Centro de Kabbalah
La porción de esta semana se llama "Bamidbar" en el desierto.
Hasta ahora la historia
literal de la Torá estaba muy emocionante, la creación del mundo, los
patriarcas y sus aventuras, la entrada y salida de Egipto, milagros y
maravillas por todos lados. Ahora llegamos al desierto.
Los kabbalistas explican que el hebreo y el arameo son dos idiomas de poder que pueden ayudar a conectar nuestra alma, pero también
pueden ayudarnos a entender mejor la vida. Una de las maneras en las que entendemos la vida más profundamente es al relacionar las palabras que tienen el mismo valor numérico.La palabra
"Desierto" tiene el mismo valor numérico que la palabra
"Avraham", lo que nos dice que en ese momento del año, ese periodo,
mientras leemos el libro de Bamidbar, es el momento de ser como Avraham.
¿Cómo era Avraham?
La Torá comienza la
historia de Avraham diciendo que su padre era un Adorador de Ídolos, y adorar a
los ídolos no es algo que sólo se limite a hacerle reverencias a imágenes o
estatuas. Adorar Ídolos significa cualquier forma de buscar satisfacción en
cosas externas, cuando aceptamos el crédito por el bien que recibimos, esto se
considera adoración a un ídolo porque olvidamos que la única fuente de bien y
bendiciones es la fuerza universal que llamamos La Luz. Así que decimos que
adorar un ídolo es la idea de no ser espiritual, ser una víctima, ser adicto a
las percepción que otros tienen de nosotros, estar deprimidos, ser reactivos.
De ahí fue donde vino Avraham.
Luego la Biblia dice
que Avraham superó todo esto. La máxima expresión de esta superación fue cuando
se le dijo a Avraham "Lej Lejá", Dios le dijo a Avraham que
abandonara todo. TODO. Él tuvo que abandonar a su familia, su casa, su ciudad,
todo lo que conocía tuvo que dejarlo atrás. ¿Para ir a dónde? Dios no le dijo,
él sólo le dijo que fuera a donde él le indicaría.
Por cierto, esto
ocurrió cuando Avraham tenía 70 años de edad.
Estamos hablando de un
anciano de 70 años de edad, sin hijos, que todavía vivía con su papá, cuya
familia era negativa, egoísta y adoradora de ídolos; que tuvo que dejar todo lo
que conocía y empezar a dirigirse hacia lo desconocido.
Y Avraham lo hizo y
permaneció el resto de su vida compartiendo con todos con los que se cruzaba.
Durante este periodo de
tiempo, mientras leemos el libro de Bamidbar, Números, tenemos que
tener en mente a Avraham, porque en el trabajo de Avraham podemos encontrar la
pista de lo que tenemos que hacer para obtener lo mejor de este periodo de
tiempo.
Este es el momento de
tratar de ser como Avraham, en ser como un desierto, en dejar ir el enfoque
excesivo en uno mismo y toda la depresión.
Todo el punto del
desierto es ayudarnos a conectar con nuestra alma. El verdadero trabajo del
alma no es pensar que soy alguien, así que debemos borrar la idea de la auto-
importancia y con ello conseguiremos conectarnos con nuestro verdadero poder.
La razón por la que no
estamos felices por dentro es porque todo el tiempo nos preocupamos por nuestro
ego, por nuestro estatus.
Este es un momento para
estar ocupados ayudando a otros y estar alertas de que nuestro ego intenta
distraernos con nosotros mismos. Comienza a verte a ti mismo como un sirviente
que vino aquí a dar y a servir a otros y no necesita reconocimiento porque está
haciendo su trabajo.
¡Qué tengas una semana
fantástica!
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