Un aporte amoroso de AnaLuz
- El agua, además
de ser nuestros fluídos, también son nuestras emociones.
- El aire, además
del oxígeno y dióxido de carbono de nuestros pulmones también son nuestros
pensamientos.
- El fuego, además
del calor de nuestro cuerpo, también es nuestro aliento, motivaciones,
pasión...el motor de nuestra vida.
- La tierra, además
de nuestros huesos, músculos, piel, uñas, cabello, órgamos...también
son nuestros actos, comportamiento, nuestras solidez y raíces.
Si nos sintiésemos
unidxs a la Tierra, nuestra relación con nuestro cuerpo sería totalmente
diferente, no viviríamos separadxs, nos consideraríamos parte de ella. Esta
visión dual no nos permite estar a gusto con nosotrxs mismxs. ¿Quién no ha
sentido en su piel la necesidad imperiosa de vivir en medio de la naturaleza?
¿Quién no ha deseado dormir bajo la luz de la Luna o contemplar las estrellas
tumbado en la arena de una playa? ¿Quién no ha soñado con bailar rodeadx de
árboles, pisando la tierra, danzando al ritmo del latido de la Madre Tierra?
¿Quién no ha mojado sus pies en charcos y ha retado las normas chapoteando?
¿Quién no ha gozado sintiendo el agua de lluvia mojando y purificando su
cuerpo?.....
¿Por qué pasa esto?
Porque necesitamos los cuatro elementos en nuestro cuerpo, sentir la tierra en
nuestros pies descalzos, el agua en nuestro cuerpo, el Sol en nuestra piel y el
aire puro en nuestros pulmones. La conexión con la naturaleza está viva en
nosotrxs por eso sentimos esa pulsión de huir corriendo hacia al bosque, la
montaña, el mar, los ríos....Porque todo en nuestro cuerpo es naturaleza viva.
Cuanto más tiempo dedicamos a los aparatos electrónicos más infelices somos,
nuestra conexión con la Tierra, con lo vivo es menor y nuestra esencia se
pierde.
Cuanto más desconectados
estamos de la naturaleza más desconectados estamos de nuestros cuerpos, porque
en esencia son lo mismo.
Es importante pararnos
a observar qué trato le damos a nuestro cuerpo, pues es similar al que le
damos a la Tierra. Se nos enseña a poseer a la Tierra, a tratarla
como si fuera un lugar a explotar, de la que extraer recursos, creemos que está
a nuestro servicio. Si no ponemos consciencia y atención, este trato se vendrá
en contra nuestra. Además igual que tratamos a la Tierra tratamos a nuestro
cuerpo. Se supone que la Tierra es nuestra madre que nos da vida, nos acoge,
nos contiene, nos nutre, nos alimenta, nos acuna....y a cambio ¿qué le damos?
Vivimos apartadxs de ella, como si estuviera separada de nosotrxs. Lo mismo
ocurre con nuestro cuerpo, que nos sostiene, nos lleva, nos trae, nos permite
sentir, ser, estar....Sin embargo ¿qué trato le damos? ¿qué creencias tenemos
sobre él? ¿cómo nos relacionamos con él? ¿qué mensajes le enviamos?...
De ahí que el
trabajo empiece por regresar a nuestro cuerpo, conectar con él,
escucharlo atentamente, tiene muchos mensajes que darnos...
La mujer se ha pasado siglos viviendo
en un cuerpo de escaparate, un cuerpo con el que dar gusto a otros. Esto
hace que la mujer no tenga una buena relación con su cuerpo. Vivimos separadas
de nuestro cuerpo, nos disociamos de él, esto justo hace que no lo vivamos plenamente,
que no lo gocemos y disfrutemos, que no lo aceptemos. ¿Cómo aceptar un cuerpo
que adornamos y adulteramos para contentar a otros? ¿Cómo aceptar un cuerpo que
se ornamenta para entrar en un cánon que no es el nuestro? ¿Cómo amar un
cuerpo del que vivimos desprendidas? ¿Cómo honrar a un cuerpo separado,
apartado y aislado?
Nuestro cuerpo lleva
años siendo cosificado, poseído, torturado, reprimido, violentado, abusado,
despreciado..... El mismo trato recibe la Tierra. Empecemos a amar nuestro
cuerpo, viviendo en él, habitándolo porque sólo de esta manera lograremos
reconciliarnos, tener una relación sana de amor, cuidado y atención.
No nos dejemos llevar
por las tendencias "tendenciosas" en las que no encajamos porque
justamente no somos nosotras, nuestro cuerpo es hermoso y bello como es.
Un cuerpo no es sólo estéticamente hermoso, tiene muchos más atributos. Y
necesita que lo reconozcamos, que lo cuidemos, que lo tengamos en
consideración. Luego nos extrañamos que enferme, que esté cansado y extenuado
¿acaso ponemos atención a lo que nos susurra al oído, a lo que siente, a
lo que necesita....?¿conocemos sus ciclos? ¿sabemos cuánta sabiduría hay oculta
esperando a salir?....¿A qué esperamos para amar a nuestro cuerpo? Ahora es un
buen momento para empezar, es tan agradecido que enseguida nos corresponde.
Si amamos nuestro cuerpo
amamos a nuestra Tierra,
honrando al primero honramos al segundo y viceversa.
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