Cuando
las circunstancias externas de la vida nos hacen pensar con pesimismo y sentir
desaliento, entonces es el momento de detenernos y saber que ¡Por ahí no es! La
queja, la protesta y el enojo nos llevan a abandonar todo protagonismo y
dejarnos atrapar por la comodidad y la inercia.
“Nada
tengo que hacer, todo lo deben hacer los otros, que son los que me atormentan.”
Este es el discurso detrás del cual nos escondemos, el que nos permite
seguirnos quejando sin hacer nada. Dejando toda responsabilidad en manos de
alguien con más poder, con más fuerza, con más dinero.
Nuestra
tarea como Servidores de la Vida, como Servidores de la Luz, como co-creadores
con Dios, es saber que el pesimismo, el temor, el desaliento, no son energías
con las que podemos crear un Mundo Mejor, una Cultura de Paz, una Civilización
de Justicia y Belleza.
¿Qué
hacer? ¿Cuáles son nuestras herramientas, nuestras posibilidades, cuando todo
nos parece negado? Ahí es cuando aparece la fuerza de los sueños, la fuerza del
pensamiento, la fuerza de la imaginación.
Soñemos
no con la ensoñación difusa de los inertes, sino con la fuerza con la que
fueron capaces de soñar los grandes de la historia. Recuerda el sueño de Martin
Luther King de que los hombres de piel negra se pudieran sentar en la misma
mesa y comer juntos con los hombres de piel blanca. Recuerda el sueño de San
Martin de ver libre a la América del Sur del dominio español. Recuerda el
“delirio del Chimborazo” que inspiró a Bolívar y el gran anhelo de Martí el
poeta libertario de Cuba cuando cantó que “con los hombres de la Tierra
quiero yo mi suerte echar”
Soñemos,
hermanos, con un pueblo, un país, una nación, un planeta donde las necesidades
de los vulnerables son atendidas eficientemente, donde los vínculos entre las
personas son sanos, correctos, alegres. Soñemos con gobiernos sabios, con
pueblos que no se corrompen, con humanos comprometidos con sus hermanos.
Soñemos que la buena voluntad, encerrada en el corazón de cada persona en esta
tierra aflora y vivimos juntos, convivimos sin violencia, con buen trato, con
tolerancia en profunda cooperación.
Cuando
soñamos con detalles y concentradamente atraemos esas situaciones y se vuelven
realidad para nosotros. Los pueblos que no sueñan, perecen; soñemos y salgamos
cantando cada mañana a trabajar para poner ladrillo a ladrillo, las bases de
una nueva realidad.
No
esperemos a que otros lo hagan, tengamos la fuerza y el valor para empezar.
Marta
Paillet
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