Centro Holística Hayden

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12 de abril de 2016

Una Red Planetaria de Luz

Artículo escrito por Ken Kalb. Traducido por: Gilda y Guillermo Sánchez

Justo en el momento del cambio de Era -cuando la civilización se encuentra en una encrucijada fundamental- surge un sistema de información global capaz de conectarnos en un instante a todos. Al mismo tiempo, la humanidad se halla en un rápido despertar espiritual que ha sido descrito de diversas formas: como una aceleración, una gran catarsis, un resucitar, un bautismo de consciencia. A la Tierra le ha crecido un cerebro, ha expandido su mente y está descubriendo su destino, en una red planetaria de luz. Esta combinación enciende la lámpara de la Esperanza.

teilhardDurante treinta años, un sacerdote Jesuita francés llamado Teilhard de Chardin escribió una serie de obras que fueron la inspiración de la hipótesis de James Lovelock, Gaia: el ecosistema global como un superorganismo viviente cuyo todo es mucho más grande que la suma de sus partes. Él imaginó una etapa de la evolución en la cual una
compleja membrana de información alimentada por la consciencia humana envolvía nuestro planeta y lo cristalizaba hasta formar una “noosfera” (del griego “noo”, mente). Esta membrana del sistema nervioso global, que es biológica, espiritual y tecnológica, en los humanos ha aumentado el número de neuronas y expandido su percepción espiritual, mientras que, en la tecnología, ha generado una electrónica avanzada, ha dado nacimiento a un sistema planetario de pensamiento, a una red global de autoconocimiento, a una retroalimentación instantánea y a una comunicación planetaria. De Chardin pinta este proceso como “un resplandor que se va extendiendo en ondulaciones hacia afuera a partir de la primera chispa de reflexión consciente; el punto de ignición se hace más grande y el fuego se extiende en círculos cada vez más amplios, hasta que finalmente todo el planeta se cubre con esta incandescencia”. La humanidad se dirige hacia un “Punto Omega”, una fascinante convergencia en donde la fusión espiritual y tecnológica de la Tierra y los humanos está dando nacimiento a una consciencia vibrante, que nos conduce a un nuevo estado de paz, de pasión y de unión planetaria.

red-de-luz-tieraDe Chardin, aunque vivió antes de Internet, sin duda imaginó el ciberespacio como el componente tecnológico de la membrana: un vasto sistema nervioso electrónico que rodea la Tierra, mediante una constelación de conexiones de líneas telefónicas, satélites y circuitos de computadora, que se funden en “la unidad viviente hecha de un solo tejido” de pensamientos colectivos. O como lo resumió John Perry Barlow: “El punto de toda evolución hasta esta etapa es la creación de un organismo colectivo de Mente”. Pero De Chardin, ferviente y astutamente insistió: “no se trata solamente de unir nuestras inteligencias o nuestros cuerpos, lo que tenemos que unir son nuestros corazones, la humanidad está construyendo su cerebro compuesto ante nuestros ojos, su Corazón sin el cual no puede alcanzarse la integridad definitiva de su poder de unificación”. Ahora estamos dando lugar a que evolucione una nueva percepción de la Tierra, como entidad consciente unificada con sus residentes humanos, en un despertar en sincronía y sinergia. Estamos haciendo la transición de experimentar a la Tierra como una biosfera física, a conocerla como una noosfera – un organismo milagroso con una mente y un corazón, al igual que con un cuerpo. En esta etapa en la evolución de la consciencia, una humanidad despierta se está fusionando a través de su capacidad de interconexión espiritual y tecnológica, como un nuevo órgano de la Tierra de consciencia espontánea.

