Hermanos,
¡invoquemos para que la Gran Fraternidad humano-dévica precipite la
Civilización Solar sobre la Tierra!
Cuando
en la vida trabajamos para comprender nuestro propósito, como pequeño átomo de
Humanidad, se nos suele mostrar con claridad y en primer término, lo que
no hemos venido a hacer, lo que no somos.
Así se
nos revela, que no hemos venido a pelear con nuestros hermanos humanos, y
que, si continuamos con la guerra lo que conseguiremos es nuestra propia
autodestrucción, claramente profetizada por Martin Luther King: “aprendemos
a vivir todos juntos como hermanos, o moriremos todos juntos como idiotas”.
La
muerte, con su certidumbre insoslayable, nos revela que no somos propietarios
de nada de lo que tenemos ya que nada de lo que creemos nuestro nos lo podemos
llevar.
Todo en
la naturaleza, cada uno de sus reinos, nos han hablado, con la contundencia de
los hechos, mostrándonos que, aunque nos comportamos como si fuéramos
propietarios, todo lo que hemos hecho y seguimos haciendo a los demás reinos,
se vuelve contra nosotros, haciendo cada día mas difícil la vida en la
atmósfera. ¿Pensaron alguna vez que el único espacio que tenemos disponible
para vivir en todo el planeta, es la atmósfera?
Estamos
atrapados en la creencia colectiva que, por tantos siglos repetida, hemos
convertido en una “verdad” que no revisamos y es la tendencia a apropiarnos de
todo lo que podamos, convencidos de que, cuanto más tenemos, más felices
seremos, más nos van a amar.
Todas
estas comprensiones son buenas, porque nos permiten liberarnos de espejismos
que nos tienen atrapados a los que formamos parte de la raza humana.
La
verdadera fiesta de la vida comienza cuando uno descubre lo que ha venido
a hacer, que tiene que ver con lo que uno es, con lo que uno hace con lo que
disfruta haciendo, con lo que los demás le celebran cuando nos lo ven
hacer. Con el propósito de nuestra Alma.
Cuando
uno lo descubre y se pone a hacerlo con todas sus fuerzas, sin desmayar, sin
desalentarse y lo sostiene, la magia de pronto irrumpe en nuestra vida,
entramos en la Danza de la Vida, entramos en la corriente que nos conduce
más y más a estados de gozo y de satisfacción.
Entreguémonos
al propósito de nuestra Alma en total consagración y con toda la Fuerza de
nuestro Ser y viviremos en el gozo de la vida.
Marta N.
Paillet
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