Por MILENA LLOP
Celebrar el día Internacional de la Felicidad reclama
nuestra atención sobre el hecho de que los humanos aún estamos lejos de ese
propósito. Celebremos la felicidad cada día de nuestra existencia.
La mirada de Neus Vila Figareda acerca
de la felicidad en el Día Internacional de la
Felicidad nos deja una enriquecedora y honda reflexión:
¿estamos más o menos cerca de conectarnos con este estado de plenitud?
Desde el año 2013, cada 20 de ma
rzo, se celebra el Día Internacional de la Felicidad. En la cordillera del Himalaya, entre Tíbet y la India, existe un reino y estado independiente llamado Bután con un lema que dice "Happiness is a place", -la felicidad es un lugar-. Todo su entorno y su gente respiran aires de felicidad. Echan los pensamientos negativos, organizan actividades que les llenan el alma, que les hacen reír y comparten buenos momentos porque valoran el ser humano por encima de todas las cosas. Son verdaderos embajadores de la hospitalidad, de la empatía, de la generosidad y de la compasión. El rey de Bután, desde hace casi 50 años, gestiona FNB, que es la Felicidad Nacional Bruta, en lugar del PIB o Producto Interior Bruto.Su liderazgo fomenta el compromiso para crear una
economía basada en la cultura de los valores espirituales budistas. Al mismo
tiempo, estudia empíricamente la felicidad, la psicología positiva y el
bienestar a partir de 8 ejes de desarrollo:
El bienestar psicológico.
El uso del tiempo.
La vitalidad social de su comunidad.
La cultura.
La salud.
La educación.
El medio ambiente.
Los niveles de vida para alcanzar felicidad física,
mental y espiritual.
Tienen claro, en aquel rincón del mundo, que las
personas somos extraordinarias si nos cuidamos y generamos bienestar personal y
social. Desde hace pocos años, y solo con un visado muy estricto, podemos ir a
Bután en calidad de turistas.
La felicidad es un sentimiento individual que no tiene
carácter de emoción universal como la alegría. Porque la felicidad se
siente dentro y cada uno a su manera. Es como aquel abrazo tan intenso
que ahoga el corazón y los pulmones por la cantidad de amor que recibes y después
te hace apreciar mucho más las pequeñas y sencillas cosas de cada día. Los
grandes filósofos ya divagaban sobre este concepto.
Aristóteles creía que la autorrealización, y encontrar
nuestras metas nos acercaba a la felicidad y por eso insistía en que
depende de nosotros mismos. Sócrates estaba
convencido que hacer el bien nos hace felices. Platón era
obstinado con sus ideas, pero sus creencias están muy argumentadas; decía que
si todo lo que hacemos para aportar felicidad depende de nosotros y no de los
demás, habremos adoptado el mejor plan para vivir mejor.
A mediados del siglo XVIII Kant define la felicidad como un deber más allá del
deseo, de una alegría o elección. Un siglo más tarde, Nietzsche argumenta que
somos felices cuando comprobamos que hemos superado lo que nos oprime. El
concepto mindfulness es la meditación que evoca el “aquí y
ahora”. La filosofía de vivir intensamente el momento ya estaba en los
pensamientos de Thoreau a mediados
del siglo XIX, cuando hablaba de la metáfora entre la felicidad y una mariposa.
Cuando la perseguimos se nos escapa, en cambio, si ponemos atención en otras
cosas, ella misma vendrá y se posará sobre nuestra mano abierta o nuestro
hombro. La felicidad crea magia cuando coincide lo que queremos ser en nuestra
vida y lo que somos en realidad. Mahatma Gandhi dijo
La felicidad se alcanza cuando lo que uno piensa, lo
que uno dice y lo que uno hace están en armonía.
Entrado el siglo XX, el gran filósofo y
ensayista Ortega y Gasset dice que la
felicidad se vincula a la vida que dedicamos a nuestras ocupaciones y vocación,
hasta que encontramos lo que nos satisface completamente. Es como buscar la
sinergia existente entre la vida proyectada y la vida efectiva. Y Bertrand Russell, matemático, filósofo y activista
británico, Premio Nobel de Literatura en 1950, habla de la felicidad como una
conquista y no un regalo divino, y debemos esforzarnos por alcanzarla. Defiende
que sólo el amor es el instrumento para conseguir la felicidad porque ayuda a
romper el ego y a superar la barrera de la vanidad que impide ser felices. Es
el autor del libro "La conquista de la felicidad".
