Conversaciones Esotéricas
Vicente Beltran Anglada
LA VERDAD HA DE PRESENTARSE DE TAL MANERA, QUE
CONVENZA
SIN ATAR Y QUE ATRAIGA AUN SIN CONVENCER. ESTO SOLO
PUEDE
REALIZARLO EL LENGUAJE DEL CORAZÓN
Vicente.—... son problemas de tipo muy personal y cada persona tiene sus problemas o estas precipitaciones kármicas, de una manera muy peculiar, yo diría muy personal, muy íntima. Así que mi experiencia es una anécdota que, a lo mejor no se puede aplicar a todos ustedes. Solamente puedo decirles —y esto es muy evidente— que cuando hay una gran intensidad de propósito espiritual, forzosamente operas en el éter ciertas reacciones, porque el éter es una entidad de espacio de la cual, prácticamente, no se ha hablado nunca y esta entidad-espacio, para
nuestros estados de conciencia, provoca unas reacciones psicológicas o psíquicas, como ustedes quieran, y cada cual registra estas reacciones a su manera, a su propio nivel espiritual y a sus propias tendencias psicológicas y a su propio karma, si podemos decirlo así. Así que yo podría deciros mi experiencia, añadir algo más a esta anécdota, pero lo esencial es que, cuando una persona está realmente interesada en descubrir el secreto de sí mismo, automáticamente, provoca estas reacciones típicas del espacio.Interlocutora.— Bueno, hay que
tener una fortaleza que mantenga a ciertas personas que se les presenten esos
aspectos.
Vicente.— A cada cual se le
presenta la experiencia a su nivel y, en este nivel, está capacitada la persona
para vencer estas reacciones; o para convertir esa experiencia en una
intensidad mayor espiritual, o en una apertura de conciencia. Porque cuando
hablamos de la iniciación, lo hacemos espectacular y nos permitimos muy
libremente hablar de la primera, de la segunda, de la tercera y venga
iniciaciones y, como decía ayer, lo principal es la iniciación pequeña de cada
día, a la cual, como que no es espectacular, no damos importancia. Y el
problema familiar, el problema individual, el problema social, es importante,
¿verdad?. No se trata simplemente de un problema, digamos, que está ajeno a
nosotros, porque nosotros, naturalmente, estamos buscando la iniciación y, por
lo tanto, los pequeños problemas familiares no tienen importancia capital, lo
cual no es cierto; porque todos los problemas que están ocurriendo en el mundo
son la obra del ser humano, nuestra obra y, por lo tanto, esta obra de participación
es la que debemos acoger en nuestra pequeña mente, durante el pequeño curso de
nuestra vida y en los pequeños ambientes familiares, y en los pequeños
incidentes que no damos importancia y que la tienen. Es decir, que cada cual
recibe según su propia medida, ya puede ser la iniciación, ya puede ser una
experiencia kármica, ya puede ser una precipitación de energía; en el fondo
está la intensidad del propósito. En esto sí que hay que distinguir a los
conocedores de los que buscan simplemente pequeños conocimientos.
Interlocutor.— Quisiera entrar en
otra cosa. Y para ello habría que partir, me gustaría partir, de una parte del
Padrenuestro que dice:” Así en la Tierra como en el Cielo” y que, por regla
general nosotros repetimos como loros —como casi todo lo que repetimos, como
repetimos las cuentas de los rosarios— y, entonces, a ver si podrías tú entrar
en esta profundidad de “Así en la Tierra como en el Cielo” y con esta salvedad
que, el ser humano, frente a lo desconocido, crea fantasmas, crea fantasmas y,
entonces, los fantasmas más grandes que nos acosan en esta vida, es la muerte;
porque es lo desconocido, así como la muerte es desconocida, la vida es
desconocida también. Y, entonces, nuestros planteamientos íntimos, que no
se traducen en palabras, son planteamientos del más allá. Y, claro, como
sabemos de que así en la Tierra como en el Cielo clarifica, pero que no está al
alcance de todas las mentes, me gustaría que hablaras sobre eso, sobre el
significado de “así en la Tierra como en el Cielo”.
Vicente.— Bueno, tal como lo
veo, naturalmente...
Interlocutor.— Como tú lo ves, me
refiero a esto de que todo lo que es aquí, es igual allí, o no tanta diferencia
como nuestra mente cree. Nosotros creemos de la otra parte, en el cielo
supuesto, por supuesto, creemos en cosas casi como de ciencia-ficción, pero que
se realizan, aunque hay una inmensa situación.
Vicente.— Pero ustedes ya
saben que existe un aforismo esotérico de alta trascendencia, debido a la
sabiduría de Hermes Trimegisto que decía: “Igual es arriba que abajo, igual es
abajo que arriba”. Y también decía Cristo, simbólicamente a Pedro: “Lo que tú
atares en la Tierra, será atado en el Cielo y lo que tú desatares en la Tierra,
también será desatado en el Cielo”, lo cual implica un misterio, un misterio
que no puede ser abordado en un momento, pero que significa que el hombre es
una representación genuina de la propia divinidad y cuando se dice en los
textos bíblicos: “Sois hechos a Su imagen y semejanza”, se nos da a conocer,
precisamente lo que usted está apuntando, que hay una similitud de expresiones
entre lo de arriba y lo de abajo. Más les podría decir: que si dentro del
cuerpo inmaculado del Logos, faltara una sola mónada humana, el Logos dejaría
de ser. Tan grande es el propósito de la divinidad y, tan grande es la
importancia que tiene el ser humano en esta cuarta ronda y en este cuarto
planeta Tierra, que es el más difícil de todos y, si ustedes añaden a esto, que
estamos en un cuarto Kali Yuga que corresponde a una cuarta ronda solar de un
quinto principio cósmico —y aquí hay mucho que discutir— nos daremos cuenta de
la realidad de Hermes, que “igual es arriba que abajo, igual es abajo que
arriba” y, además, se añaden los grandes textos del Brahmanismo, dirigiéndose
el Maestro al lanú, a su chela, a su discípulo, le está diciendo: “El Universo
se siente afectado completamente por el solo pestañeo de tus ojos”, y nosotros
no nos damos importancia. Es así, por un lado creamos una espectacularidad
hacia fuera, buscando las cosas grandes y las cosas sublimes y olvidando las
cosas pequeñas y, por otro lado, las cosas pequeñas las olvidamos, olvidando la
máxima hermética de que “igual es arriba que abajo, igual es abajo que arriba”.
Pero los detalles de la vida cotidiana son las piedrecitas que juntas forman el
edificio de la iniciación. Es decir, que cuando el discípulo... podemos hablar
de discípulo porque todos somos discípulos en profundidad, de hablar del
misterio de la tercera iniciación, cuando el hombre está situado en el Monte
Tabor de su propia conciencia, situado en el centro mismo de la evolución, en
el que corresponde a iniciaciones, ve con igual claridad a Sanat Kumara, el
Logos Planetario, que al humilde átomo químico, porque él está situado en el
centro. No busca ni lo espectacular ni tampoco la cosa insignificante,
simplemente ha dejado de buscar, ha dejado de perseguir, ha dejado de registrar
el modo temporal. Todas sus expresiones, todas sus intuiciones pertenecen al
mundo atemporal lo cual significa que, habiendo vencido en el Monte Tabor de la
conciencia a los Tres Reyes Magos: -Gaspar, Melchor y Baltasar-, que son el
símbolo de los tres vehículos, y lleno de luz resplandeciente, de gloria, tal
como dice el Antiguo Testamento, se encuentra la solución de los problemas de la
humanidad. No el problema humano que corresponde al iniciado, como un discípulo
de Sanat Kumara, sino que se da cuenta que es el centro de la creación, que
está en el eje místico de la evolución planetaria y está situado entre Sanat
Kumara y la Humanidad. Por lo tanto, la representación genuina del iniciado de
la tercera iniciación es que es el centro de la evolución de la Jerarquía. De
la misma manera que, ampliando el término, el cuarto reino de la naturaleza es
el reino que está en el centro de la evolución planetaria. Tiene los tres
reinos inferiores que son, simbólicamente, Gaspar, Melchor y Baltasar, que
simbólicamente nos lo demuestra con los tres señores que vienen de Oriente,
guiados por la estrella. Pero, fíjense bien, que la estrella es de cinco
puntas, que es la representación de Cristo y que, cuando nace en Belén y cuando
van a adorar los Magos al Niño Jesús, lo que realmente simboliza la Religión,
no la Iglesia, la Religión, que Gaspar que ofrece el oro, que Melchor, que
ofrece el incienso y Baltasar que ofrece la mirra, son la representación de los
tres reinos de la naturaleza que le ofrecen al Niño Dios sus dádivas: el
producto de la evolución del Logos Planetario en etapas precedentes de
evolución, quizá, en un universo anterior. Entonces, vienen las demás
iniciaciones para buscar el centro de la evolución, que es la representación
simbólica del Bautismo. Cuando Juan el Bautista bautiza al Maestro Jesús, que
no es el bautismo corriente, sino que es una dramatización psicológica del
propio Logos Planetario a través del Hierofante Juan el Bautista, está
representando lo que será el individuo que está santificando los tres
vehículos. Es decir, que en el bautismo de agua, que después será el bautismo
de fuego, no es, ni más ni menos, que la representación de la Voluntad de Dios
en aquél ser que está siendo iniciado. Y todos debemos pasar por esta prueba un
día u otro. No hay tiempo para esto. Y cuando, después que ha sido bautizado el
Señor y se convierte el Jesús en Cristo, y ya es el Cristo que da su mensaje
durante tres años simbólicos. Treinta años que ha durado su preparación, es
decir, el trabajo de integrar el cuerpo físico, Gaspar, el cuerpo emocional,
Melchor, y el cuerpo mental Baltasar. El trabajo este ha sido el aglutinamiento
de los vehículos que culmina en lo que antes les decía, y no pasamos adelante.
