Rav Berg
Debo admitir que, antes de la Kabbalah, cada vez que llegaba la porción
de Tsav o Vayikrá, me parecía que eran las
lecturas menos importantes del año. ¿Quién quiere oír sobre cómo el Sumo
Sacerdote sacrificaba uno u otro animal, lo que tenía que preparar y más? ¿A
quién le interesaba? Para mí, la sección más aburrida de la Torá eran los
sacrificios, sin embargo, el Zóhar dice que la razón por la
que tenemos la lectura de Tsav es para que entendamos que los
sacrificios no se dirigen a Dios. No eran hechos para
calmar la ira de Dios,
sino todo lo contario.
Cada sección de la porción de Tsav está dedicada a la
limpieza de determinado aspecto de la contaminación de la realidad del 99% (el
mundo metafísico). Tratar de eliminar la contaminación física del mundo es como
tratar el cáncer con una curita, aun así, la sociedad ha sido llevada a creer
esto. Los científicos han sido llevados en esa dirección: tratar el síntoma,
tratar lo que se ve. Eso no sirve de mucho. Sólo a partir del año 1927 los
científicos reconocieron algo que el Zóhar ya sabía desde hace
miles de años, que el caos es sólo el efecto de algo que no se ve.
Nos conectamos con Tsav esta semana para tener otra
muestra de la eliminación de un aspecto de la contaminación en su nivel
inicial. Tsav no tiene nada que ver con calmar ni eliminar la ira de Dios.
Quien piensa de esa manera cae en la adoración de ídolos. Esta persona estaría
adorando la realidad física como una realidad verdadera.
El Zóhar y los kabbalistas nos enseñan que el
sacrificio significa sacrificar nuestro caos. Los sacrificios son nuestra
manera de conectarnos con el poder de la Luz. Al realizar sacrificios no
hacemos algo por la Luz. Los sacrificios son para tener los beneficios de la
Luz en nuestra vida. Los distintos tipos de sacrificio que se mencionan en la
porción de Tsav corresponden a distintos niveles de caos
existentes y distintas intensidades. En consecuencia, los sacrificios son
nuestra manera de eliminar estos niveles y tipos de caos de nuestra vida. Esto
puede pasar sólo si estamos dispuestos a dejar o “sacrificar” nuestros propios
aspectos animales y nuestros distintos tipos de ego.
La persona que realiza un sacrificio tiene la oportunidad y la habilidad
de trascender el tiempo, el espacio y el movimiento, y de reparar el caos que
ha creado en el universo. Esta es la idea de la teoría cuántica, la puerta de
un carro que se cierra en Estados Unidos, provoca el batido de alas de una
mariposa en Japón.
Los sacrificios tienen el poder de reparar instantáneamente acciones
negativas pasadas y lejanas. Ellos irradian una energía que va más allá de
nuestra percepción.
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