamente interesante y suena a
ciencia-ficción- tenemos la capacidad de extraer el ADN de la médula ósea de
los restos fósiles de seres que solíamos pensar eran nuestros ancestros, porque
se nos dijo que descendíamos de formas primitivas de seres lenta y gradualmente
durante largos períodos de tiempo. El problema es que ahora que podemos extraer
el ADN de esos seres y compararlo con el nuestro, sabemos que esa historia no
es cierta. No descendemos de los Neandertales, por ejemplo, aunque compartimos
la Tierra con ellos. No descendemos de ninguna de esas formas de vida.
Aparecimos en la Tierra hace 200.000 años y esta fecha está prácticamente
aceptada por la ciencia. El misterio es cómo aparecimos, cómo llegamos a ser
quienes somos, cómo tenemos un neocórtex un 50% más grande que los primates más
cercanos y la red neuronal expandida del corazón, y aquí está la clave, la
capacidad de autorregular nuestra biología a voluntad, cuando se lo
requiere, cuando queramos, de un modo que ninguna otra forma de vida lo
podría hacer. Otras formas de vida tal vez lo hacen instintivamente, nosotros
podemos sentarnos conscientemente en un momento dado y decir: “En este momento
elijo acceder a niveles más profundos de intuición para comunicarme con
el mundo que me rodea, con la naturaleza. Elijo despertar una potente respuesta
inmunológica”. ¿Quién no quiere eso en este momento? “Elijo despertar el gen de
las enzimas de la longevidad en mi cuerpo”. ¿Quién no desea longevidad? La
pregunta es de dónde vienen estos extraordinarios potenciales. La verdad es que
no lo sabemos con certeza. Lo que sabemos es que no es la historia que nos
contaron y eso abre la puerta a abundantes posibilidades de relaciones
profundas con el Cosmos, con la Tierra, con el futuro, con el pasado. Yo no he
estudiado cada tradición indígena del planeta, pero puedo hablarles de las
numerosas que he estudiado y con las que he vivido. Hemos pasado juntos por
revoluciones, terrorismo, guerras, hambruna, compartimos nacimientos y muertes,
y llegas a conocer bien a estas personas en sus experiencias humanas. Y de
todas esas tradiciones, ni una sola dice que somos el resultado de un proceso
aleatorio, de un accidente de la biología. Todos atribuyen nuestra existencia a
un esfuerzo cooperativo que se extiende más allá de este planeta físico hacia
ámbitos que solo ahora estamos comenzando a comprender. Creo que nosotros
abrazamos ese potencial que le abre la puerta a una abundante y saludable
relación con nosotros mismos, porque cuanto mejor nos conocemos, menos
tememos, cuando menos le tememos al cambio en el mundo y cuando menos tememos a
los demás. Y eso nos remite a la primera parte de esta conversación. “¿Qué
podemos hacer?” Y esta es una invitación para los jóvenes para que acepten las
profundas verdades que están siendo reveladas por la mejor ciencia de nuestro
tiempo y que no están siendo compartidas en los libros de texto corrientes en
las aulas. Le pedimos a la ciencia que nos diga quiénes somos, la ciencia lo
está haciendo, a algunos científicos no les gustan las respuestas, pero eso no
quiere decir que no existan respuestas. Así que es una invitación a mirar más
profundamente, cruzar esos límites tradicionales, celebrar lo que encontremos
porque nos dice que no somos lo que nos dijeron y somos mucho, pero mucho más
de lo que hayamos imaginado alguna vez. Esa es una bella historia, es la
historia de los Guardianes de la Tierra, por eso somos Guardianes de la Tierra.
