Monica y Michael Berg. Escúchalo y subscríbete aquí.
Cuando cometemos un error, tomamos una mala decisión o nos perdemos una
oportunidad, naturalmente sentimos el aguijón del remordimiento. Es posible que
deseemos regresar en el tiempo y hacer las cosas de forma diferente, o que nos
sintamos atrapados por la vergüenza y la culpa, incapaces de seguir adelante.
A primera vista, el remordimiento parece una emoción negativa, pero el remordimiento, como cualquier otra emoción, puede usarse para
informarnos y mostrarnos formas en las que podemos transformarnos en una mejor versión de nosotros mismos.He aquí tres consejos para usar el remordimiento como una
poderosa herramienta de transformación:
1. Reconoce que no se espera que seas perfecto. Ser
imperfecto significa que hay espacio para el crecimiento.
Solemos creer que deberíamos esforzarnos por manejar nuestra
vida sin errores y sin arrepentimientos. Por el contrario, no estamos
destinados a ser perfectos. Si todos fuésemos perfectos, no habría necesidad de
trabajar, estudiar o esforzarnos por mejorar. Estamos destinados a tener
defectos y a crecer todo el tiempo. Estamos hechos para cometer errores y tener
remordimientos; no de los que nos causan dolor o nos impiden avanzar, sino los
que nos hacen mejorar.
Según la sabiduría de la Kabbalah, nadie puede convertirse
en un maestro a menos que primero haya fracasado en esa área. Si un fracaso te
lleva hacia el crecimiento, no es un fracaso en absoluto. Todo te ayuda a
ascender en el proceso de convertirte en la mejor versión de ti mismo. Los
errores no son acontecimientos negativos y desafortunados, sino más bien partes
hermosas del crecimiento y la elevación.
Si vemos la vida como una progresión constante hacia el
crecimiento, entonces las lecciones que aprendemos de los grandes y pequeños
errores son necesarias para que avancemos. No solo para no volver a cometer los
mismos errores, sino también para ayudarnos a ser mejores personas en general.
Siéntate con tu remordimiento, siéntelo plenamente y luego
emplea toda esa energía y transfórmala en algo que te ayude a crecer.
2. Ten la certeza de que tus errores te han llevado a donde
necesitas estar hoy.
Imagina que estás conduciendo hacia el trabajo, llegando
tarde a una reunión importante, y que te equivocas de camino. Ahora vas a
llegar todavía más tarde. Te sientes frustrado y enojado contigo mismo por no
haber salido antes, no haber prestado más atención a la ruta o no haber usado
el GPS. Sin embargo, lo que no sabes es que si no hubieses hecho ese giro
equivocado, te habrías visto involucrado en un accidente que no solo te habría
costado más tiempo, sino también más dinero.
Nunca vemos el panorama completo de nuestras acciones.
Nuestras decisiones y errores nos han traído al lugar en el que estamos ahora,
que es perfecto, exacto y con propósito. Estamos exactamente donde debemos
estar. Desde luego, esto no nos exime de responsabilidad. Tenemos que aprender
de nuestros errores y reevaluar para el futuro, pero no podemos tener claridad
sobre nuestra toma de decisiones a menos que aceptemos plenamente que donde
estamos ahora es donde estamos destinados a estar.
Entiende que tu alma necesitaba pasar por esa experiencia,
aunque fuera dolorosa o decepcionante. Donde te encuentras ahora es justo donde
necesitas estar. Puede que no sea donde querías estar o donde podrías haber
estado, pero es donde tu alma necesita estar. Una vez que lo aceptes, podrás
avanzar con la información y las lecciones que te ofrecen tus errores, en lugar
del peso del remordimiento.
3. Proponte aprender de tus errores.
El remordimiento es un poderoso motivador y una herramienta
para el cambio. La parte más importante de la vida es aprender de los errores y
las experiencias en lugar de intentar borrarlos. A veces necesitamos la punzada
del error o el ardor de la vergüenza para ayudarnos a interiorizar la lección.
Puedes cambiar la forma en que experimentas el remordimiento
para que no te resulte pesado, sino como una información. Usa tus
remordimientos como datos que determinen tus decisiones futuras. Mira hacia
atrás para recordar tus errores, no porque desees estar en un lugar diferente
al que estás ahora, sino para mejorar tu toma de decisiones la próxima vez que
tengas un dilema similar.
Piensa en las lecciones aprendidas de los grandes o pequeños
errores como necesarias. Prueba hacer una lista de tus fracasos, de tus
contratiempos, junto con lo que has aprendido de cada uno de ellos y cómo
puedes aplicarlo en el futuro. Cuando aprendes de tus remordimientos, puedes alcanzar
un estado en el que te honras a ti mismo, tomas mejores decisiones y aprovechas
más oportunidades.
El remordimiento no tiene por qué ser una razón para no
avanzar. Aunque no nos haga sentir bien, podemos utilizarlo para aprender sobre
nosotros mismos y el mundo, aportando a nuestras decisiones futuras y
ayudándonos a crecer. Nuestros errores y sentimientos de remordimiento son
necesarios. Sin ellos, estaríamos estancados. Nos impulsan en nuevas
direcciones y nos llevan exactamente a donde nuestra alma necesita estar, aun
si ese lugar no es siempre cómodo. Intenta replantear la manera en que
consideras tus remordimientos y úsalos para alimentar tu plenitud futura.
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