La tercera iniciación, en la cual el iniciado asciende, simbólicamente al Tabor
de su conciencia, que es la representación del centro coronario, o Sahasrara, y
aquí, desde aquí, tiene todos sus vehículos dominados, controlados e
integrados. Y no vamos a pasar de aquí porque si tuviésemos que analizar las
pruebas que siguen después de la Transfiguración, la Crucifixión, la Muerte y
la Ascensión a los Cielos y, buscando después la liberación total, que
corresponde a un Chohan de Rayo en nuestro Sistema Planetario, nos meteríamos
en honduras que nos apartarían de la cuestión analizada por el señor.
Analizarla simplemente, que hay una relación entre el cuarto reino en el centro
de la evolución de los reinos, en la cuarta raza atlante, como el aglutinante
de las demás razas que integrarán el compuesto planetario hasta llegar a la
séptima subraza de la séptima raza, y hasta llegar al punto centro de la
iniciación, que en la tercera, halla la culminación de las aptitudes
espirituales del ser que ha logrado acceder a estas alturas. Gaspar, Melchor y
Baltasar, los tres cuerpos están plenamente controlados e integrados bajo la
forma espiritual del Cristo. Lo que sucede después corresponde al secreto que
cada cual debe descubrir en el fondo de sí mismo.
Vean ustedes cómo podemos hablar de estas cosas, porque la
iniciación es algo tan supremamente importante y, al propio tiempo, tan
asequible, que hay una distorsión de pareceres, incluso dentro del propio
esoterismo. Se sitúa la iniciación como el propio Cristo, a alturas
inaccesibles, de manera que cuando llegamos allí nosotros ya nos sentimos
perdidos, porque no existe ninguna forma específica de control mental para
poder captar esta grandeza. Y, sin embargo, esta grandeza está aquí, está
revoloteando como un pájaro entre nosotros. Piensen que el pájaro siempre es la
representación del Espíritu Santo. Aquí hay otro misterio que corresponde a la
segunda iniciación: el porqué es un pájaro el que está representando al
Espíritu Santo. Pero, el pájaro, por su propia naturaleza, es la representación
del Ser dentro de la naturaleza, que igual se puede posar en el árbol que en la
tierra, que en el aire. Significa, por tanto, el pájaro, que domina los tres elementos
básicos de la naturaleza, que domina los tres cuerpos, los tres reinos y que
está, de una manera muy simbólica, aliado a la tercera iniciación. Por esto, el
pájaro puede posarse sobre las aguas, puede volar por los aires, y puede
caminar por la tierra, cuando difícilmente [pueden] otros seres dentro de la
naturaleza. ¿Te he contestado a tu pregunta? Es mucho más extenso, pero vamos
hasta aquí.
Interlocutor.— Yo quisiera, al
relacionar todas estas cosas, que nos hablases un poco del proyecto que desde
arriba viene dado, no una religión científica en sí... un nombre que es la
educación, es la diferencia que hay sintética entre el Dios Trascendente, que
hay que evocar, y ya tenemos bastante definido en todas las religiones, y el
Dios inmanente que ha sido olvidado y es que es el mismo, y éste es la chispa
que nos... quizá para siempre. Entonces, hay que poner el acento en la nueva
religión...
Vicente.— Bueno, aquí hay un
problema, quizá literario según lo que han escrito los Padres de la Iglesia
después de las religiones, las filosofías y los credos de toda la humanidad; en
el sentido de que se busca un Dios inmanente, porque el Dios inmanente sí es
reconocido, y me parece que es, por el contrario, lo que debe buscarse para que
venga la nueva religión mundial, que es el Dios Trascendente. Fíjense bien
ustedes, ayer estábamos diciendo, que de todas las personas —y quizá ustedes
también— que tienen diferentes formas de pensar, mantienen diversos ideales o
son fieles de diversas creencias. No obstante, dense cuenta que todas las
formas de ideal y todas las religiones son una adoración del Dios inmanente
dentro de la trascendencia de toda la humanidad y que, por lo tanto, para
llegar a la trascendencia de una religión o de la religión —hay que distinguir
una religión de la religión—, una religión siempre es el Dios inmanente, la
religión es el Dios trascendente. Entonces, hay un camino a recorrer por cada
religión, por cada creencia, por cada ideal. Naturalmente, no me refiero a un
ideal como una cosa abstracta, sino el ser que está inmerso dentro de este
ideal, que es el que le cualifica, que es el que le da el sabor, la sal de la
tierra, a la cual se refería Cristo. Es decir, que si llegamos a un momento en
que esa fuerza inmensa, esta extrapolaridad o ultradimensionalidad, que busca
cada religión dentro del área de sus propias repercusiones, psicológicas,
históricas, o místicas, debe hacerse común a todos los seres humanos dentro de
todas y cada una de las religiones, porque la trascendencia es, precisamente,
lo que desconocemos, porque desconocemos la fraternidad, ¿no es cierto? Y, en
tanto estemos faltos de fraternidad no podemos hablar de Dios trascendente,
estaremos inmersos constantemente, por gloriosas que sean sus perspectivas,
dentro del Dios inmanente. Y esta inercia, si bien es natural, porque es el
escalón, porque es la escultura donde se apoya la obra del Señor, pero un día
desaparece, debe convertirse en algo trascendente, en algo superior que englobe
todas las tendencias humanas. Y, naturalmente, hay que hacer prácticas estas
ideas y hay que pensar cómo podemos realizar la trascendencia sin dejar de
perder la inmanencia; porque, naturalmente, no se trata de que la inmanencia,
con su individualismo protector —por decirlo de alguna manera—, se introduzca,
se sumerja dentro de la trascendencia y pierda su propia individualidad, sino
que, por el contrario, es la trascendencia de la divinidad la que se introduce
dentro de la inmanencia de cada religión y la transforma, la deifica, la
transforma y la convierte en universal.
Bien, el problema
está en si seremos capaces de mantenernos firmemente dentro de la inmanencia,
preparando el Tabernáculo para que sea ocupado por el Verbo, lo cual significa
que hay que mantener muy pura la inmanencia para que pueda acoger en su
totalidad la trascendencia, que es lo que ocurre a los seres, por decirlo de
alguna manera, en el misterio de las iniciaciones. Cada iniciación es un paso
que va de la inmanencia a la trascendencia. O si ustedes quieren hacerlo
psicológico, que va del libre albedrío a la Voluntad de Dios. ¿Sabremos hacer
una distinción entre el libre albedrío y la Voluntad de Dios, o la pequeña
voluntad del hombre y la Voluntad divina? Es el mismo paso, es lo que está
ocurriendo en la humanidad y en muchos sectores sociales, políticos,
económicos. Hay una búsqueda incesante de la trascendencia, pero, por otra
parte, hay un muro de contradicciones dentro de la propia inmanencia y, en este
muro de contradicciones se sumerge y se pierde de vista la propia divinidad o
la propia trascendencia. Quieren llamarle egoísmo personal, quieren llamarle
egoísmo de grupo, es así, es esa realidad. Cuando cada grupo se cree en
posesión de la verdad, está negando la trascendencia. Cuando cada grupo sea
humilde, reconozca que está dentro de la inmanencia y que está tratando de
purificar esta inmanencia, estará en lo cierto, estará creando el Antakarana
para acercarse a la trascendencia. Y así crece la Humanidad de la inmanencia a
la trascendencia, del yo inferior al yo superior, del cuarto reino al quinto
reino de Dios y de un reino al otro y de un átomo químico a un átomo superior,
astral, mental, ascendiendo hasta la mónada, o hasta la propia divinidad en el
hombre. ¿Me explico?