Alberto: Absolutamente
cierto. Recuerdo haber estado en el Lago Titicaca con los Uros, quienes viven
en islas flotantes en el medio del lago y si les preguntas de dónde vienen,
señalan a Sirio (Canis Majoris) y dicen que están esperando a que los recojan y
los lleven de vuelta a su hogar. Entonces les pregunto de dónde vengo yo,
esperando que me respondan que vengo de los Estados Unidos, pero ellos me
dicen; “Tú también vienes de las estrellas”. Y es asombroso. Cuando
observamos nuestra hemoglobina, el oxígeno transporta moléculas de hierro y
todo el hierro en el planeta, en el Cosmos, se crea en las entrañas de las
estrellas que explotaron, así que estamos hechos de polvo de estrellas. Y si
nuestros cuerpos están hechos de polvo de estrellas, ¿por qué no nuestra
conciencia? No solo estamos interconectados los unos con los otros sino con todo
el Cosmos.
Gregg: Totalmente. Y
eso es prevalente en las tradiciones indígenas, se ha incorporado a su vida
diaria, que dicho sea de paso no es una extraña experiencia externa. Los dos
pasamos mucho tiempo con las tradiciones andinas entre Perú y Bolivia y
alrededor del Lago Tititcaca, que es el mayor lago navegable y está a 3.812
metros sobre el nivel del mar. Es un lago misterioso, todavía no conocemos
todas las formas de vida que hay en él. Un día estaba con el grupo e íbamos a
una de las islas a las que vamos normalmente, la Isla Taquile, donde tú también
llevas a la gente. Era un lindo día y repentinamente el cielo se cubrió
presagiando tormenta. Estábamos en medio del lago y el capitán estaba
intranquilo pensando que no llegaríamos a tiempo a la Isla Taquile, así que se
dirigió a otra isla a la que nunca habíamos ido antes y atracó allí. Esto no es
algo que puedas inventar. Desembarcamos en esta isla y estaba habitada. Los
indígenas nos encontraron y nos llevaron con ellos en la tormenta y almorzamos juntos
y nos contaron acerca de su relación real y continua con su familia
estelar. Nos dijeron que cuando las personas de su aldea se enferman, las
llevan a la orilla al anochecer, donde el agua toca la tierra; los dejan ahí a
la puesta del sol y vuelven a buscarlos a la mañana siguiente, y están curados.
Y la razón de su sanación es que la familia estelar descendió y realizó esas
sanaciones como parte de un acuerdo de cooperación o social, que ha tenido
lugar en esta comunidad indígena. Y lo comento porque tal vez veamos
representaciones en pinturas murales o evidencia arqueológica de estas
relaciones. Y algunas personas pensarán que están estilizadas o que son sueños
importantes, pero lo cierto es que son realidades físicas que nunca se
perdieron en estas tradiciones indígenas, mientras que aquí en Occidente, la
gran cosa es llamada “revelación”, que es solo la denominación oficial para
algo que ha estado ocurriendo desde que estamos en este planeta, y es el
intento y la lucha entre los que quieren reconocerlo y los que no lo quieren
reconocer, para traerlo al vocabulario común en el mundo occidental. Es
fascinante y es divertido, porque si le preguntamos a alguien en la calle si
cree que estamos solos en el Universo, la mayoría va a decir que no. No creo
que sea un problema tan grande creerlo para la gente de la calle como lo es
para los que están en el poder. Eso sucede en nuestra cultura. En otras
culturas, no tienen esta revelación porque nunca perdieron su conexión. Y por
eso quise compartir esta historia.
Alberto: Recuerdo que
estaba haciendo senderismo con los chamanes en Ausangate, la montaña sagrada de
los incas, cuando nos encontramos con un grupo de franceses, exploradores de
OVNIS. Ellos les preguntaron a nuestros chamanes si habían visto muchas luces
cruzando velozmente el horizonte, o haciendo giros muy rápidos de 180º o de
90º, o formas como grandes cigarros en el cielo. Y los chamanes les
respondieron que nunca habían visto cosas así. El grupo se fue y entonces les
dije a los ancianos: “¡Anoche vimos todas esas cosas! ¿Por qué no les
contaron?” Y ellos me respondieron: “Bueno, realmente no nos relacionamos mucho
con los que vienen en los autobuses del cielo, en máquinas. Ellos tienen
tecnología, pero a nosotros nos gusta conectarnos con los que vienen a través
de la separación del espacio y el tiempo, la separación de la luz, como si
atravesasen la lente de una cámara que se abre”. Ellos tienen una relación
activa y consciente con formas de vida a través del todo el Cosmos que están
muy vivas. Y luego compartieron que creen que nuestros hermanos y hermanas de
las estrellas están especialmente disponibles para nosotros en estos tiempos de
crisis que estamos atravesando y siento directamente que el Cosmos, el
Universo, tienen una inversión en el bienestar del planeta y en todas nuestras
especies y en la humanidad.