Como parte vital de nuestra Tierra viva y consciente, en la esencia misma de nuestra humanidad, reconocemos el Gran Espíritu de unidad y amor que yace en el corazón de prácticamente todas las tradiciones espirituales. Así, más allá de los distintos dogmas o de las diversas creencias, lo que todos compartimos cuando hacemos nuestras ideas a un lado y nos unimos en meditación u oración, es este mismo Gran Espíritu que irradia desde la fuente de nuestra existencia en el centro de nuestro corazones. Aquí nos fundimos en Uno Solo, en corazón, mente y espíritu, como la consciencia vital y transformadora del todo.



La “Internet” (Red Interior)

Los pensamientos tienen alas. Así como siete océanos conectan a todas las tierras de nuestro planeta o el cielo enlaza a todas las regiones de la Tierra, así también nosotros estamos conectados a través de ondas de pensamiento. En el plano interior, todos estamos sutilmente conectados a través de energía en la “Internet”. Debido a que esta energía es invisible, muchas personas no entienden ni aceptan este concepto. Otros, incluyéndome a mí, sabemos cuán poderosa es nuestra realidad interna en la creación de nuestras circunstancias externas.

Aunque operan en un nivel más sutil, las ondas de pensamiento se transmiten conforme a los mismos principios científicos que soportan la transmisión del sonido o la luz, que mueven a los teléfonos, a Internet, la radio, la televisión, los satélites y otras altas tecnologías. El pensamiento es vibración. En su fuente, todos los seres emanan de la fuente de luz más alta y transparente del universo, la mayoría de las personas nos referimos a esta fuente como Dios o Espíritu. En el silencio y en la claridad, aquí todos podemos unirnos en una red planetaria de luz.

El proyecto está fusionando estas dos fuerzas, la espiritual y la tecnológica, en proceso de evolución natural para un propósito más noble y elevado: elevar el campo unificado de la consciencia colectiva de la humanidad. Usando Internet y otras tecnologías convencionales avanzadas para organizar, sincronizar y unificar la belleza, la pasión y el poder ilimitados del espíritu humano, nos proponemos reunir la masa crítica, el número cuántico necesario de hombres en la “Internet” para ayudar a crear el punto mental requerido para que el curso de la civilización humana dé un giro de 180 grados.

Una clave para la familia global entera será que hagamos a un lado las pequeñas diferencias y unamos nuestras manos en el bello espíritu del amor universal. Hoy debemos vivir vidas más grandes que antes. Deben caer muchos muros divisorios y dogmáticos que obstruyen el fluir natural del espíritu.



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Otra clave es que las distintas personas y grupos inspirados que están trabajando en proyectos de transformación para un futuro renovable, sustentable y más brillante, encuentren puntos de conexión que permitan amalgamar y enfocar la energía que los ha inspirado en hazañas unificadas.

Tenemos la necesidad, así como las herramientas, los recursos, el poder y la pasión. Ahora, debemos unir todo y alinearlo conforme al amor universal y a una visión iluminada. El desafío del nuevo milenio será que nos unamos, que abramos nuestro corazón milagroso, que abracemos la unidad de la familia humana y que, con valentía, respondamos a las verdaderas necesidades de la colectividad, con belleza e inspiración.



Una nueva y fulgurante esperanza ilumina el mañana

En “La Tierra en Equilibrio”, inspirado por De Chardin, Al Gore escribió, “armados con tal fe que nos parezca posible re-santificar la Tierra, identificarla como la creación de Dios y asumir nuestra responsabilidad de protegerla y defenderla”.



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Y por primerísima vez en la historia del hombre, la familia humana entera está uniendo sus corazones en una serie de momentos resplandecientes de sintonía colectiva, cambiando para siempre el sentido interior y la visión que tenemos de los demás: ya no extranjeros desconectados y diferentes llegados de distantes tradiciones o tierras lejanas, sino verdaderos hermanos y hermanas con un propósito común, en un Círculo de Vida universal: Una Red Planetaria de Luz.



“Algún día, después de que hayamos dominado los vientos, las olas, las mareas y la gravedad, aprovecharemos para Dios las energías del amor. Entonces, por segunda vez en la historia del mundo, habremos descubierto el fuego” -Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955).

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