Interlocutor.— Yo quería
preguntarle sobre una cosa que dijiste ayer, en relación a las ventajas que se
obtienen cuando uno está expectante. Claro, yo creo que estar expectante, uno
lo puede hacer, pero todo lo que uno quiere, porque, por ejemplo, yo puedo
hacer un intento y a lo mejor me lo propongo para todo el día y al poco tiempo
se me ha olvidado, y me vuelvo a acordar a la hora, ¿cómo se puede llegar a
conseguir esto, estar expectante instante a instante?
Vicente.— De la misma manera
que un relámpago debe acercarse a la luz perpetua a fuerza de insistir sobre sí
mismo. Es decir, si nos cansamos, hay que volver a lo mismo; si una persona
está distraída y de da cuenta de que está distraída, ya está atenta. Lo que
pasa es que es volver siempre a la atención. Si estamos singularmente,
profundamente atentos, llega un momento en que la atención, la expectación se
hace correcta, completa y continuada. Además, como les decía, no hay que
acogerse a disciplinas demasiado estrictas, porque la disciplina es la muerte
de la pureza y donde hay pureza no puede haber disciplina, ¿verdad?. Entonces,
hay que partir de la base de una gran humildad. Somos humildes ¿verdad?, o
tratamos de serlo. Usted reconoce que no está todo el tiempo expectante, lo
cual significa que usted está andando dentro del camino de la expectación, no
será como aquello si no está expectante, yo estoy expectante, está el hombre
tranquilo y no está expectante... (risas)... está simplemente educiendo un modo
de ser, un modo de decir y todo el mundo se vanagloria, incluso los
espirituales..
Interlocutor.— Sí, pero hay otra
cosa, hay personas que parecen dormidas y, a lo mejor, tienen más espíritu,
parece que tienen más espíritu y, sin embargo, dormidos. ¿Y eso?
Vicente.— Bueno, todas las
personas están semidormidas, diría yo, pero hay que pasar de esta
semi-expectación, y esto siempre en los textos se refiere, a la gran
expectación. Se os dice que hay una disciplina para esto, quizá sí, pero, no
coger esto como una disciplina, como, por ejemplo, una asana, que hay que saber
cómo pones los pies y las manos y te quedas trabado, ¿verdad?. Y otra cosa voy
a decirles, porque, desde el punto de vista de la Jerarquía, el Hatha Yoga ha
sido trascendido y, a marchas forzadas está siendo trascendido el Bakti Yoga,
porque el interés de la Jerarquía... y por esto estamos hablando en esta forma
tan aparentemente universalista, del Raja Yoga, porque estamos en la quinta
subraza de la quinta raza, y el quinto subrayo de cada rayo es científico,
porque cuando los atlantes alcanzaron sus grandes conquistas espaciales —de las
cuales la historia y la tradición no nos habla— estaban en la quinta subraza de
la cuarta raza; y cuando se desarrollaron los sentidos humanos, que fueron
técnicos en principio, que fueron la obra de los devas de aquellos tiempos
inmemoriales, estaba en la quinta subraza de la tercera raza, lo cual significa
que si estamos en la quinta subraza de la quinta raza, que somos absolutamente
técnicos, hay que buscar la técnica hacia el mundo espiritual y no simplemente
hacia el confort, porque la técnica hace al confort. La lección que va, que
debe adoptar el ser humano ante el descubrimiento técnico, ante esta ola de
avances en lo científico, es que, si puede construir una máquina capaz de
archivar memorias, significa que la Jerarquía ha puesto estas máquinas para
descargar al hombre de sus memorias; es decir, de su pasado, y dense cuenta que
todavía no se ha comprendido —en las naciones civilizadas de nuestro mundo— el
alcance de esta lección de las computadoras electrónicas, están todavía
insistiendo en la memoria con un artificio de la razón lógica, lo cual es
falso. Es decir, que todo el sistema educativo moderno se apoya todavía en la
memoria, es decir, en lo que antes hacíamos, en retazos de experiencias
trascendidas. Bien, coloca todas estas memorias, estos retazos de recuerdos,
estos ramilletes de tradiciones en una computadora y la computadora la tenemos
nosotros en la subconciencia, tranquila, expectante, y utiliza, cuando sea
necesario la parte que responde a cada situación y después archívala de nuevo,
pero no insistiendo constantemente en el estudio de las memorias y
clasificaciones, experiencias marchitas que fueron trascendidas, buscando la
opción a algo superior, una lógica demostrada, una lógica empírica, o la
filosofía o lo que ustedes quieran. Estamos fallando de un principio con cosas
tan fáciles que uno queda asombrado, porque estamos hablando, estamos
discutiendo constantemente. Hoy día, hablando en un término muy científico,
deberíamos trabajar en la informática todos, y la informática, ¿qué es?, la
informática no puede apoyarse en razonamientos previos, ¿verdad?, sino que
tendrá que apoyarse en razonamientos, digamos, intuitivos; tendrá que trabajar,
no con el material gastado de Dios sabe cuándo, sino con lo nuevo que está
pasando. Es decir, que un diccionario no puede quedar ya terminado, porque
siempre hay nuevas ideas, nuevas formas de expresión que se traducen en
palabras. Por lo tanto, todavía están siendo utilizados singularmente en los
códigos de leyes, el llamado código napoleónico, o el código romano y,
amparándose las leyes religiosas en tradiciones marchitas, que jamás ha podido
comprobar nadie y todo el mundo debe creer por la fe irrazonada, cuando tiene a
su disposición una mente lógica y una mente intuitiva. Es decir, si estamos
atentos constantemente, no simplemente hoy, estas palabras pueden ser muy
buenas, pueden ser semibuenas, pueden ser superficiales, porque depende del
espíritu de ustedes al acogerlas, entonces, lo interesante es cambiar,
fundamentalmente, en cada momento de nuestra vida, vivir de instante en
instante, como dice Krishnamurti, hasta llegar a una completa adaptación del
ser a todas las situaciones. Y, dense cuenta que, cuando hablaba del agua, no
lo hacía en un sentido anecdótico; es que realmente el hombre tiene su mayor
parte de composición química, orgánica y psicológica, en el agua, en el
sentimiento, en la emoción. Y el problema está aquí: ¿cómo la mente
discernitiva desde arriba podrá dirigir la adaptabilidad del agua para que sea
correcta en cada nueva situación? Ahí está el problema.
Interlocutora.— Por favor, cuando dijiste antes que la disciplina es la muerte de la pureza, quieres
explicarnos algo esto, que no lo he entendido.