Gregg: A eso iba con
esto. Antes de concluir, agradezco a las todas las personas de nuestra
comunidad que comparten parte de su día con nosotros. Ustedes son parte de
nuestra familia y, como familia, creo que es importante reconocer que el mundo
ha cambiado. Algunas personas no quieren aceptarlo, piensan que hemos tenido un
pequeño obstáculo en el camino de la vida y esperan volver al mismo camino en
el que estaban antes. Nunca se nos ha dado la oportunidad, como comunidad
global y como sociedad, de hacer el duelo por la desaparición de lo que todos
hemos perdido: las libertades y las formas de vida. Y cuando digo "hacer
el duelo" no tiene que ser una gran manifestación, sino simplemente el
reconocimiento de que hemos perdido la forma de vida y que nuestro mundo ha
cambiado y podemos extrañar esas cosas. Y es importante porque ¿cómo podemos
aceptar la belleza del nuevo mundo que está emergiendo y las posibilidades de
las que ambos estamos hablando en este momento, la apertura y la disposición y
la necesidad de esas posibilidades, pero ¿cómo podemos abrazas las bellas cosas
nuevas si nuestra psiquis y nuestra imaginación y nuestra alma está repleta de
la energía y las imágenes y las expectativas y nos estamos aferrando a ellas en
un mundo que ya no existe? Por aferrarnos a las ideas de lo que solía ser,
¿dónde queda lugar para aceptar la belleza de lo que puede ser, de las
nuevas posibilidades? Por eso, cuando nos condolemos, decimos: “¿Sabes? Extraño
el mundo que dejé en 2019”, y ese reconocimiento muchas veces es así de simple.
Reconózcanlo, bendíganlo y déjenlo ir para hacerle lugar a este maravilloso
mundo nuevo. Y todo aquello de lo que tú y yo estamos hablando ahora, nuestra
relación con la Tierra, con nuestros propios cuerpos, con el Cosmos y con
una comunidad más grande son parte de esto nuevo a lo que se nos invita a
entrar. Y esa es la belleza de los Guardianes de la Tierra, porque ellos
están custodiando mucho más que el planeta físico. Es el alma, y el corazón y
la belleza de la Tierra dentro del contexto de una historia muchísimo más
grande, y esa historia es lo que me da la energía para levantarme cada mañana,
porque es una bella historia de esperanza y posibilidad. Querido hermano
Alberto, quiero agradecerte por toda la gente que invitaste a Guardianes de la
Tierra, por la energía y la unidad que estás poniendo para mantener viva la
historia y compartirla con tanta gente como sea posible.
Alberto: Muchas gracias,
Gregg por ser parte de este programa de los Guardianes de la Tierra. y la
invitación que nos hiciste a todos para sostener esta nueva historia, incluso
en nuestro desconocimiento, incluso en el misterio de la historia que aún se
está revelando. Y gracias por ser uno de los grandes autores de esta historia
para la humanidad en la que todos vamos a estar trabajando juntos para que se
geste rápidamente y que está teniendo lugar a nuestro alrededor. Gracias por tu
invitación a ser parte de esta ceremonia mayor del misterio que se
despliega, de nuestro viaje a través de la Tierra y de la Tierra misma.
Muchas gracias, hermano. Bendiciones para ti.
Gregg: Muchas gracias.
Espero con ansias la próxima.
Transcripción y
traducción: Susana Peralta
Difusión: El Manantial
del Caduceo en la Era del Ahora
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