En un mundo tan convulsionado como el de hoy no encuentro necesidad mayor que estar vigilantes de nuestros pensamientos, sentimientos y acciones. Si nos alineamos con la energía del alma, pensamos en ella, oramos, meditamos, contemplamos, afloran en nosotros los pensamientos positivos, las palabras luminosas y las acciones de buena voluntad. El código del alma va encontrando vías de expresión en este mundo y lo va transformando. Es un servicio a la vida, es la eterna tarea de ser quien eres, es expresar la naturaleza de tu alma solar en cada pensamiento, en cada palabra, en cada acción.
La
vida de hoy requiere que estemos supremamente atentos para poder tener en todo
momento un pensamiento luminoso y un corazón comprensivo, de manera que permita
la entrada de la luz proveniente de las altas esferas y esos centros cósmicos
que emiten su luz sobre nuestro mundo.
Nuestro
Universo es un universo de conciencia. Nuestro Dios es el pensador que con su
pensamiento creó el universo. Toda la creación de nuestro mundo es el resultado
de Su pensamiento dirigido y controlado. Su pensamiento sostenido arrastra
todas las energías hacia una actividad evolutiva y cíclica de acuerdo con el
patrón que El eternamente visualiza. Nosotros, en nuestro mundo hacemos algo
parecido, sólo que muchas veces no creamos de acuerdo con el programa
establecido en nuestras almas sino como respuesta a los estímulos que nos
llegan del medio ambiente y a los patrones de conducta grabados en nuestro
subconsciente, muchas veces heredados de nuestro entorno familiar y cultural.
La
primera lección de metafísica que todos hemos aprendido es que lo que
tú piensas se manifiesta, que tu mundo externo es un reflejo de tu
mundo interno. Todo lo bello, lo bueno y lo verdadero que buscas está
en ti. Eres esa conciencia no local, eterna, luminosa que habita tu
personalidad y trabaja por medio de ella con fines redentores. De la misma
manera que nuestro Logos planetario, el Señor del Mundo, que decidió crear este
planeta con propósitos estrictamente redentores, así tu alma, tu verdadero ser,
Tú, viniste a este mundo a transformarlo, a llenarlo de esa esencia que hay en
ti, que es el amor y la luz de Dios.
Podemos
decir que en la noche de los tiempos el planeta necesitó una luz especial que
permitiera la aparición de una criatura que pudiera reconocerse a sí misma y
reconocer el mundo que le rodeaba. Que pudiera formular pensamientos y
expresarlos a través de la palabra. Que pudiera transformar la sustancia
impregnándola de Luz, encarnando el amor de forma auto consciente con la
capacidad de elegir. En pocas palabras, a imagen y semejanza de su creador. Y
llegaste tú, en la noche de los tiempos, cual Prometeo, trayendo la luz de la
mente y el amor del corazón y te encarnaste en un cuerpo animal otorgándole la
facultad de pensar.
Pero
llegó la Era oscura y el conocimiento de quién eres en verdad se fue
oscureciendo y la conexión con la verdad interna se fue perdiendo y entramos en
el materialismo, que es creernos que somos el cuerpo y sus facultades. Nos
olvidamos del origen y de la verdadera esencia y empezamos a morir. Porque para
el que en verdad se conoce, la muerte es sólo el abandono de un cuerpo, nunca
un fin.
En
este tiempo glorioso que nos ha tocado vivir se levanta una luz en el horizonte
planetario con la capacidad de retirar el velo de la ignorancia que oculta
nuestro origen y nuestra verdadera naturaleza. Pero si nos mantenemos enfocados
en lo que no es un principio, en las sombras proyectadas, retardamos la llegada
de la nueva conciencia, que no es otra cosa que recuperarnos a nosotros mismos,
el ángel solar que vino a redimir este mundo por presencia y por amor.
Si
te embarcas en la propaganda del sistema dominante que se basa plenamente en el
materialismo, en donde el tener reemplaza al ser y lo entretiene con el hacer
para que no se dé cuenta, entonces la vorágine te atrapa y la vida se desplaza
sin trascendencia. Vivamos conscientemente, reconociendo a cada instante la
Presencia de la Divinidad en toda la creación y en especial en nuestro corazón.
Dejemos brillar esa Luz que tenemos dentro e iluminemos el camino de aquellos
que nos acompañan. Y hagámoslo juntos, porque juntos podemos más, porque en lo
profundo de la vida somos Uno. El Alma Humana.
Y
desde esa fuente divina que somos, te invito nuevamente a participar en el
servicio de Llama Violeta que realizaremos el domingo 25 de abril a las 10 am
hora de Miami. Si quieres participar, déjamelo saber.
Un
abrazo en profunda unidad y servicio.
Carmen
Santiago – fdnpcaracas@yahoo.es
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