Vicente.— Sí, naturalmente,
la pureza carece de objetivo, como la paz. Si nosotros ponemos la paz o la
pureza como objetivo, automáticamente tendremos que crear una disciplina que
vaya directamente hacia el objetivo, pero como que la pureza no tiene objetivo,
resulta que todo el trabajo del individuo, mental y emocionalmente focalizado
hacia la pureza, lo que hace es desvirtuar la pureza y hacer que la disciplina
se apoye en todo... en sus comentarios. Es como la perfección, porque la pureza
y la perfección, la libertad y el amor, es una frase que está constantemente en
nuestras mentes separada, pero que no es así. Porque la pureza, el amor, la
compasión y todas las cualidades del ser divino, no pueden ser alcanzadas por
el ejercicio de una disciplina determinada, porque no hay pureza cuando hay
disciplina, porque la disciplina es siempre la muerte del ideal, es siempre la
muerte de la pureza, de la paz. Traten de hacer, el ejemplo, la ejemplarización
del problema. Cuando estén en paz consigo mismos, al tratar de entender las
causas de aquel estado, automáticamente se sufre, porque ustedes a una cosa
pura han introducido la técnica, la técnica del discernimiento será muy buena
cuando analizamos la mente, la razón, la lógica, la que ustedes quieran. Pero
cuando la persona está inmersa dentro de valores trascendentes, aprende a no
esforzarse, porque tal como decía Buda, el hombre es perfecto cuando no lucha y
no puede haber perfección cuando existe disciplina, cuando existe una
tendencia, ¿por qué la persona se cree mejor que las demás?, porque se
disciplina. Y esta disciplina, pues, se adopta a muchas formas: la forma del
yoga, la forma de la meditación, la forma de entablar una conversación,
también, porque también tiene una técnica, está tratando de revelar algo que
está en el fondo del corazón. Pero claro, pasa por aquí, ¿verdad? Y aquí
distribuye todas las cosas, está pervirtiendo esto, que es la intuición pura,
porque está conectado con el plano búdico. Y hay que empezar a hacer un énfasis
especial sobre el corazón.
Hasta aquí nos ha
llevado el empuje de la conquista material y técnica a las regiones de la
mente. Y por la mente queremos abarcar el confín de la creación y todas las
soluciones. Y yo digo que, en tanto la mente esté persiguiendo un objetivo, que
es falta de pureza, no encontrará la verdad ni de su vida ni de ninguna vida,
ni podrá tener un conocimiento de tipo trascendente, ni podrá saber lo que es
la iniciación. Porque la iniciación es algo tan sencillo y la hacemos tan
complicada que, naturalmente, no podemos ser iniciados. Naturalmente que si
siempre estuviésemos en este plan de expectación habría una revelación, habría
una adaptación a la trascendencia del propio Dios en nuestro corazón y,
entonces, quizá, sabríamos lo que es la fraternidad y lo desconocemos todavía,
conocemos el término y se han escrito historias. Yo me acuerdo que en una
conferencia en la Universidad de Ginebra, un señor estuvo hablando cinco horas
del silencio, (risas) yo me estaba durmiendo. Para darse cuenta de cómo puede
ser pervertido el ideal, cómo puede ser pervertida la verdad. Bien, hablar del
silencio, claro, ya está, estás hablando del silencio.
Interlocutor.—Es que no sé, la
ley dice esto y habla, habla, habla y habla.
Vicente.— Es así como debe
ser...
Leonor.— Yo te quería
preguntar sobre esta palabra de la pureza, entonces, la pureza sólo existe en
estado natural como el meditativo, por lo tanto, una vez entro en contacto con
la sociedad y con todo el trabajo diario de la vida cotidiana, se olvida la
prístina pureza, porque sólo existe en estado natural
Vicente.— Y ¿por qué no
entramos nosotros y nos ponemos dentro de ese estado natural? Estamos todo el
rato tratando de introducirnos dentro de esta corriente natural de pureza, y no
será puro aquél que diga “soy puro” y tampoco ser iniciado aquél que diga “soy
un iniciado”. Dense cuenta, que la mujer honrada no es aquélla que blasona su
honradez, lo cual vale lo mismo para un hombre. (claro, claro, risas). Y cuando
decimos, por ejemplo, “soy honrado”, estamos ocultos dentro de un fondo de
nuestra propia inmanencia y no hay nada más que la torre de marfil que hemos
construido con el artificioso mundo que nos rodea. Y no tenemos otra solución y
el estado natural está aquí. Pero, ¿cómo se manifiesta en el hombre ese estado
natural? Ahora, (Vicente hace un silencio)lo están realizando, ¿verdad? No es
un sueño, son ustedes que están creando el estado natural. Está ahí, por lo
tanto, no pueden negarlo, no estoy yo tampoco, ¿verdad?. Yo soy siempre centro
de atención, pero ustedes están muy atentos, están muy expectantes, están demostrando
que tienen paz en su interior y que, por lo tanto, no es un subterfugio mental.
Están demostrándoselo a ustedes y, por lo tanto, aquí las palabras ya no pueden
expresar nada más aquí. Es la experiencia que todos ustedes están registrando.
Interlocutora.— Entonces, hay que
aplicar no disciplina sino amor, entonces, cuando a una cosa le aplicas ese
amor y no esa disciplina, ya estás corrigiendo de hecho, ya es nula esa
disciplina. Yo me quiero referir incluso a la pureza. Pero, claro, la pureza, yo
tengo una edad, y aquí hay señoras de mi edad y un poquito más, en que la
pureza sólo era una cosa, entonces, al haber remarcado tanto la pureza en esa
cosa, se han perdido otros valores, y claro, entonces yo creo que la pureza es
como una limpieza interior en todas las cosas Y todo lo que se hace por amor y
con amor, no sé, debe ser muy extraño para que no sea puro. Entonces, ahí está
la pureza, yo lo entiendo así, soy un poquito mayor ¿eh?
(Comentarios de
asistentes y de Vicente “No te voy a preguntar la edad”. Risas)
Vicente.—... estamos en una
edad para saber muchas cosas. Pero aquí hablamos de un estado natural, y
estamos registrando un estado natural y vemos que no es una cosa de la mente;
porque todo está aquí, como decía Madame Besant. Qué falta: la capacidad de
recoger, de registrar, de vivir. Por eso me río mucho, y perdonen esta
impertinencia, cuando se habla tanto de conocimiento esotérico. Yo estoy
haciendo libros esotéricos, pero le pongo amor; es eso, porque si la mente no
puede llevar amor, fracasa. Solamente la mente estimulada por el fuego del
corazón puede llegar a las altas cúspides del conocimiento superior. Si le
falta esta transmisión, esta polarización, la mente solamente es un archivo de
valores caducos, tradicionales, marchitos, con el cual no se puede hacer
grandes obras, es una especie de torre de Babel, que se derrumbará al soplo de
cualquier experiencia trascendente. En tanto que si vivimos suavemente, como el
aire, como las olas del mar, como el viento suave, como el ave que vuela, como
el árbol que florece en cada estación, sin preguntar nada, ajeno a todo, pero
dando su fruto constantemente, sabremos lo que es la paz, sabremos lo que es la
verdad, sabremos del amor, no con palabras sino con hechos. Estaremos
demostrando estas cosas, porque, cuando se habla mucho del amor, el amor ya no
existe, y cuando hablamos de la paz o queremos registrar de una manera
consciente la paz, ya la estamos desvirtuando. Entonces, ¿cómo se establece la
paz en nuestra vida?, viviendo muy suavemente, muy sin alteraciones,
adaptándonos a cualquier situación, como el agua. ¿Por qué?, porque el agua nos
da esta muestra de adaptabilidad, o el viento, o la música. Todo es algo que es
una expresión de la trascendencia, o la ley natural o el sistema de valores
establecidos por la propia divinidad, del cual nos hemos ido apartando a través
del tiempo, hasta quedar convertidos en un ente y no en el propio Dios. Hay
mucha diferencia entre la entidad yo como inmanencia, como libre albedrío, con
el yo trascendente con la divinidad, con el poder que está en todas las cosas.
Y estamos en el centro o a menos del centro buscando este equilibrio. Yo diría,
que dentro de una escala de valores estamos todavía en el centro Ajna, tratando
de reconstruir todo lo que fuimos en el pasado; para mí, hay que ascender de
aquí, hasta el centro Coronario. Por lo tanto, las técnicas —si hay que hablar
de técnicas— deben ser tan completamente diferentes de las actuales que,
naturalmente, hay un esfuerzo considerable de comprensión por las personas que
siguen aferradas a estas técnicas y a estas disciplinas, porque queremos algo
espectacular, como si el Reino de Dios fuese espectacular, a menos que... como
espectacular la obra entera de la Creación. No hablamos de una simple creación
sino de la Creación; siempre hay que hablar en un sentido trascendente, porque
el hábito de hablar en forma trascendente, también atrae por simpatía lo
trascendente, como el hábito de registrar cosas inmanentes, atrae a nosotros el
poder de lo inmanente y, así, a través del tiempo, persisten las luchas
religiosas, las políticas, las económicas y, ustedes saben cómo está el mundo.
