Por Jennifer Hoffman
http://enlighteninglife.com
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Traducción:
Fernando Pachacama
¿Qué sucede cuando no
consigues lo que deseas – y, a veces realmente no es posible, como lo leerás
aquí, pero obtienes algo más? Esta es la historia de los zapatos negros estilo
Mary Jane, los cuales fueron populares en la década de los sesenta, cuando yo
era una pequeña niña. Aunque siempre desee un par de estos zapatos nunca los
recibí, ya que estaba paralizada debido a GBS (Síndrome Guillain Barre,
parálisis inducida por vacuna) aquel año. No conseguí lo que deseaba, los
zapatos, pero obtuve mucho más, aunque me tomó una buena cantidad de años darme
cuenta de aquello.
Estoy compartiendo la
siguiente historia contigo ya que aborda un componente muy importante de
sanación, aceptación y gratitud. Agradecer, algo que debemos aprender a
hacer
para que podamos volver a nuestra integridad; centrar y expandir nuestra
energía en los nuevos senderos de experiencia. Sin gratitud nuestra perspectiva
es limitada, poco concentrada y permanece en el pasado. Sí, es difícil ser
agradecido de algo que parece no merecer nuestra gratitud. Pero, entonces
estamos juzgando y por eso el no-juicio puede ser tan difícil. Mi experiencia
con los zapatos de Terciopelo Negro Estilo Mary Jane me proporcionó una
profunda lección de gratitud que ayudó a compartir mi gratitud con los
demás.
Cuando tenía cinco años
deseaba un par de zapatos de terciopelo negro estilo Mary Jane. Eran sencillos,
zapatos planos de vestir con una correa cruzada en el empeine (eran populares
en 1963), como se muestran en la fotografía. Mi madre iba a comprarlos para mi
hermana y para mí en Navidad y yo estaba muy emocionada.
Pero eso fue el año que
estuve paralizada con GBS y pasé aquella Navidad en el Hospital, inhabilitada
de moverme o caminar. Mis zapatos de terciopelo negro estilo Mary Jane no
estaban bajo el árbol de Navidad ya que no podría usarlos y mi madre era muy
práctica como para comprar zapatos que yo nunca calzaría. Pasarían muchos años
antes de que pudiera calzar zapatos normales elegantes nuevamente porque fui
equipada con aparatos ortopédicos que fueron acoplados a zapatos ortopédicos de
cuero café (los cuales me parecieron muy desagradables). El personal del
hospital hizo todo lo posible por acoplar los aparatos ortopédicos a los
zapatos de terciopelo negro estilo Mary Jane que yo tanto deseaba, pero no fue
posible. Y, para cuando pude caminar nuevamente, ese estilo de zapatos pasaron
de moda (y no los desee más).
Aunque ya no deseaba
más los zapatos, sin embargo, llegaron a representar algo muy diferente para
mí, todas las cosas que no podía tener y hacer debido a mi enfermedad. Y cuando
vi a mi hermana caminando en sus zapatos de terciopelo negro después de aquella
Navidad, me recordó que otras personas tenían cosas que yo no tendría. Así que
resentí mi condición, mi incapacidad para caminar. Me enfoqué en lo que no
tenía, en lugar de, en lo que tenía – mi salud, mi inteligencia, mi intuición y
el don de finalmente volver a caminar.
Durante mi larga
estadía en el hospital, hice amistad con una chica de 13 años que tenía polio.
Ella era agradable, amable y era hija única (lo cual me pareció genial). Sus
padres iban al hospital a visitarla todos los días y ellos lloraban mucho
porque sabían que ella nunca volvería a caminar. Recuerdo el día en que
abandoné el hospital, en una silla de ruedas con mis aparatos ortopédicos,
zapatos ortopédicos y muletas, y ella me dijo cuan afortunada era porque yo
sería capaz de caminar algún día. Ella sabía que, ella nunca podría caminar
nuevamente.
No pensé en lo muy
afortunada que era porque todavía estaba enojada por no conseguir mis zapatos,
lo cual era muy importante para mí en ese momento. Y en mi enojo y
resentimiento olvidé que tenía mucho por agradecer, ya que no tenía que estar
en una silla de ruedas, con aparatos ortopédicos y muletas por el resto de mi
vida. A medida que avanzaba a través de mi sanación física pensaba en mi amiga
del hospital y me preguntaba cómo estará ella. Hubo momentos en que me sentía
culpable porque ella estuvo en lo correcto y yo a veces daba por hecho mi
sanación.
