José Luis Stevens
Desde la primera llegada de la humanidad a este planeta hemos estado aprendiendo cómo controlar, bueno, todo. Los primeros humanos se beneficiaron aprendiendo a controlar cómo abordaban su medio ambiente, cómo distribuir semillas para multiplicar sus plantas favoritas para cosechar, cómo apartar animales de los acantilados, para tener carne garantizada, cómo almacenar alimento para el invierno, cómo controlar a los roedores y pestes que destruirían sus almacenajes, cómo construir refugios para controlar el exceso de calor, lluvia, nieve y demás. Aprendieron a controlar su respiración para apuntar perfectamente con arco y flecha; aprendieron
cómo estar en silencio y cazar contra el viento de los rebaños, y otros innumerables métodos para controlarse a sí mismos y sus condiciones ambientales para mayores probabilidades de supervivencia.A
medida que los humanos progresaban, sus esfuerzos para controlar continuaron y
se fortalecieron. Aprendieron a controlar masas de agua con represas, a desviar
corrientes de agua para regar sus cultivos, a acceder al agua por medio de
pozos, desarrollaron fortalezas para controlar a los hostiles y brindar
seguridad a su gente. Aprendieron a controlar la expansión de sus vecinos y la
invasión de ejércitos desarrollando armas avanzadas que eventualmente
condujeron a controlar por medio de sus propias invasiones y dominación de
imperios siempre en expansión. Aprendieron cómo ganar mayor control extrayendo
elementos y minerales de la tierra que se convirtieron en espadas y
maquinarias, aprendieron a controlar el fuego, y luego la electricidad.
Más
recientemente, los humanos han aprendido a controlar máquinas de viaje espacial
y las condiciones extremas y hostiles del espacio. Hemos aprendido cómo
controlar las condiciones para desarrollar medicinas para controlar la presión
sanguínea, diversos órganos del cuerpo, enzimas, virus, bacterias, y una lista
interminable de condiciones biológicas. Hemos aprendido a controlar estructuras
atómicas y subatómicas, a hacer nuevos metales más livianos, baterías, chips de
computadora, etc. Desarrollamos el dinero y medios de intercambio y pasamos
décadas monetizando todo y buscando cómo extraer más dinero de casi todo lo que
hacen los humanos. El comercio mundial, nacional, y los sistemas económicos del
mundo son constantemente manipulados para obtener control sobre la riqueza y la
pobreza.
Parecería
que la nuestra es una historia de desarrollar control o tratar de controlar
casi todo lo que contactamos, y esto significa que todos y cada uno de nosotros
está programado y condicionado para ver al mundo a través de los ojos de cómo
controlarlo. Ciertamente hemos aprendido y durante miles de años hemos
intentado controlar a nuestros hijos, nuestros cónyuges, nuestras familias a
través de la manipulación, transacciones, medios sutiles y no tan sutiles. La
mayoría de las mujeres han aprendido a controlar a los hombres simplemente
observando qué los motiva y qué quieren más que nada, que es usualmente sexo,
poder y libertad. A través de transacciones sutiles o no muy sutiles, cambiando
orgasmos por seguridad, influencia, o acceso a las finanzas, las mujeres se han
arreglado para esquivar la dominación total a través de la historia. Algunas
mujeres se volvieron sumamente poderosas e influyentes usando los poderes del
control para llegar a la cima. No es necesario decir que muchos hombres han
hecho lo mismo pero por medios levemente diferentes.
Los
hombres han aprendido a controlar a las mujeres observando sus rasgos y viendo
qué es más efectivo para manipularlas. En muchos casos este control viene bajo
la forma de una dominación física y emocional, que a veces toma la forma de
abuso psicológico, erosionando la confianza de la mujer en sus propias
observaciones y visiones, en un intento de mantenerla bajo el control del
esposo. Los hombres se controlan uno a otro a través de transacciones que
amenazan las ambiciones del otro o su seguridad. Esto se ve mejor en las
actividades de los capos de mafia y sus secuaces. Estos son solo unos pocos
ejemplos de cómo se juegan estos juegos de control, hay muchísimos.