Pero, si dentro de este mundo agonizante existen grupos de buena intención, de
buena voluntad, de personas inteligentes, de personas que anteponen el corazón
a toda razón existente, entonces, forzosamente, seremos la sal de la tierra, o
la levadura que hace elevar la masa de la humanidad. Podemos trabajar
conscientemente y seremos discípulos de los Maestros, y los Maestros no serán
para nosotros simples formulaciones mentales, serán hechos evidentes, porque
habremos demostrado que tenemos un contacto directo con la trascendencia de
Dios. Y esto ahora, aquí, no mañana ni después, o en otra vida, porque la
reencarnación es real, pero cuando nos apegamos a la reencarnación porque somos
impotentes para realizar cualquier objetivo decisivo en nuestra vida, estamos
prolongando en el tiempo nuestra propia iniciación. Y hay que decir basta,
ahora voy a empezar de nuevo. Buscad el hombre nuevo al que hacen referencia
tantas tradiciones.
Interlocutor.— Tú ayer hablabas
de la actitud que debe tener el discípulo, su relación vía esos moldes,
técnicas, y que siempre entra en cristalizaciones que se enclavan en el pasado.
Pero, vemos que, por una parte, se siguen utilizando técnicas, la religión, los
yogas, las sociedades ocultistas, las más representativas, por ejemplo, la
Teosófica, la Arcana, los Rosacruces, etc., han utilizado técnicas
planificadas, las religiones utilizan principalmente la oración, y técnicas de
evolución. Pero por otra parte hay otra corriente, cuyo máximo representante es
Krishnamurti, que te habla de una cultura de todo esto y te deja únicamente con
esa mirada al infinito, con esa discriminación continua, que separa lo verdadero
y lo falso en cada instante. ¿No te parece que las dos posiciones son, quizás,
un tanto extremistas, porque la propia Jerarquía aún sigue dando técnicas, dado
que la última revelación que ha dado, de forma más amplia, a través del Maestro
Tibetano, por medio de Alice Bailey, aún utiliza pensamiento simiente, aún
utiliza meditaciones mántricas, aún se siguen utilizando... perfectamente,
meditaciones perfectamente ocultistas, de ascenso... de los chacras, etc., etc.
¿No crees que, quizás, en una armonía, es decir, en una sincronización,
digámoslo así, entre la utilización de técnicas ocultistas —se nos dice que en
la próxima religión universal utilizará profusamente el ceremonial, que se
utilizará el poder del color y del sonido—, o sea, que aún se siguen utilizando
técnicas. Y sin embargo, lo que se nos está dando a través del Maestro Morya,
el Agni Yoga y que se ve, por ejemplo, en el “AUM”, o en “Jerarquía” del
Maestro Morya, o “Signos de Agni Yoga”, ahí ya no se utilizan técnicas, es un
yoga psíquico fundamentalmente, es un yoga de presente, es un yoga de
transmutación, es un yoga de fuego como tú dices en tus libros, pero que una
parte de la Humanidad, aún quizás necesite la utilización de pequeñas
muletas, que quizás, todavía podemos utilizar meditaciones planificadas que nos
aboquen a esa meditación continuada de las 24 horas del que hablas también...
Vicente.— De acuerdo, sí.
Pero en esa armonía... yo no rompo con todas las disciplinas, solamente hablo
de una trascendencia a la cual no se puede llegar con disciplinas. Solo falta
distinguir: ¿qué prefieren ustedes: alcanzar un objetivo, o alcanzar la
trascendencia? Aquí no hay más opción que ésta. Si una persona busca un
objetivo, tendrá forzosamente que buscar una disciplina o una técnica, la religión,
o una meditación, trascendental o no, o cualquier tipo de entrenamiento
espiritual, y no hay ninguna componenda entre ambos extremos, porque la persona
que esté dentro de la inmanencia querrá permanecer creciendo dentro de su
propia inmanencia. En cuanto que la trascendencia no crece con la inmanencia
sino que rompe, quebranta el círculo de la inmanencia, se convierte en la
propia divinidad. Naturalmente, hay técnicas y son necesarias debido al estado
de la humanidad, debido al estado de la mente y porque a la persona le aterra
el misterio de su propia soledad y una técnica es algo que la persona utiliza
como subterfugio para escaparse de su propia soledad. Y, naturalmente, yo hablo
desde el punto de vista de que me he liberado de la técnica y comprendo que hay
puntos de vista, que hay gente que necesita la técnica. Y yo digo, si la
persona busca un objetivo, tendrá que acogerse a una técnica de acuerdo con
este objetivo y, por lo tanto, habrá siempre el riesgo de una lucha entre las
distintas técnicas o entre las distintas disciplinas, porque cada cual estará
creyente de que su técnica es la superior. Y esto ocurre con los ideales, con
los credos, con las religiones. Y es correcto que exista, dado el presente
estado del Kali Yuga de la humanidad. Pero, por otra parte, hay una corriente
acuariana del séptimo rayo —y soy muy específico en esta cuestión— que trae
como consecuencia un ritual al cual no estamos acostumbrados. Y es el ritual
marcado por la expectación serena de los hechos, porque no podemos suponer que
esto... y, por lo tanto, la disciplina que corresponde al séptimo rayo es la
expectación, la atención. Porque, la finalidad del séptimo rayo es reflejar el
primero de síntesis, y ahí hay un misterio, el misterio del Óctuple Sendero de
Buda, que son el séptimo más el uno y aquí hay que extremar mucho, vaciar mucho
la mente para llegar a esta conclusión. Pero, si aceptan que aquí estamos
educiendo una técnica diferente, una técnica que pertenece a la propia
trascendencia y no a la inmanencia del ser, pueden reconciliar esta aparente
paradoja, de que exista alguna persona que precise una técnica o de otra
persona que no precise técnica. Dijimos ayer —insisto—, nuestros tiempos no son
mejores ni peores que los de antaño, son absolutamente diferentes y, como que
son absolutamente diferentes no podemos acogernos a las disciplinas de antaño,
sean del color que sean, y utilizaremos, hoy en día, las fuerzas, digamos, de
la naturaleza que, hasta aquí, fueron un misterio y que forman parte
consecuente del séptimo rayo. Y aquí viene el porqué de los rituales de la
Jerarquía que han cambiado, fundamentalmente, los últimos cincuenta años, a
través del Maestro Conde San Germán. Es decir, soy muy profundo en esta
cuestión, muy drástico, mucho de lo que se está diciendo acerca del Conde de
San Germán es falso. Primero, por qué el Conde de San Germán es actualmente el
Chohan del tercer rayo y, por tanto, lleva en sí cinco rayos más. No puede
estar al alcance de la humanidad su trascendencia, porque se ha convertido, por
una iniciación posterior, en el Mahachohan. No es Chohan del séptimo rayo, sino
que es Mahachohan, que junto con el Manú y el Bodhisattva, o el Cristo, están
llevando el Plan de Dios aquí en la Tierra. Por lo tanto, los movimientos a los
cuales se refiere el Tibetano sobre el “I Am” ¡cuidado¡, el Maestro Tibetano
pone cuidado, en alerta a los discípulos sobre el empleo del “I Am”, o el Yo
Soy, porque dice: el Yo Soy, si no va acompañado de una regla específica, que
se desconoce
todavía, es hurgar dentro de la propia inmanencia y, por lo tanto, no
corresponde tampoco a esta era, porque esta era está marcada absolutamente por
el fuego de la trascendencia. Y hay que abrir nuevos caminos en la mente y en
el corazón y hay que cambiar radicalmente, fundamentalmente, en todas y cada
una de las cuestiones de nuestra vida, si no, seremos soldados marcando el
compás del tiempo y no soldados de Cristo, como es la tradición. Es decir, hay
que ser muy analíticos y, al propio tiempo, muy previsores, y no vamos a dejar
absolutamente todo cuanto hemos conquistado para acogernos a aquello que
todavía no tiene cimientos. Y nadie, que yo sepa, es capaz de vivir sin
cimientos, y esos nosotros los necesitamos; por lo tanto, no rompan rápidamente
con la tradición, si no tienen la mente organizada dentro del punto de vista
cósmico, sino que vayan siguiendo cada cual su propio camino, pero empiecen a
modificar sensiblemente la estructura psicológica interior y empiecen a pensar
en grandes proporciones y en forma cósmica, para alcanzar en cierta medida lo
absoluto de la trascendencia. Y, de esta manera, llegará un momento en que se
darán cuenta que todos los esfuerzos realizados dentro de la propia inmanencia,
dentro de las propias disciplinas, con ese sentido tan crítico y tan puro de
valores, se está convirtiendo, poco a poco, en la propia trascendencia. Porque
no hay que luchar; no hay que romper moldes; hay que examinar los moldes, y el
fuego de la razón hará que los moldes se purifiquen para que puedan contener el
Verbo Creador, que es el significado del Santo Grial. Hay que llegar a la
pureza de la Copa y cada uno de los aspectos de la Copa pertenece a uno de
nuestros cuerpos; es decir, que todo sentido de la inmanencia está en la Copa
del Grial, pero es que la Copa es solamente el soporte de algo superior que es
el Verbo. Así que, cuando hablamos de Santo Grial, cuando hablamos de la Isla
Blanca de Avallón, o cuando hablamos de los Señores de la Tabla Redonda, o
cuando hablamos de los Misterios de Eleusis, o de cualquier religión o de
cualquier creencia, siempre nos estamos refiriendo al trabajo de preparación de
los vehículos para poder penetrar en el Santuario de Shamballa. Shamballa es
realmente el Verbo y el Santo Grial es la obra que realiza cada reino para
poder acoger en su vida el arquetipo de esta fuerza misteriosa del Logos
Planetario. Y ahí estamos para esto, y es otra forma de ver las cosas, porque
por primera vez enfrentamos al propio Logos Planetario, como si fuese un
hermano más entre nosotros y no situándolo allá, en lo inaccesible del cosmos,
porque para la mente pura no hay distancia y la velocidad de la luz es pálida
en relación con la velocidad del espíritu. Por lo tanto, con esta velocidad del
espíritu que es atemporal y que está presente, sin embargo, en este eterno
ahora que estamos viviendo, se está gestando el hombre nuevo, del cual todos y
cada uno de nosotros deberemos ser un día un exponente y convertirnos, así, en
un Testimonio de la Luz y en un Servidor del Plan.
