por Prem Rawat
Ya estamos en primavera, y la lucha ha
comenzado. Por un lado, el invierno no quiere perder su dominio. Por otro, el
calor del verano quiere irrumpir. Y esto se representa en el cielo, las nubes,
los relámpagos, los arcoíris, el sol. Y en la tierra hay pequeñas plantas
delicadas. Son frágiles. En el último otoño hicieron una apuesta. Pensaron:
“Para sobrevivir al invierno, tendremos que despojarnos de nuestras hojas”. Y
lo hicieron. La apuesta era: “El verano llegará otra vez, y cuando lo haga
podremos echar nuestras hojas y volveremos a estar completas”.
Mi pregunta es: ¿estás preparado para la
primavera en tu vida? Si lo estás, tengo una noticia muy buena para ti: la
primavera ya ha llegado. ¡Todo florece! Éste no es el momento de razonar o
cuestionar o discutir si de verdad ha llegado la primavera o no. No es el
momento de lamentarse de que luego habrá que volver a despojarse de las hojas,
por tanto, ¿qué sentido tiene?
¿Sabes que cada día que estás vivo llega
la primavera? Sí, el dolor también llega. ¿Y qué te dice el dolor? “Hola, ¿no
has sido un poco inconsciente últimamente? Despierta”. Cuando aparece el dolor
la gente piensa: “Echemos un vistazo a esto, analicémoslo”. El dolor no es para
eso. El hecho de que los engranajes chirríen en tu interior se debe a que hay
algo que no va bien.
Como ser humano, tienes un ritmo. Y ese
ritmo dice: “Muévete. Ponte en marcha. Adelante. Muévete. Ponte en marcha.
Adelante”. Muévete. Comprende tu mortalidad y siéntete inspirado para seguir
adelante y no pararte.
Comprende también que una parte de ti es
inmortal.
Eres como un sándwich. Una parte de ti, a
la que has dedicado tanta atención, es la rebanada de pan equivocada. Deberías
haber prestado atención a la otra rebanada, porque ésta se va a desintegrar.
Ésa es su naturaleza. Pero no dejes que eso te asuste. Déjalo que te inspire a
concentrarte en la parte que es verdaderamente deliciosa. Y la inspiración para
hacer eso reside en tu corazón.
Dentro de ti está el tambor que toca el
ritmo de conocer, de comprender, de bailar al compás de la danza de la
comprensión. “Comprendo el increíble regalo que se me ha dado. Comprendo mis
ganas de florecer”.
Lo bueno es que la primavera llegará. Y
cuando veo brotar esas diminutas y brillantes hojas verdes, digo para mí:
“Adelante. Háganlo. No se sientan amenazadas. No se desanimen porque hoy haga
frío. Por muy fuerte que apriete este frío, al final cederá”.
En tu caso, por muy fuerte que apriete la
ignorancia, acabará por ceder, porque el buscador que hay dentro de ti es
más fuerte que la suma de todas las preguntas y de la confusión que hay en este
mundo. Así es el impulso que nace de tu interior. Y es el impulso más bello:
buscar. Si una persona busca, le digo: “Bien. Si buscas de verdad, encontrarás
a quien hará que esa búsqueda tenga éxito”. Se llama la sed, el sediento y el
agua. Debido a que existe la sed, existe el sediento. Y debido a que existe el
sediento, se encontrará el agua.
Algunos pasan por muchas penalidades para
encontrar el agua. Pero se encontrará, porque el agua que buscas está en tu
interior.
No tienes que ir a ningún lugar especial.
No necesitas buscar un oasis, ni un pozo, ni pájaros, ni nada. Estés donde
estés en este desierto, cada respiración bombea el agua más increíble que
saciará tu sed, de día y de noche. Mira dentro de tu corazón y encontrarás la
verdadera esencia de tu vida. Mira en tu interior y encontrarás las aguas más
hermosas. Mira dentro de ti y encontrarás respuestas para las que ni siquiera
tienes preguntas.
Estoy hablando de la pasión y compasión
que hay en este universo y más allá, de la increíble energía que, del polvo,
creó el Sol, la Luna y la Tierra. Partiendo de la nada, crearlo todo. Crear
esta Tierra con techos sin columnas, un alfombrado de texturas maravillosas,
vivo, hermoso, siempre cambiante. Crear una luz magnífica, hecha de todos los
tonos. Crear luces nocturnas que están más allá de nuestra imaginación, la
Luna, las nubes, las estrellas, todo eso. Y para ti, poder contemplarlo, no
sólo verlo, sino admirarlo. Hacer cada uno de los días y que nunca haya dos
iguales; eso sí que es un trabajo de artesanía. Crear los árboles y los copos
de nieve y que nunca haya dos iguales. Y hacer a los seres humanos y que
tampoco haya nunca dos iguales.
Cuando llueva sin cesar, recuerda el
regalo tan magnífico con el que has sido bendecido. Recuerda cuáles son las
posibilidades. Recuerda que tú eres parte de todo eso. No eres algo abstracto,
algo que no sirve para nada y que apareció ahí.
Cuando el trabajo de artesanía es así de
bueno, hay que contemplar y admirar cada una de sus piezas, no hay nada
frívolo. Ni un grano de arena, ni una hoja, ni un copo de nieve, ni una gota de
lluvia están fuera de lugar. Y si aceptas eso, también debes aceptar que tú
tampoco estás fuera de lugar. Observa y comprende la realidad, porque es más
bella que cualquier cosa que hayas podido imaginar. Y a medida que la primavera
llega cada día de tu vida, sin titubear, florece
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