Por
supuesto, todo esto da lugar a la pregunta: ¿el control es buena cosa, o no?
Ciertamente, el control ha ayudado a la humanidad no solo a sobrevivir sino a
prosperar en el escenario del mundo. Pero ¿dónde termina la ventaja y empieza
la desventaja? ¿Cuándo se desea tanto
querer el control que resulta en perder destructivamente el control? ¿Las adicciones no son todas realmente un
resultado negativo de humanos super controlados que tratan de probar que ellos
son realmente los que controlan, cuando no es así, o se rebelan contra el
exceso de control de sus vidas? Los
estudios de la salud mental muestran claramente que las personas que están
excesivamente controladas emocionalmente, son las más peligrosas entre nosotros
o bien las primeras en quebrarse bajo un estrés extremo. ¿Las personas adictas a controlar a los demás
no se inclinan hacia el fascismo, la autocracia, el autoritarismo extremo? ¿No
hay muchos ejemplos de la escandalosa destructividad de esos tiranos,
dictadores y mafiosos mundiales? La gente
muere bajo su dominación por millones, a través del genocidio, la tortura, el
encarcelamiento, la desaparición, el hambre y el descuido.
Miremos
más de cerca a la pregunta sobre el control positivo y el control negativo, En
una operación de minería, un inspector investiga los túneles para evaluar el
potencial de derrumbes y otros peligros en un entorno inherentemente peligroso.
Por medio de observaciones cuidadosas y pruebas, el inspector pide soportes en
ciertas ubicaciones, y evalúa más aún el potencial de pérdidas de gases
venenosos y de inundación. Esto no se
hace por miedo, sino por prudencia para evitar pérdidas de vidas, demoras y retrocesos
en la operación. El investigador hace recomendaciones para controlar esas
posibilidades y son seguidas con la esperanza de resultados positivos. Se agrega infraestructura para impedir que
los techos cedan, se agregan ventilaciones para eliminar gases tóxicos y se
colocan bombeadores para un caso de inundación. Estos controles son todos
buenos, basados en observaciones neutrales, no provienen de la inseguridad sino
de decisiones pro activas. Sin embargo, no todo funciona de esta manera, porque
el mayor problema humano es el miedo.
En
todos los casos, verás que se producen resultados desdichados cuando el motivo
es el miedo, no la prudencia normal.
Todos los tiranos y dictadores son matones miedosos, totalmente
inseguros, narcisistas y sociopáticos. Por lo tanto, todo lo que sale de ellos
es dañoso y destructivo a largo plazo.
¿Por qué? Porque su motivación siempre es controlar a los demás y a las
situaciones, debido a la paranoia por su propio sentido de seguridad. Cuanto
más poder e influencia obtienen, más paranoicos se vuelven, y más deficiente se
vuelve su juicio, hasta que chocan y se queman. Nunca deja de destruirlos al
final. Ahora los gobiernos, las estructuras corporativas, los partidos
políticos, las religiones y cualquier estructura jerárquica de arriba a abajo
suelen ser extensiones del tirano, de modo que podríamos decir que la cultura
se vuelve tiránica, o la corporación se ha vuelto así, o el partido
político/culto/religión, sostiene las visiones tiránicas. Siempre se puede
rastrearlas hasta un humano, defendiendo ciertas creencias, sentencias, deseos,
etc. Y estos siempre están basados en el miedo. Entonces, el miedo determina
cuándo el control va mal y cuándo es simplemente un instrumento pragmático para
resolver problemas. Miremos a verdades más profundas que involucran el control.
En primer lugar, en verdad, tener control es un mito de proporciones
gigantescas. No hay control, ni siquiera un atisbo de esperanza de control.