Imagino que tanta globalización de nuestra sociedad,
que a la vez ha hecho crecer paralelamente una cierta deshumanización, ha
provocado que el estudio de la felicidad y de lo que se denomina neurofelicidad tenga
actualmente una gran trascendencia. Todos hemos leído frases, artículos y
libros que evocan a la felicidad como el camino para simplificar nuestra vida y
valorar la sencillez como belleza. Amarnos, cuidarnos en cuerpo y alma, amar a
nuestros seres queridos y decírselo sin dar por sentado que ya lo saben.
También es disfrutar de la naturaleza, de la magia de la vida, compartiendo
momentos y poniendo luz en el corazón de los demás, siendo personas generosas y
agradecidas. Aflora la idea de ser felices en el trabajo, y si no es lo mejor,
cambiar, de lo contrario tampoco seremos capaces de dar felicidad a los
compañeros, al equipo, a los clientes, a los colaboradores. Porque si yo no
estoy bien, es difícil poder estar bien con todo lo demás. La comunicación
intrapersonal es previa a la comunicación interpersonal.
Actualmente, hay muchos campos abiertos en la búsqueda
y la investigación científica de la felicidad. Neurocientíficos británicos
como Robb Rutledge y su equipo, trabajan en la hipótesis de
la fórmula de la felicidad y su vínculo con el desorden
emocional y la gestión del binomio expectativas y decepciones. También, he
leído que hay grupos de expertos de los campos de la psicología, sociología,
antropología, psiquiatría y neurociencia, que están redefiniendo la felicidad y
el amor. Entre las conclusiones a las que están llegando, hablan de la
capacidad de gestionar nuestras emociones porque nos condiciona el nivel de
felicidad, del cual el 60% es genético y el 40% lo podemos controlar porque
depende de nuestra actitud.
Estudios sobre la neuroplasticidad de nuestro cerebro
apuntan que podemos entrenarnos para ser más felices y entenderlo desde tres
puntos de vista: la felicidad anticipatoria, cuando sentimos
felicidad ante la perspectiva de una nueva experiencia que nos ilusiona, ver a
una persona que anhelamos reencontrar o ante algo material que estamos a punto
de comprar o conseguir; la felicidad momentánea, que abarca todo lo
que vivimos en el momento que lo disfrutamos, y la felicidad
crepuscular, respecto a un recuerdo, una vivencia feliz vivida en el
pasado.
He consultado muchos autores que hablan de esta
emoción tan deseada, pero de todos me quedo con el libro de Gretchen Rubin "Objetivo: Felicidad" (2011, Ed.
Urano), que recoge su proyecto personal de felicidad donde define los doce
mandamientos:
Sé tú mismo: qué te gusta y qué no te gusta.
Dejar pasar: pocas cosas importan de verdad a largo
plazo.
Actúa de la forma en que quieras sentirte: acción y
sentimiento van de la mano y regulando las acciones, influyen en tus
sentimientos.
Hazlo ahora: alcanzar objetivos libera compuestos
químicos en el cerebro que te dan placer. No lo pienses tanto y pasa a la
acción.
Sé una persona educada y justa: la vida es corta y
nunca tenemos el tiempo suficiente para alegrar los corazones de las personas
que viajan con nosotros.
Disfruta del proceso: el camino es la felicidad y la
encontrarás cuando no esperes.
Gasta: confía en la abundancia de las cosas que creas
necesarias.
Identifica los problemas: provoca la disciplina de
preguntarte qué es lo que realmente te está molestando. Recuerda que la
felicidad es la atención plena.
Tómate las cosas menos en serio: desarrolla el sentido
de la ligereza. No se trata de ser graciosos, sino de ser más capaces de
divertirnos.
Haz lo que tengas que hacer: controla lo que haces,
sean cosas difíciles u ordinarias.
No hay que contar: no importan los triunfos ni éxitos
sino la conexión emocional y cómo contribuyes a la vida de los demás.
Al final sólo hay amor: por tanto presta atención y
vive con satisfacción.
