¿Por dónde empezamos? El último Cambio sucedió hace 13 000 años. Si tenemos recuerdos de él, o bien han desaparecido para siempre o bien están guardados en la parte del cerebro a la que no tenemos acceso. Sin un marco de referencia para nuestro dilema actual, es como si se pretendiera que improvisáramos nuestro camino a lo largo de una experiencia que parecería requerir un guión y, tal vez, uno o dos ensayos. Si damos por sentado que no es nuestra obligación saber cuál es el plan, sólo podemos imaginar lo peor o tener la esperanza de que las cosas salgan lo mejor posible, y ninguna de las dos alternativas aclara en nada la situación.
Estoy completamente segura de que Dios no colocó todo lo demás en un perfecto orden sin asignarle el mismo orden al mayor momento decisivo de la línea de tiempo universal. ¡¿Hola?! Pensar que no nos queda más que improvisación y tanteo al abrirnos camino a través del mayor espectáculo sobre la Tierra, no habla muy bien del Hombre de Arriba. ¿En verdad podría ser tan descuidado? ¿Se tomaría el tiempo para diseñar todo de un modo tan perfecto y luego, sólo por diversión, omitiría las instrucciones para el último acto? Sencillamente, no tiene sentido. El guión para el Fin de los Tiempos debe de estar escondido aquí por algún lugar.
Nuestros modelos de creencias complican más todavía la resolución de este rompecabezas. Suponiendo que este puede resolverse, debemos considerar que estuvimos viviendo en la oscuridad durante 13 000 años. Nuestras creencias fundamentales se formaron en la ignorancia; niegan la verdad hasta tal punto que para la gran mayoría de la gente resulta difícil incluso verla. Si tiene dudas sobre esto, ¡trate de hablar con un profesor de historia acerca del Gran Cambio y vea qué tipo de respuesta le brinda! Saque el tema con cualquier persona y enseguida lo declarará chiflado.
La mayoría no puede pensar en los Grandes Ciclos, las influencias planetarias, la precesión de los equinoccios o el Gran Cambio de las Eras porque estas cosas no fueron parte del lenguaje común durante mucho tiempo: no tenemos un marco de referencia para ellas. Cuando se debaten estos temas, todas sus implicancias quedan oscurecidas por patrones de creencias que hacen difícil para el individuo promedio comprender su significado.
Y la idea de que los pueblos indígenas podrían estar mejor informados que nosotros de lo que se avecina... ¿Acaso bromea? La noción de que un indio o un chamán de una selva del Tercer Mundo puedan saber más de estas cosas que los pueblos blancos civilizados, educados, plantea un desafío a demasiadas construcciones mentales, demasiados prejuicios y demasiadas teorías consagradas para que sea creíble.
Al salir de nuestro sueño, confrontados de repente con la exigencia de revertir nuestra perspectiva sobre todo, la posibilidad de suplantar 13 000 años de programación podría parecer fútil si no fuera por nuestro antiguo amigo, el centésimo mono. La teoría del centésimo mono proviene de un estudio científico realizado en los años cincuenta. Al observar los hábitos de los monos en una isla de Japón, los investigadores notaron que uno de los primates había descubierto que sus batatas tenían mejor sabor si las lavaba en un arroyo cercano. Otros monos observaron esta conducta y rápidamente lo imitaron. Un número de monos cada vez mayor adoptó la idea, hasta que los monos de todo el mundo empezaron a lavar las batatas sin que nadie se lo enseñara.
Al animalito que había disparado este fenómeno se lo denominó el centésimo mono. Este comportamiento dio lugar a la teoría de que, a medida que los individuos empiezan a sintonizar con cierta nueva concientización o patrón de creencia, se alcanza finalmente una masa crítica o un punto de inflexión. Cuando ocurre ese momento mágico, empieza a regir otra forma de energía, que transmite la con-cientización o creencia a enormes cantidades de individuos de manera simultánea, creando una transformación natural, casi invisible y sin ningún esfuerzo.
Que fuera un mono el que nos abriera los ojos a toda la extensión de nuestra conectividad es irónico y, a la vez, divertido; pero, más allá de cómo nos haya llegado la información, cuando el mono enjuagó la batata se convirtió en la gran esperanza blanca de la humanidad. Actualmente considerada como un axioma en la comunidad científica, la teoría del centésimo mono sugiere que, en cuanto la mente colectiva alcance el punto de inflexión, se podrán revertir instantáneamente 13 000 años de falsa programación.
Tenemos nuestras propias epifanías particulares en ciclos. Una epifanía colectiva parece completamente posible. ¿Qué sucedería si uno de nosotros fuera el centésimo mono? ¿Qué pasaría si un día algo que hacemos en nuestro interior le permitiera despertar al resto de la humanidad? Con ese atisbo de esperanza, el factor de futilidad deja de ser tal. Esto le abre paso a la idea de que, si existe una respuesta, su búsqueda parece tener mucho sentido en este momento.
Los libros de texto no hablan de todo esto. Tampoco lo hacen los libros de historia. Créame, un viaje a la biblioteca no lo llevará demasiado lejos. Embarcarse en esta búsqueda requiere una mente abierta y la disposición a dejar atrás el pensamiento establecido. Cuando salimos de nuestra cárcel mental, nos encontramos en el raro, desenfrenado y maravilloso mundo de los profetas, las visiones y los secretos arcanos, incluso antes de que siquiera nos demos cuenta.
Cal Garrison
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Centro Holística Hayden
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Master Reiki Usui - Master Reiki Karuna - Master Reiki Egipcio Seichim - Terapeuta Holística - Facilitadora espiritual - Numeróloga Evolutiva Humanista.
A través de estas herramientas te encuentras con tu verdadero Ser...aqui estamos....esperando darte la mano.........
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