Hablé con un amigo mío, Laurie Skreslet, un alpinista del Everest, sobre el
riesgo del alpinismo, y él me dijo: “La estrategia es estudiar todos los
riesgos y luego reducir el factor de riesgo conociendo sus peligros, tomando
cuidadosa nota del clima y las condiciones próximas, inspeccionando todo el
equipo múltiples veces y teniendo protocolos establecidos para cada situación
posible conocida.” De todos modos puede haber accidentes, incluso desastres.
Ese es el nombre del juego.
Uno
nunca conoce todos los riesgos, y cualquier cosa es posible. Eso es la vida
misma. Ningún sistema es a prueba de tontos.
Puede ser casi a prueba de tontos, pero incluso entonces puede haber una
posibilidad en un millón de que no funcione, y a veces ocurre. Un meteorito
puede caer en el lugar más seguro, y destruirlo. ¿Cuáles son las
probabilidades? Minúsculas, pero es posible. ¿Permitimos que esto nos
aterrorice y nos impida dormir de noche? No realmente. Cualquiera de nosotros
no podría despertar en la mañana, pero vamos a nuestros asuntos como si
pudiéramos. En nuestro centro, entendemos que no tenemos control completo y
nunca lo tendremos, y eso está bien para nosotros. Para algunos no lo está.
Entonces, pasan su vida luchando para establecer control completo sobre todos y
sobre todo. ¿Para qué? Para el mito de la seguridad. La vida no es segura para
el cuerpo ni para el ego. La vida es totalmente segura para la esencia. ¿Dónde
está tu lealtad? Eso hace toda la diferencia. Los cuerpos mueren. Las personalidades
experimentan la desilusión y el fracaso. ¿Entonces qué? Así es la cosa, y nunca
será diferente para los humanos, a pesar de todas las fantasías de los
adelantos tecnológicos.
Lo
mejor que podemos hacer es tratar de hacer la vida tan segura y disfrutable
como sea posible para la mayoría de las personas. En este punto de la historia,
la mayoría de la gente tiene algo para comer, refugio, y mejores condiciones
que las que ha tenido a través de la historia. Todavía hay mucho trabajo por
hacer, principalmente tiene que ver con la distribución adecuada del alimento y
los medios, y terminar con las guerras y la violencia que privan a la gente de
seguridad alrededor del mundo. Todas estas guerras son resultado de los locos
por el control, que son miedosos, débiles, y no tienen sabiduría.
Al
preguntar a la mayoría de los maestros espirituales, “¿Cuál es la respuesta?”
Todos ellos dicen, en tantas palabras: “Suelta, y déjaselo a Dios”.
¡Correcto!!! Con nuestro condicionamiento y programación colectiva sobre la
importancia de tener control, eso es un pedido fuerte. La mayoría de las
personas ni siquiera pueden soltar lo bastante su propia mierda, mucho menos
soltar todo su pensamiento, planeamiento, análisis, control, y rehacer la
narrativa del ego una y otra vez para sí mismos. Sin embargo, ese es el
requisito para la paz última de la mente. Soltar todo eso y descubrir el
no-cuerpo que es su verdadera identidad, su línea base en la consciencia, es la
única solución. Nadie (juego de
palabras: no-body, ningún cuerpo; nobody, nadie) no tiene que tener el
control. Nadie no tiene miedo de nada. Nadie tiene que probar nada ante
alguien, ni siquiera ante sí mismo. Qué alivio ser un verdadero Nadie en lugar
de simular un alguien. De hecho, qué tal si el Nadie fuera el nuevo alguien. No,
eso no es posible ni deseable. Pero tal vez Nadie salvará al mundo del exceso
de control, al tener a Nadie para controlar
Al
final del día, todos somos Nadie (ningún cuerpo) Nuestros cuerpos nacen,
viven, y mueren. Somos la consciencia que experimenta tener un cuerpo por un
tiempo, y experimenta no tener un cuerpo antes de nacer y luego de morir. Esa
consciencia es espíritu puro y es la fuente de la única vida que conocemos. No
es para el control; es para la experiencia.
©2023
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Traducción: M. Cristina Cáffaro
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