Interlocutora.— Por favor, antes
lo que ha dicho usted sobre las invocaciones del “I Am”, ¿qué quiere decir, que
no se pueden invocar?
Vicente.— Yo no digo nada,
yo digo lo que dijo el Maestro Tibetano, porque si lo dijo el Maestro Tibetano
tendrá un valor, pero si lo dice Vicente Beltrán tendrá otro valor, así que
ustedes verán.
Sra.—(Comentarios
acerca del libro de San Germán)
Vicente.—¿Y quién ha
escrito el libro de San Germán?
Interlocutor.— No se sabe, y el que lo diga no es verdad. No se sabe.
Vicente.— No se sabe quién lo ha escrito.
Interlocutora.— Lo que yo quería
preguntarle a usted es una cosa. Yo practico las técnicas de San Germain
normalmente, y reconozco toda técnica es un arma de doble filo, y que es una
técnica, simplemente, pero claramente, como dice usted para un objetivo. Ahora,
si se utiliza, realmente como una técnica más y, teniendo en cuenta que ese “Yo
Soy”, no va al inmanente, sino que va al trascendente, pues yo creo que,
simplemente, es una técnica más y que no tiene problema ninguno. Cada persona
es un mundo y le va una técnica distinta. Hay quien le va orar de una manera,
hay quien le va meditar de otra y el que vive las técnicas de San Germán,
simplemente como eso, como una técnica más, porque no puede quedarse al aire,
de momento, sino porque tiene que agarrarse a algo, porque no ha llegado a eso
que dice usted de quedarse expectante... creo que son válidas. Por lo menos es
mi experiencia personal.
Vicente.— Y no se puede
llegar hasta Dios sin haber pasado por una técnica de aproximación.
Sra.— Yo lo veo como una
técnica más. Esa es mi experiencia personal.
Vicente.—Le estoy diciendo
que el Maestro San Germán, apoyándose en la fuerza de los tiempos presentes, en
la entrada por primera vez en la historia planetaria de la fuerza de una de las
estrellas de la constelación de Acuario, muy intensa, la que está en el centro
del propio corazón del Logos Cósmico de Acuario, lleva una corriente de
destrucción que ha cogido a Krishnamurti como exponente; además, de ser
Krishnamurti un exponente del primer rayo, que destruye, que quema. Entonces,
habrá personas que podrán acoger sin peligro la fuerza esta del fuego eléctrico
iniciador y se podrán liberar de alguna técnica, o, tal y como usted decía,
podrán hacer cósmica esta disciplina, porque su objetivo será cósmico. El
peligro está en que no se haga cósmico, sino que se haga particular e
inmanente, porque no podemos ir contra nada, porque es luchar y luchar es dejar
de ser perfecto. Entonces, no es que vaya contra ninguna disciplina, estoy
diciendo que hay una forma de disciplina que está más allá de la disciplina
conocida. Yo le llamo expectación. Hay una cuestión demostrable, existe en
ustedes esta fuerza, por lo tanto, si se puede lograr un silencio, no
provocado, sino que, la atención, la expectación, ha creado o ha descubierto
dentro del corazón un área desconocida y que, en esta área desconocida se gesta
la plenitud del ser, o la paz, de la cual estamos tan carentes. Entonces, hay
que aceptar como hecho, no como una simple teoría, porque yo puedo hablar de
muchas cosas, y hablar contra la técnica y qué... Estoy demostrando que existe
algo más que la técnica conocida, porque no me atrevo a decir que no sea una
técnica, iniciática quizá, pero una técnica, una técnica desconocida por
completo en los anales históricos del planeta, porque como estamos viviendo una
época tan diferente de las demás, hay que acoger las formas diferentes. Y ésta
es una forma diferente, pero ¿qué tendrá de belleza esta forma que nos permite
estar unidos espiritualmente?, aparte de la disciplina de cada cual, lo cual
significa que en el fondo del corazón está demostrando la trascendencia y la
inmanencia deja de tener su lugar. Y, después, cada cual continua con su
técnica, haciéndola lo más cósmica posible.
Interlocutora.— Don Vicente. Lo
que usted está hablando entra perfectamente, encaja perfectamente con el Zen.
Vicente.— Quizá sí, no he
leído nada del Zen, pero es posible. Porque todo está unido y compenetrado. Yo
creo que llegará un momento en que todas las religiones y todas las creencias
se hermanarán en un punto de síntesis, una zona, digamos, del universo, en el
cual exista una comprensión superior, en el cual todos los conocimientos se
refunden, no para crear una cosa nueva, porque todo está hecho, como se dice,
bajo la capa
del sol, sino como trampolín para captar arquetipos. El arquetipo de la verdad,
por ejemplo, que pertenece a la orientación mental de nuestros días; el
arquetipo de la bondad, que desconocemos en el fondo del corazón y la belleza,
que corresponde al cuerpo físico con el equilibrio de emociones. Todo esto,
naturalmente, es un constante devenir, está llegando a nosotros, o nosotros
vamos llegando a estas cosas y ya están presentes por doquier. Es decir que,
cuando la Jerarquía, a través de una multiplicidad de discípulos mundiales, vio
el programa organizador de las nuevas energías, lo primero que planeó —y esto
posiblemente lo sabrán— es dar un conocimiento exacto del mundo dévico, porque
los que forjan el destino de la Humanidad, es la reacción inteligente del
espacio, que yo llamo devas, ustedes también los conocen bajo el nombre de
ángeles, pero que es un momento cumbre porque los ángeles están infiltrando
nuevos elementos químicos dentro de la naturaleza. Y aquí hay que hablar mucho
del secreto del átomo de hidrógeno, que dejaremos para otro día, porque es
demasiado complicado quizá, pero en el cual se basa el fundamento de la Nueva
Era. Cuando el cuerpo de todas las personas, por obra y gracia de la
trascendencia, están eliminando los átomos pesados y entra una considerable
cantidad de átomos de hidrógeno dentro del compuesto celular. Y de esto se dan
cuenta ustedes, porque una de las bases para que exista expectación es que
exista cantidad de estos átomos de hidrógeno, con sus dieciocho anus en su interior
y también hablaremos de los ángeles cualquier día, porque es tan bella la
creación y sabemos tan poco de ella.
