Una de las cosas emocionante de cuando estudiamos
es llegar a entendimiento más nuevo y más profundo de un secreto que hemos
estudiado antes. Esta es una de las oportunidades que tenemos en este Shabat de Ki
Tisá.
Existe una hermosa historia en el libro del Profeta
Samuel I, Shmuel Alef.
Muchos de nosotros sabemos que históricamente
existió un primer rey llamado Saúl (Shaul). EL Creador le pidió al rey Saúl que
siguiera Sus instrucciones y ayudase a remover la oscuridad de este mundo, que
pelease contra Amalek. El rey Saúl, aunque era un alma elevada, encontró su
propio camino en lo que él pensó que era sabiduría. A causa de esto, el Creador
le dijo que ya no podía ser Rey por más tiempo.
En aquella época, vivía un profeta llamado Samuel
(Shmuel), a quien el Creador le pidió que fuese y ungiera al siguiente rey
quien se encontraba entre los hijos de Ishay en Bethlehem, todo esto a pesar de
que Saúl continuaba con vida y parecía estarse comportando como rey. Ishay tenía
ocho hijos, de los cuales había 7 que a él realmente le gustaban, y uno que no
le gustaba. Él trajo a los siete hijos y uno a la vez los presentó ante Samuel,
pero Samuel continuaba diciendo: “No, Dios me dice que no es ninguno de estos”.
Ishay le dijo a Samuel que entonces se había
equivocado, y Samuel le preguntó a Ishay si le había mostrado todos sus hijos.
Ishay recordó al hijo del cual se avergonzaba, aquel al que había enviado a ser
un pastor de cabras. Llamaron al octavo hijo cuyo nombre era David. Y cuando
Samuel lo miró, el Creador le dijo que lo ungiese como rey. Desde el momento en
que David recibió esta unción, recibió también Inspiración Divina y una
conexión elevada con la Luz del Creador.
Mientras esto ocurría, Saúl, quien era rey hasta
ese entonces, comenzó a perder su energía y su júbilo y se deprimió. Así que
David fue llamado para que tocase un instrumento e hiciera música para Saúl,
quien continuaba sin saber que David había tomado el espíritu del rey que le
había sido conferido por el Creador. En cualquier momento en el que David
estuviese frente a Saúl, éste se alegraba, sin embargo, Saúl no entendía que
esto se debía a que David había recibido lo que él perdió, y así cada vez que
Saúl se deprimía, llamaba a David para que tocase su instrumento para él, y
David acudía.
A este chico, David, quien había sido completamente
ignorado por su familia, le ocurrieron dos cosas maravillosas. Primero, el
Profeta Samuel, el líder espiritual de la generación, le dijo que sería el
sucesor. Segundo, el rey le dijo que él era la única persona que podía hacerlo
feliz. Así que, uno puede imaginarse el tipo de cambio que ocurrió dentro del
alma, el espíritu y las emociones de David.
Se dice que el Rey David, en cualquier momento que
era llamado ante el rey, iba ante éste, y cuando podía retirarse, regresaba y
pastoreaba el rebaño de su padre. ¿Por qué haría esto? ¡David acababa de ser
elegido como Rey! Había recibido este espíritu elevado. Su vida había cambiado.
Pero él no cambió con el tiempo o con los obsequios que se le entregaron. Se
dice que el Rey David regresaba a las cabras y a las ovejas en cada momento
libre que tenía.
Existe un gran secreto aquí. Cuando algo ocurre, ya
sea físico o espiritual, grande o pequeño, desafortunadamente todos nosotros recibimos
cierta elevación. Para algunas personas, por ejemplo, es hacer dinero, para
otros es tener una nueva posición, pero en cualquiera de los caso, cambiamos.
Nos volvemos personas diferentes (porque ahora somos líderes o ahora tenemos
dinero). Esto es un error muy grande y también uno muy peligroso.
Lo que hizo grande al Rey David fue el hecho de
que, incluso después de volverse rey, él nunca cambió. Si despertabas a David a
mitad de la noche y le preguntabas: “¿Quién eres, cuál es tu esencia?” él respondía:
“Soy un pastor”. A pesar de que David era rey, a pesar de tener Inspiración
Divina y que todos lo buscaban por su liderazgo, él sabía que en su esencia era
un pastor (y esto es algo que todos nosotros olvidamos). En el Midrash,
basado en uno verso de los Salmos, se dice que el Rey David le dijo
a Hashem, el Creador: “Mi corazón no se elevó para nada cuando
Samuel me ungió para que fuera rey. Mis ojos no comenzaron a ver cosas más
elevadas cuando maté a Goliat. Y nunca sentí que caminaba entre cosas majestuosas
o grandes personas. Más bien mi alma estaba siempre en silencio. Mi espíritu
nunca se elevó de esa forma”.
