Quiero contarles una
historia. Es una historia muy diferente porque no trata de un rey, ni de una
reina, ni de un romance, una victoria o un fracaso. Su finalidad no es hacerte
pasar el tiempo o entretenerte.
Existe una realidad
simple y hermosa, y ésa es la historia más magnífica. Una historia que trata de
lo que existe: esta hermosa creación en un universo increíblemente hostil.
Se nos ha dado la
oportunidad de estar aquí. ¿Es eso bueno o malo? Ésa no es la cuestión. Voy a
poner un ejemplo. Imaginemos que hay un cuadro precioso de uno de los maestros
-árboles, el mar, unas nubes, el sol- pero tú nunca lo has visto. Y un día lo
ves. Pero el cuadro se había embalado mal y rozaba contra la caja, de forma que
los verdes, los azules, los naranjas y los blancos se han mezclado, y ahora
tiene un aspecto raro. Lo único que queda es la firma del maestro. Y piensas:
“¿Él pintó eso?”.
Todo el mundo ve la
realidad distorsionada y se pregunta por qué no es hermosa. En lo referente a
esa cosita llamada paz, me he dado cuenta de que nadie en este mundo tiene ni
idea de lo que es. Ni la menor idea, ninguna, cero, nada. Es tan triste que
casi es gracioso.
Algunos piensan: “La
paz es cuando termina una guerra”. O sea, ¿quieres decir que antes de que
empezaran las guerras había paz, y la paz nos llevó a una guerra? Otros dicen:
“Elimina el hambre del mundo y habrá paz”. Mira, hay personas que pasan hambre
a propósito, intentando perder peso. Si crearas un “detector de hambre” y lo
llevaras por todas las carreteras del mundo, de modo que a cualquiera que
tuviese hambre se le llenara la boca de comida, ¿habría paz? Tendrías más
guerras.
Así que tenemos
conceptos. Es como si tuviéramos una película pasando ante nuestros ojos,
mientras la realidad danza suavemente.
Todo eso tan hermoso
que ves no estará siempre ahí. Lo esencial de este tiempo del que dispones es
la oportunidad de estar vivo, no los pequeños matices de tu vida. Lo importante
no son los giros del circuito de tu existencia, ni todas esas cosas que dejamos
que nos distraigan. La paz existe. Y se manifiesta en el corazón de cada ser
humano. Ése es el único lugar.
No contemples la
realidad a través de los ojos de todas esas fórmulas. Mira a través de esos
ojos tan sencillos que se te han dado, y ¿qué verás? Verás una perfección,
escucharás un ritmo, descubrirás una magnificencia mayor de lo que nunca
podrías imaginar. De eso trata esta historia.
Debido a nuestras
ideas, nos hemos agarrado a un punto de vista tan diferente que somos incapaces
de apreciar sencillamente lo que es, simplemente observar, comprender la
belleza del aliento que viene y se va. Es el acto más sencillo que hay, sucede
de forma natural y su existencia prueba que estás vivo. Ese aliento es tan
poderoso que mientras sucede, todo está bien. Pero si no sucede, la historia
cambia.
El ir y venir de esta
respiración es un regalo. Y, por supuesto, mientras el aliento entra en ti,
todo va bien. Cuando sientes esa sencillez, puedes empezar a escuchar el
verdadero ritmo de tu vida. Puedes apreciar lo que se te ha dado, y la historia
se completará.
Te liberarás cuando
comprendas que no necesitas el apoyo de todas las ideas, que puedes simplemente
estar de pie sobre este puente de la vida, y que es sólido, bueno, fuerte.
Puedes saltar sobre él sin que se caiga. Podrás apreciar su fortaleza. Y
entonces tu corazón se llenará de gratitud por todo lo que se te ha dado. Y
cuando tu corazón se llene de gratitud, tendrás respuestas sin necesitar las
preguntas. Cada vez es mejor, porque no hay límite para ese mejorar, no hay
límite para la capacidad de disfrutar que se te ha dado.
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