Pero, si existe expectación, si existe silencio y si existe
paz, es porque hay una gran cantidad de átomos de hidrógeno en nuestro compuesto
celular y que nos va liberando poco a poco de la pesadez de los átomos pesados
que pertenecen al pasado. Estamos transformando nuestra vida en términos de
resolución, en términos de creación, en términos de síntesis. Ahora, síntesis y
expectación son la misma cosa; no hay nada entre el observador y lo observado,
entre el objetor y el objetivo no existe nada... ¿qué existe entonces, de esto
que llamamos nada? Existe la presencia de Dios, que es, virtualmente, lo que
está persiguiendo el hombre desde el principio de los tiempos. Luego, cuando se
dice: el Yo está en nosotros, de acuerdo; o yo tengo la verdad o la verdad está
presente en todas las condiciones sociales, o que hay belleza por doquier. Sí,
lo que pasa es que todavía no las hemos descubierto en nuestro corazón, y
menos, no las hemos podido expresar en forma de experiencia social y, por lo
tanto, vivimos ausentes del mundo que nos rodea, lo cual significa que no
tenemos expectación y que la expectación requiere un grado de atención hacia
todos los problemas sociales, ante todos los problemas políticos y económicos y
religiosos del mundo, situándonos en el centro en el cual no existe ni
aceptación ni rechazo de valores, sino que exista simplemente una perfecta
adaptación de nuestro corazón al aliento supremo de la vida. Y entonces hay paz
y, entonces, hay santidad y, cuando hay santidad y hay paz qué poco se habla de
Dios. Está. No es una mente lógica que opina o una idea expuesta con más o
menos belleza. Es la plenitud de esta cosa expresada a través del ser humano.
Interlocutor.— Según todo lo que
usted dice, ¿podemos llegar a la consecuencia de que todos estos conocimientos,
tantos libros están dejando de tener actualidad para llegar a ser, por ejemplo,
teorías y los principios de dicta Krishnamurti, lo verdadero, lo más
interesante?
Vicente.— Un libro se
escribe para testimoniar el Dios inmanente. El día que exista solamente el Dios
trascendente, no se harán libros, porque habrá una intercomunicación perfecta
entre los seres humanos, entre sí con el propio Dios y con la propia
naturaleza; porque un libro, como significado inmanente, tiene el poder de
relacionar las inmanencias de todos los seres de la naturaleza con mente para
calibrar estas cosas. Y, naturalmente, en tanto que el ser esté inmerso dentro
de su propia inmanencia, tendrá absoluta necesidad de libros, y no porque yo
escriba libros, no hago la propaganda de los libros, y tampoco el Señor Usía;
se trata de otra cosa, se trata de que lo mejor que hay que hacer es lo mismo
que le decía a la señorita, sobre la disciplina, que cada día será más sutil el
libro. Y, naturalmente, como que el libro tendrá que ser más sutil, mas hacia
lo trascendente, tendrá que haber personas dentro del campo expresivo de los
libros que conozca estas cosas, no un comerciante que vende libros, sino una
persona idealista que sepa el libro que conviene en cada momento. ¿Se da
cuenta, cómo el libro, hasta este punto es necesario? Solamente hay una cosa,
que el libro, como nosotros, tiene vida propia y, por su propio caudal de
conocimiento y su propia reacción en el éter, está produciendo un impacto en
las mentes y en los corazones de las personas. Entonces, el mundo irá
reorientándose desde la inmanencia de los libros conocidos, con sus
conocimientos intelectuales, hasta aquellos libros que hablan simbólicamente de
las verdades divinas. Es un proceso que no sabemos cuántos cientos de años
puede durar. Pero es un hecho, como es un hecho que nosotros podemos estar en
paz un día y es porque esta paz existe. No es para nosotros la paz, digamos,
una eventualidad o una emoción, sino que es algo que estamos viviendo.
Interlocutor.— Yo lo que quería
decir es, por ejemplo, Krishnamurti, parece que es el que nos está proyectando
mejor hacia estos intereses que nos estás diciendo. ¿Es válido esto?
Vicente.— ¿Lo que dice
Krishnamurti?
Sr.— Sí, sí.
Vicente.— Krishnamurti,
igual que todos los seres que dan un mensaje, está reorientando a dar un
mensaje trascendente dentro del campo de lo inmanente, y ahí está su
dificultad, porque por su trascendencia, el mensaje de Krishnamurti pertenece a
una era superior, y no todo el mundo puede captar a Krishnamurti. Primero,
porque Krishnamurti no niega, está afirmando en sus propias negaciones. Pero
¿quién será capaz de captar a Krishnamurti en su propia trascendencia, cuando
nos habla, precisamente, del vacío creador? ¿Tienen ustedes una explicación
racional del vacío creador?, porque ustedes dirán: si hay vacío, ¿cómo puede
existir creación? Pero la creación a la cual se refiere Krishnamurti no es una
estructura mecánica, ni es una casa, ni es algo que puede crear el hombre.
Quizá Krishnamurti esté acercándonos a los grandes Arcángeles del Sistema, que
crean más allá de la creación, porque están siguiendo los planes del propio
Logos Solar. Lo que sí puedo decir, es que la obra de Krishnamurti es una obra
iniciada bajo la constelación de Acuario y, seguramente, marcado por esta
estrella dentro de la constelación de Acuario, que imprime este ritmo
trepidante a la mente del hombre de nuestros días. El problema es cómo
reaccionará el hombre a estas fuerzas misteriosas del espacio, y cómo podrá
soportar el peso de su propia responsabilidad, y cómo será capaz de interpretar
directamente la verdad de cualquier mensaje; porque si ustedes lo analizan, lo
que dice Krishnamurti en esta Nueva Era, lo ha dicho Confucio, Lao Tsé, lo ha
dicho Hermes Trimegisto y lo ha dicho Cristo y lo ha dicho Buda y todos lo han
dicho, en su forma específica de adaptación a la mente de aquellos tiempos. Por
lo tanto, lo que Krishnamurti está revelando es una creación dentro de la
inmanencia buscando la trascendencia, porque podemos decir, que Krishnamurti ha
llegado a una eclosión de valores, digamos, trascendentes, que no están al
alcance del hombre que lee sus libros, a lo menos, el hombre
corriente. Porque la persona que comprende a Krishnamurti con un sólo libro de
Krishnamurti tendrá bastante y la persona que lee a Krishnamurti no irá jamás a
verle a sus conferencias. Yo que he estado viendo a Krishnamurti en sus
conferencias y que he estado hablando con él y que me ha dado sus manos, yo le
he visto cara a cara, he visto que es un hombre que huye de la propia sociedad,
porque es un incomprendido.
Interlocutor.— Porque está
atrapado por sus mismos seguidores.
Vicente.—Exacto, ahí está
el problema, ¿cómo un hombre que lleva la trascendencia está rodeado por
personas que no le comprenden?, sus seguidores, y siempre ha dicho: “No me
sigáis, comprended”, y cuando empieza sus conferencias se dirige al público y
dice: “Los mismos de cada día”.
Interlocutor.— Hay una cosa que
me gustaría decir y que es bastante importante. Creo que hay un seguidor aquí
de Krishnamurti, digo que soy seguidor y no está en mí el ser seguidor de nada,
ni apasionado de nada, pero sí que quiero decir una cosa que es muy importante
de lo que acaba de decir, que leyó un libro de Krishnamurti, entonces te das
cuenta de los otros libros lo que son, o sea, lo que usted, tú, acabas de decir
justamente lo de la inmanencia. Krishnamurti, en el año 1946, dando una vuelta
por la India, escribe un libro que se llama: “ La Paz Fundamental”, que muy
poca gente lo puede tener. Yo tuve la suerte de tener uno, porque está
superagotado y terminado, nunca más se editó porque nadie tiene ese volumen
para poder copiarlo, ¿no?. Y realmente Krishnamurti nunca escribe nada, sino
que se toman sus conferencias y se transforman en libros. Y lo que lo
transforman en libros son —y esto lo conozco perfectamente porque es... —, los
que lo transforman en libros son, precisamente, sus seguidores, lo mismo que
pasó con la palabra de Cristo y con la palabra de Buda, y transforman la
virginidad de sus ideales; porque son ideales y, al transformarlos y, no solo
eso, sino que al pasarlo de una lengua a la otra va perdiendo como en la
Biblia, porque así pasó con la Biblia que se escribió varias veces la Biblia y,
claro al final tenemos Biblias distintas, por eso, los grandes hombres, digo
hombres, ¿eh?, para hablar de Jesús y no de Cristo, para hablar de Buda, ¿eh?,
nunca escribieron nada, porque siempre tuvieron miedo a escribir exacto. Qué
coincidencia, pero resulta que en este libro, “La Paz Fundamental”, del año
1946, dijo todo lo que él quiso decir y lo que tenía que decir. Y ahí se
terminó; lo que pasa es que no le hicieron caso. Habla del periodismo, ahí en
ese libro, cuando dice que él no puede cambiar la sociedad si no cambia el
hombre; cuando dice que nosotros solamente estamos levantando monstruos porque
creamos fantasmas, porque creamos ídolos. Lo dice ahí, y lo que dice el infecto
que significa la prensa, el periodista, lo dice ahí, que son hombres que se
disfrazan de una cosa, pero, realmente, lo que están es esputando pus. Y ahí lo
dice, en “La Paz Fundamental”, lo que pasa es que después hasta lo hacen comer
mal al pobre, ahora, actualmente, los que lo siguen, están haciendo una
alimentación errónea completamente porque lo siguen atadísimos, y cuando un
hombre es fanático, deja de pensar y se detiene en el tiempo.