Una buena manera de describir esto es que en
nuestro mundo utilizamos ropas, nos disfrazamos. Si una persona se coloca un
traje de payaso, esto no lo hace un payaso a menos que sea gracioso. Sabemos
que los trajes no cambian quiénes somos. Para el Rey David los ropajes que se
colocaban sobre él (los ropajes de liderazgo, de reino, de sabiduría, de
Inspiración Divina) nunca fueron él. Y por ello, él podía no sólo mantener,
sino también hacer crecer su conexión con la Luz del Creador. El Rey David fue
el Rey David no por algo que hubiese logrado, sino porque sin importar qué le
ocurriera, nunca cambió quien era en su núcleo.
Si somos honestos con nosotros mismos, nos daremos
cuenta de lo mucho que hemos permitido cambiar el ser buenos a causa de lo más
estúpido e insignificante que ocurren en nuestras vidas. Nos comportamos de
manera diferente. Interactuamos de manera diferente. Nos permitimos tratar a
otros de manera diferente. A causa de todo esto, nuestras acciones cambian
inmediatamente con cada cambio externo que nos ocurra, y cada una de esas capas
que nos colocamos nos desconectan de la Luz del Creador.
Existe un entendimiento incluso más profundo para
esto.
En la porción de esta semana cuando los israeliitas
cayeron tan terriblemente y Moisés quiso protegerlos y le dijo al Creador:
“Recuerda a Abraham, a Isaac y a Jacob. Despierta su Luz. Y a través de su Luz
protege a los israelitas”.
Los Kabbalistas enseñan que tenemos la habilidad de
atraer asistencia de los justos a través del concepto llamado zejut
avot, el mérito de Abraham, Isaac y Jacob y todas las almas justas que
vivieron antes que nosotros, y de esta forma podemos conectar con la Luz que
revelaron y traerla a este mundo. Existe también el concepto llamado brit
avot, el lazo del Creador y los Patriarcas. El secreto debrit avot es
que Abraham, Isaac, Jacob, Moisés y el rey David vivieron sus vidas sin cambiar
nunca sus esencias. Nunca cambiaron quienes eran en sus núcleos. Nunca
cambiaron con todas estas capas que eran puestas sobre ellos, y por esto, su
conexión con la Luz del Creador siempre se mantuvo.
En esta porción, el Creador le dice a Moisés:
“Olvídate de estas personas. Déjame destruirlos. Y a partir de ti, Moisés,
creare una nueva nación.” ¿Qué quiere decir esto? Esta era la prueba para
comprobar si Moisés se veía a sí mismo mejor o más elevado que los israelitas
caídos. Si lo hacía, entonces no podía traer esta conexión de brit avot,
este lazo que viene únicamente a las almas a partir de las almas que nunca
cambiaron. Por ende, cuando el Creador le pregunta a Moisés por qué no
destruimos a estas personas y comenzamos una nueva nación a partir de ti, él
dijo no. Porque él sabía que no era mejor que ninguno de ellos.
Moisés, quien también comenzó como un pastor, se
dio cuenta que en su núcleo, al igual que el Rey David, siempre fue un pastor.
Él era el líder para el mundo, era el más grande profeta que jamás vivió, y sin
embargo ninguna de estas cosas lo representaban. Él permaneció simple e
inmutable, por lo cual pudo atraer la gran protección de brit avot en
este Shabat.
Uno de los grandes regalos por el cual debemos
rogar en este Shabat es, primero, por entender que todos los cambios que hemos
permitido, que son tanto ridículos por un lado pero escalofriantes y peligrosos
por otro, nos desconectan de la Luz del Creador. La única forma de estar
verdaderamente conectados a la Luz del Creador es aprender del Rey David y de
Moisés. No debemos cambiar quienes éramos cuando vinimos a este mundo por
primera vez, antes de comenzar a ponernos estas capas sobre nosotros mismos,
porque cada una de esas capas nos desconectan de la Luz del creador.
Por supuesto, sabemos que la Kabbalah se trata de
cambio, pero del cambio real ¿Cuál es el cambioreal? romper todos los
cambios ridículos que ya hemos atravesado, y regresar al simple y verdadero ser
que éramos antes, así como el Rey David y Moisés eran pastores. Abraham, Isaac,
Jacob, Moisés y el rey David estaban conectados a la Luz del Creador, no por
ninguna de las capas que estaban sobre ellos, sino porque sin importar qué
ocurriera en el exterior, nunca cambiaron. Es un gran secreto y, probablemente,
una de las cosas más difíciles de hacer. Pero es la única forma de crear una
verdadera, duradera y siempre creciente conexión con la Luz del Creador.
Bendiciones y Luz,
Michael Berg
Michael Berg
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