Por Vicente Beltrán Anglada
El Mago ha de vencer el
sentimiento de orgullo y de ambición. Vemos aquí otra
expresión característica del exclusivismo individual de la que no se libran
siquiera los cualificados discípulos que reciben entrenamiento espiritual en
los Ashrams de la Gran Fraternidad Blanca, pues, frecuentemente y a
medida que crece el impulso espiritual y el yo va ejerciendo cada vez más poder
sobre sus vehículos, el sentimiento de este poder se apodera del alma del
discípulo y la sumerge en unas zonas de ilusión mental y de espejismo astral de
autosuficiencia exagerada, que sutilmente lo vuelven soberbio, egoísta, orgulloso e
intolerante al comparar sutilmente las elevadas zonas de interés mental donde
se mueve con el campo mental corriente de los demás seres humanos. Ahí, en este
punto crucial, es donde el discípulo ha de librar la última gran batalla, la
que decidirá la victoria del Bien sobre el Mal y en donde habrá de gestarse
aquella sutilidad de conciencia que le permitirá “lavar su Espíritu en la
Sangre del Corazón” y vencer las postreras tentaciones
humanas.
En este punto -situado entre las
dos orillas de la separatividad humana- es donde se aquilatan definitivamente
los poderes espirituales del Mago, obscurecidos por el orgullo de
la autosuficiencia y la autoglorificación individual y en donde se gesta la
ambición que dará lugar al estacionamiento del Mago en su camino espiritual,
con la eventualidad de perder de vista la noble y correcta orientación de la
Magia organizada del planeta y de retomar al pasado con el consiguiente
peligro de convertirse en un Mago negro.
El orgullo surgido
en ciertas elevadas etapas de evolución indica, sin lugar a dudas, las últimas
escorias que habrán de eliminarse, los restos de un pasado marchito de los
cuales habrá que desprenderse. Le indicarán también al clarividente iniciado la
localización dentro del aura etérica del discípulo, de ciertas zonas de interés
vital dentro de las cuales no han logrado penetrar todavía suficientemente las
luminosas energías del propósito espiritual, o donde por razones kármicas o
efectos sutiles consubstanciales con la vida personal del discípulo, existe una
acusada resistencia a abandonar determinados hábitos establecidos. Debido a su
extrema sutilidad, es difícil que el discípulo, el aprendiz de Mago, se de
cuenta del orgullo y de la soberbia que van enseñoreándose de
su alma al rebasar ciertas zonas realmente críticas de expansión espiritual.
Solamente el Maestro o algún
discípulo Iniciado dentro del Ashram, podrán indicarle la existencia dentro de
su aura psíquico-física de estos focos de tensión negativa que sutilmente y sin
que se dé cuenta le van apartando del Sendero espiritual, tan cuidadosa y
difícilmente elegido. Le señalan el peligro y al propio tiempo le advierten de
la necesidad de volverse humilde y misericordioso en relación con los demás.
El Mago negro, por el contrario,
encuentra en esta fase de orgullo y de soberbia, el gran
aliciente de su acción mágica, puesto que tales defectos robustecen sus
actividades mágicas en los tres mundos y es más grande su aliciente para seguir
practicando el mal y más poderosa su influencia sobre los seres humanos a los
que ha decidido mantener adheridos a su nefasta aura magnética. Pero, le
predisponen también más profundamente a proseguir en la senda de mal emprendida
que le llevará fatalmente a su perdición espiritual y destrucción causal.
Desde el ángulo oculto, las
fronteras que separan el mago blanco del mago negro son extremadamente sutiles
en ciertas fases de entrenamiento espiritual, al llegar a aquel delicado punto
de tensión psicológica en el que el sentimiento de la propia evolución
alcanzada puede predisponer el alma del discípulo hacia el más temible de los
enemigos, “el orgullo espiritual”, la excesiva confianza en sí
mismo y la devaluación de los méritos de los demás. LaHUMILDAD, el
aspecto positivo de este exaltado estado de conciencia, debe hacer su aparición
cuando más pronto mejor, y es frecuentemente la bondadosa intercesión del
Maestro la que libra al discípulo de este estado negativo deorgullo espiritual,
sometiéndole a ciertas pruebas difíciles en su vida personal o restándole
valores espirituales y poder mágico en ciertos momentos claves de su existencia
kármica, que le mostrarán en toda su desnudez los aspectos negativos de su
naturaleza psicológica.
Estos son, esotéricamente
hablando, casos extremos en la vida de un discípulo, pero que pueden surgir
inopinadamente y como frutos de desconocidas reacciones individuales al Poder
moldeador del Espíritu. La exposición de los mismos debe ser considerada sólo
como una fraternal advertencia para los aspirantes del mundo que recién ahora
están iniciando su trabajo de entrenamiento espiritual como Aprendices de Mago
en el difícil arte de crear.
Ampliando algo más esta idea,
deberíamos añadir que para utilizar correctamente los poderes en el supremo
Arte dela Magia se precisa ante todo lo que místicamente podríamos definir
como “un santo criterio”, establecido desde lo más profundo del corazón,
no solamente “sanas advertencias” intelectuales que no siempre llegan a
penetrar profundamente en los sagrados retiros internos del discípulo.
Como se ha dicho en multiplicidad
de ocasiones, los poderes mágicos no deberían ser utilizados sin haber
adquirido antes la suprema virtud de la Responsabilidad espiritual,
una responsabilidad que tiene en cuenta por encima de todo el bien del
conjunto, el cual exige en todas las ocasiones el sacrificio de la parte,
aquella parte individual de la cual el discípulo es enteramente responsable
ante DIOS y ante su propio karma.
El poder mágico -por muy
desarrollado que esté- dependerá siempre de estas áreas de responsabilidad, de
este supremo tacto y circunspección al utilizarlo. Bien mirado, el desarrollo
de la Responsabilidad debería preceder al del desarrollo de los
poderes psíquicos y mentales de la invocación mágica.
Tengamos en cuenta, además, que
todos los poderes mágicos al alcance del ser humano en esta cuarta Ronda
dependerán mayormente del fuego de la Materia, es decir, de KUNDALINI o
Fuego de BRAHMA, y éste es un fuego sumamente peligroso al que no hay que osar
despertar o desarrollar prematuramente. De ahí el sentido de la espiritual
Responsabilidad al que hacemos referencia. Antes de que ascienda a lo largo de
la columna vertebral y de los conductos etéricos, han de haber sido
convenientemente desarrollados y purificados los centros etéricos de recepción
de la energía, llamados ocultamente “CHACRAS”, y de haber asentado en el trono
del corazón aquel santo criterio que allega estabilidad
emocional, humildad y circunspección mental.
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