Vicente.— Sí señor. Hemos
visto el fenómeno de Krishnamurti, lo he seguido, precisamente, porque me
apasionó siempre la obra de Krishnamurti. Y siempre que hablo de Krishnamurti,
lo hago con toda reverencia. Yo hago énfasis en lo que dice el Sr. Teigas de
que, realmente, a Krishnamurti lo han traicionado sus seguidores. Y que, por lo
tanto, sus libros —naturalmente tienen que haber libros, porque cada persona
precisa un libro determinado de Krishnamurti— y no teniendo esto que es “La Paz
Fundamental”, que como dices está casi agotado…
Interlocutor.— Concretamente yo
no tengo uno, porque me lo prestaron.
Vicente.— Y resulta que me
he dado cuenta de esto viendo a Krishnamurti. La gente que va a ver a
Krishnamurti va a ver un ídolo, y él siempre ha huido de los ídolos y ha dado
la noción: “no busquéis los ídolos, porque los ídolos son de piedra y el ser es
de espíritu”. Pues bien, viendo personas, lo hemos visto, con mi señora,
peleándose para coger un sitio para ver a Krishnamurti, peleándose, tirándose
la americana, la chaqueta, o lo que sea, para poder sentarse allí, como si
Krishnamurti tuviera que darles un mensaje a ellos por estar más cerca. Es
decir, que cómo han traicionado la obra de Krishnamurti, y el Krishnamurti,
pobre Krishnamurti, se siente atrapado por el peso del mensaje, porque es un
fiel receptáculo de esas fuerzas. Además, no sé si conocen la vida secreta de
Krishnamurti, cuando lo estaban preparando, unos y otros, crearon un monstruo
que Krishnamurti superó..., que escapaba a toda la inmanencia conocida. Un dato
solamente: el hombre, habitualmente tiene… —el hombre corriente— el hombre
superior, tiene desarrolladas cinco espirilas dentro de su átomo permanente,
cinco corrientes de vida que llegan al plano átmico, Krishnamurti desarrolló
cuando tenía veinte años la sexta espirila, con el sufrimiento que embarga al
individuo sujeto a esta presión, venga de donde venga. Naturalmente, después
que se apaciguó, después que perdió ya todo el dolor, producto por la quema de
sus centros para transformar al joven Krishnamurti en el Instructor. Luego, él
mismo desmintió todo, porque vio que había sido un juguete de la tradición, que
se apoderó de su propia santidad para crear un monstruo. Y luego se dio cuenta
del error, automáticamente disolvió la Orden de la Estrella de Oriente, ustedes
los saben, y se erigió por primera vez en hombre libre y, entonces, dio un
mensaje que, naturalmente, por las características de su propia evolución y la
espirila despertada, que no conocía nadie más, sólo los Adeptos, no podía ser
un mensaje comprensible de inmediato para los hombres. El mensaje de
Krishnamurti será conocido dentro de cien años. Ahora bien, las personas que
vivan expectantes, quizá puedan coger la fragancia del mensaje de Krishnamurti.
Y es un desafío para la conciencia de los que amen el mensaje de Krishnamurti,
porque no me atrevo a llamar seguidores, porque los seguidores son los que le
han traicionado, porque no lo han comprendido, y han creado una forma
“idealística”, sobre la cual han edificado una serie de teorías que han venido
siempre distorsionadas por su falta de creación mental. Krishnamurti nos ha
estado hablando de la expectación y yo, humildemente, recojo el legado de
Krishnamurti y lo hago más extensible para desvirtuar, no su mensaje, que ya de
por sí es purísimo, sino la obra de los seguidores de Krishnamurti. Y no puedo
hablar de ningún mensaje esotérico sin hablar de Krishnamurti, porque, para mí,
Krishnamurti es el más esotérico de los nacidos hoy día, aquí, en cuerpo
físico, en el planeta Tierra. Por su cualidad de instructor que se ha hecho a
sí mismo, que ha pasado rápidamente de la inmanencia a la trascendencia en
solamente una vida, cuando pasar de la inmanencia a la trascendencia precisa
dieciocho millones de años. ¿Se dan cuenta el porqué Krishnamurti ha sufrido
tanto?, y cómo debemos reverenciar el mensaje de Krishnamurti y de ver, con
fruición, cada una de sus palabras y sus ideas, porque está hablando de la
fuerza de Shamballa para el próximo devenir, para el próximo siglo.
Interlocutor.— Y no pasará con
Krishnamurti como el paisaje y el pintor...¿No pasará que vemos el paisaje
cuando lo queremos traspasar a una tela, en donde el amarillo no es el amarillo
y el rojo no es el rojo...?
Vicente.— Es posible. Es muy
posible. Es la tragedia de Krishnamurti. Es... no me atrevo a decir karma, pero
hay un karma en esto, el karma de haber atentado…, no él, los demás, la fuerza
de la naturaleza. Pues si a cualquier ser humano de gran categoría espiritual,
tiene en su desarrollo cinco espirilas del átomo permanente –hablaré un día del
átomo permanente, naturalmente-, entonces, existe un peligro para la propia
estabilidad, porque Krishnamurti jamás ha estado bueno, siempre ha estado
enfermo Krishnamurti. Y es debido, precisamente, a que lo estaban preparando,
masificando de energías, que casi no podía contener. Y el que ha leído la
biografía de Krishnamurti, dentro de las pocas cosas que hay allí que pueden
ser realmente registradas como ciertas, lo que sí hay de cierto, es que
Krishnamurti fue educado severamente bajo las normas de la Logia Espiritual,
queriendo buscar el tabernáculo del Cristo en un ser que, a los doce años, ya
tenía la segunda iniciación. Naturalmente, para llevar el Cristo en su interior
—tal como era la preparación de Krishnamurti— tenía que haber llegado a la
cuarta iniciación, como llegó Cristo-Jesús, de Nazaret.
Así que, pobre Krishnamurti, ha sufrido mucho, su mensaje es
una realidad y nosotros que podemos contemplar en su obra y en su vida en
ciertos momentos, sabemos lo mucho que ha sufrido y lo mucho que debe sufrir
actualmente, porque el círculo de sus seguidores lo han dejado aislado del
mundo de la trascendencia que él mismo está creando o ha creado en su interior,
y no puede participar al mundo. Y Krishnamurti solamente puede decir lo mismo
que dijo ya en “La paz fundamental”, que no puede pasar de aquí porque nadie
podía comprender a Krishnamurti, porque no hay palabras para expresar la paz,
como no hay palabras para explicar la propia expectación, que es una forma de
expresar la trascendencia. Y, no obstante, si estamos aquí y en un momento
determinado dejamos de hablar, se está produciendo la trascendencia. Y esto es
un hecho, no es un razonamiento mental ni es una ilusión, ni un vano
romanticismo. Si sentimos la paz y la expresamos, realmente estamos viviendo en
la trascendencia. Por lo tanto, quizá, muchas de las energías que movió el
mensaje de Krishnamurti, están presentes como células vivas en el centro de la
humanidad, provocando esta sal en la Tierra…
Conferencia de Vicente Beltran Anglada
En Madrid 22 de febrero de 1981
Digitalizada por el Grupo de transcripción de (G..T..C.) 29 de
Mayo de 2007
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