Es una de las
historias más dramáticas de toda la Torá. Es la conclusión de la historia del
Éxodo y la razón por la cual se celebra Pésaj no solo en el día en que nuestros
antepasados salieron de Egipto, el 15 de nisán, sino también una semana
después, coincidiendo con el evento milagroso de la partición del Mar Rojo.
No necesitamos la recreación de la escena de Cecil B. DeMille en su película clásica ‘Los Diez mandamientos’, para sorprendernos con el increíble despliegue de intervención divina y justicia. Los egipcios, habiéndoles concedido la libertad a los hebreos por el susto que les
produjo la última plaga —la muerte de los primogénitos— cambiaron repentinamente de opinión cuando escucharon que un ídolo permanecía en pie cerca del Mar Rojo, un ídolo preservado por Dios precisamente para darles a los egipcios un falso sentido de esperanza; para que decidieran perseguir a los esclavos que lamentaban haber liberado. El plan de Dios era que los egipcios alcanzaran a los hebreos.Escapar parecía
imposible. Fue entonces cuando tuvo lugar un momento seminal en la historia
judía, un momento que ha sido responsable de nuestra supervivencia milagrosa,
incluso cuando puso fin a la vida de nuestros opresores. El mar se dividió para
nuestros antepasados y ellos lo cruzaron en tierra firme. Y tan pronto como los
egipcios arremetieron con sus caballos y carros, las aguas volvieron
repentinamente a su fuerza torrencial y los ahogaron.
Esta historia es mucho
más que una simple historia de redención nacional del pasado. Hay un aspecto
que nuestros sabios reconocieron en ella y que la hace ser relevante en
nuestras propias vidas hoy en día. La forma en que murieron los egipcios revela
un sistema de justicia de Dios notable no sólo por su equidad, sino que también
nos alerta claramente sobre la intervención divina.
Dios podría haber
castigado a los egipcios de muchas maneras diferentes. Pero específicamente
ahogó a los egipcios. ¿Por qué? Porque de todas las brutalidades que cometieron
los egipcios, lo más inhumano fue la orden de ahogar a los bebés varones
hebreos en las aguas del río Nilo.
‘Medida por medida’,
aquellos que ahogaron a otros tuvieron que ahogarse. Ese es uno de los mensajes
más importantes de la partición del mar. En hebreo se conoce como midá
kenegued midá: nuestras acciones se pagan de manera similar. Así es como
Dios nos hace saber que los eventos de nuestras vidas no son casualidad. Lo que
hacemos a los demás vuelve a nosotros, ya sea como castigo o como recompensa.
Y justamente la
historia de Pésaj contiene otra ilustración de este mismo principio, pero esta
vez para bien. Según el Talmud, esto demuestra cómo el concepto de ‘medida por
medida’ se aplica bíblicamente tanto para retribuir un castigo como para
recompensar.
Miriam, hermana de
Moshé, merece un reconocimiento especial por el papel que desempeñó en salvar
la vida de su hermano. Miriam no pudo abandonar las orillas del Nilo después de
que su madre dejara a su hermano flotando en una canasta. Ella no sabía qué
podía hacer. Ella solo sabía que no podía irse. Tenía que esperar, tal vez de
alguna manera podría ser de ayuda. Eso es lo que hizo posible su notable
encuentro con la hija del faraón, su consejo de que una matrona hebrea cuidara
al bebé y la historia posterior de que Moshé fuera salvado y luego criado en el
palacio.
No fue sino hasta
muchos años después que hubo una recompensa ‘medida por medida’. Miriam fue
aquejada por lepra durante el viaje de los judíos en el desierto. En lugar de
seguir adelante, todo el campamento de Israel esperó hasta que Miriam volviera
a estar ritualmente pura. Dios mismo, la presencia divina, el arca del pacto,
los sacerdotes, los levitas, los israelitas y las siete nubes de gloria, todos
esperaron a Miriam, una “lista de espera” bastante impresionante. ¿Por qué?
Como recompensa adecuada por el tiempo que Miriam esperó a ver qué ocurriría
con su hermano a las orillas del río Nilo. Y si bien esa buena acción no llevó
más de una hora, la ‘recompensa’ duró siete días, porque la ‘medida por medida’
para bien, a diferencia de la ‘medida por medida’ como castigo, siempre excede
en gran medida a la acción que justifica la compensación.
La historia tiene
muchos mensajes. El pasado tiene mucho que enseñarnos. Pero lo que el judaísmo
quiere que sepamos es que, a su debido tiempo, los “Hamanes” que planean colgar
a los “Mordejai” serán colgados de esa misma horca que prepararon. Los egipcios
no solo murieron, sino que se ahogaron, para que no perdamos de vista el
vínculo entre crimen y castigo.
El concepto de ‘medida
por medida’ también es relevante en nuestras propias vidas hoy en día. He sido
testigo muchas veces de cómo "lo que va, vuelve". He visto la
retribución divina en acción: no solo que la crueldad es castigada con
crueldad, sino que con el mismo "empaque", con similitudes tan
inquietantemente obvias que no podrían ser una simple coincidencia. También he
observado actos de bondad que reciben recompensa una y otra vez en formas que
claramente les hacen referencia.
¿Es posible que al
reflexionar nosotros también sobre esto encontremos una secuela de la historia
del Mar Rojo en nuestras propias vidas?
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