No hay un camino a la felicidad, la felicidad es el
camino, es uno de los mantras de Buda. La felicidad debe partir de ti mismo, de cómo te
sientes. Si la entendemos como el reconocimiento y el éxito de los demás hacia
ti, te estás condicionando. Tienes que vivir como una libertad interior
personal en tu propio camino para satisfacer, crear y expresar tus objetivos,
tus deseos, tus acciones, tus metas. Tu camino no puede depender del aplauso de
los demás, porque todos tenemos unas miradas y unas fortalezas emocionales que
no son, ni mejores, ni peores, sino diferentes. Quizás lo que tú haces a mí me
parece maravilloso y la persona a la que tanto quieres, no le da ningún valor;
¿es triste?, -sí-, ¿es justo?, no lo sé.
He aprendido que mi felicidad no debe depender de la
actitud de nadie. Tienes que creer en ti. Y cuando crees en ti te llega la
felicidad. Aquel abrazo intenso entre la paz interior, la calma, la armonía, el
equilibrio y el bienestar.
¿Y qué tenemos que hacer para ser más felices? Pues
supongo que vivir el presente, agradeciendo lo que tenemos y cuidando nuestras
relaciones personales, practicar todo el bien que podamos, con generosidad,
gratitud y mucho amor y compasión para tomar conciencia de diferenciar lo que
depende de ti y lo que no. A menudo sentimos la pérdida de la tranquilidad
mental y emocional porque queremos demasiado perfeccionismo en nuestra vida,
porque hacemos complicado lo que es sencillo y nos comparamos a otros,
generando así más estrés y más frustración.
No sé si has oído hablar de Matthieu Ricard, doctor en biología molecular, monje
budista y asesor personal del Dalai Lama. Es un señor francés, de 75 años,
que ostenta el título de "El hombre más feliz del mundo".
Colabora con investigadores, con largas resonancias magnéticas nucleares, para
detectar su nivel de estrés, irritabilidad, enfado, placer y satisfacción. Si
los resultados de la mayoría de participantes están en el péndulo de 0,3 (muy
infeliz) y -0,3 (muy feliz), él ha alcanzado un -0,45, por lo que ha superado
todos los límites previstos en el estudio. También escribe artículos y tiene
libros muy interesantes sobre la felicidad, la meditación y el altruismo. Para
él, el secreto de la felicidad está en encontrar la libertad interior.
Hay que acumular energías, optimismo, serenidad y alejarnos del miedo, porque
no es más que una construcción de la mente. Nos aconseja buscar inspiración en
personas cariñosas, altruistas que prioricen los valores del amor, de la
tolerancia, de la compasión y la buena voluntad.
Actualmente, en el marco de los 17 ODS, objetivos
de desarrollo sostenible, que la ONU aprobó en 2015 con visión 2030, vemos
que uno de los objetivos habla de erradicar la pobreza y crear un desarrollo
sostenible con felicidad y bienestar para todos los pueblos. Puede entenderse
como un mensaje de esperanza y solidaridad, con un toque de atención a los
líderes mundiales y a los empresarios para creer que un mañana mejor es posible
para todos si priorizamos la conciencia y la responsabilidad personal.
¿Todavía te preguntas qué es la felicidad? Yo creo que
cuando eres capaz de cerrar los ojos y visualizar una persona, un recuerdo, un
momento, una vivencia, una sensación, un sueño, un proyecto, un nuevo reto, que
te hacen sonreír, que te hacen vibrar, que te hacen sentir mariposas en el
estómago pero al mismo tiempo sientes la calma y el bienestar del momento
presente, contigo, ¡eso es felicidad !
Lao Tzu, uno de
los grandes filósofos de la civilización china, nos dejó un mensaje para
reflexionar:
Si estás deprimido, estás viviendo en el pasado. Si
estás ansioso, estás viviendo en el futuro y si estás en paz, estás viviendo el
presente.
Sea como sea, ¡haz lo que te hace feliz!
Neus Vila Figareda, activa
emprendedora, formadora, vinculada al mundo de la comunicación, el turismo del
bienestar. Experta en marketing. Asesora a particulares y empresas del sector
turístico; actualmente está centrada en publicar su primera novela, “Torna a
volar papellona”.
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