Uno de los mejores
regalos de mi incapacidad es que no doy por hecho el movimiento. Estoy
muy agradecida por ser capaz de caminar, practicar yoga, correr, pasear en
bicicleta y de muchas cosas que puedo hacer porque tengo el don del movimiento.
Podría haber pasado mi vida estando molesta por un par de zapatos y limitando
mi vida por ellos o podría poner esos recuerdos a un lado y dejar que una mayor
verdad exista para mí, puedo tener una mayor perspectiva de mi vida y estar muy
agradecida por lo que sí tengo.
Un viaje de sanación
siempre trae a colación el pasado y todos tenemos pesares, decepciones y enojo
por las cosas que nos sucedieron o no nos sucedieron. Y que probablemente
significaron mucho para nosotros en ese momento, pero si nos enfocamos en ellas
perderemos la perspectiva del Bien Mayor de Todo. Uno de mis refranes
preferidos, compartido por un amigo años atrás es: “Lloraba porque no
tenía zapatos hasta que conocí a un hombre que no tenía pies”. Mi amigo no
sabía la historia de los zapatos negros estilo Mary Jane y,
probablemente, no se dará cuenta de lo significativo que fue el refrán
para mí, pero cada vez que pienso en este refrán, recuerdo que lo más
importante que podemos hacer con el pasado es mantenerlo en perspectiva y ser
agradecido por lo tenemos en cada momento.
Todos vivimos con
remordimientos ya que son parte de nuestro viaje, pero también son parte de
nuestro sendero de vida elegido. Elegimos este sendero por su sanación y
aprendizaje y por el crecimiento y transformación que queremos alcanzar. Si nos
enfocamos en la pérdida, desatendemos la ganancia. Si nos enfocamos en el dolor,
perdemos de vista la sanación. Y si olvidamos ser agradecidos por lo que
tenemos, no importa cuán pequeño creamos que esto es, nos quedaremos atrapados
en emociones y pensamientos cuyo propósito fue llevarnos a la siguiente etapa
de nuestro viaje, no recordarnos cuán difícil es nuestra vida o cuán limitados
somos en el momento.
¿Por qué puedes estar
agradecido en este momento? Si no puedes encontrar algo porque estarlo, regresa
a las cosas sencillas – ¿Puedes caminar, ver, respirar, moverte?, ¿Has comido
hoy?, ¿Tienes agua limpia para beber?, ¿Un carro propio? y ¿Una casa donde
vivir? Mucha gente en el mundo estaría agradecida por una sola de estas cosas.
Magnificamos nuestra sanación cuando aprendemos a ser agradecidos por lo que
tenemos y no damos nada por hecho.
La Gratitud expande la
energía y cuando puedes estar agradecido por algo que finalmente te das a ti
mismo y puedes moverte a otro nivel de vibración. Toma tu mayor desafío del
momento, sé agradecido por éste y luego déjalo ir, sabiendo que al expresar
gratitud, permites tu propio crecimiento sobre dicho desafío. Entonces,
permites que una nueva y diferente energía ocupe ese espacio.
¿Cuál es tú criterio
sobre ti mismo? ¿Te ves a ti mismo limitado, indefenso, impotente y víctima de
tu propia vida? O ¿Sabes que la experiencia de estos incidentes te recuerdan a
ti mismo que eres poderoso, ilimitado y un vencedor? Y en el ámbito infinito de
tu vida ¿sabes que aquellos son pequeños incidentes cuyo propósito es
despertarte a una visión mucho más grande de quien tú eres?
Cada Navidad pienso en
los zapatos de terciopelo negro estilo “Mary Jane”, así que dono zapatos a
niños necesitados. Y sé, que el día de Navidad hay niños que recibirán algo que
su corazón desea y anhelo que vistan sus zapatos con alegría. Y mi pequeño
regalo puede recordarles que los milagros son posibles, que ellos son amados y
apoyados y Yo estoy agradecida de poder dar un regalo que bendice a los demás.
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