En otro
artículo llamado La transformadora magia de hacer silencio,
describí mi experiencia mientras tenía una discusión con mi padre cuando yo
tenía 16 años. No hicimos las paces y él murió antes de que pudiéramos
reconciliarnos. Fue una muerte súbita e inesperada. Evidentemente, yo estaba
más que devastada.
Ahora
considero a la Muerte como la mejor “amienemiga”.