La queja es una forma de manipulación, pero eres libre de avanzar más allá de ella hasta alcanzar el siguiente estadio; es decir, el de la percepción y el de llegar a compartir sin manipulaciones. Lo que está en juego no es el que tú compartas, sino la intención subyacente.
Cuando nos quejamos esa acción se convierte en negativa, pero no el compartir en sí mismo. Es la manera en que proyectas o das forma a la acción de compartir, es decir, a la intención con la que compartes lo que está en juego. Antes de compartir, pregúntate cuál es tu intención al hacerlo. ¿Estás pretendiendo con ello alcanzar una respuesta exclusiva para ti? Utiliza esta auto-reflexión como manera de centrar tu actitud antes de insuflar energía a las palabras.
Cuando dependes de otra persona para llevar a
cabo aquellas experiencias que consideras necesarias para tu bienestar, vives
continuamente con el miedo de que dejen de proporcionártelas. La percepción de
que hay alguien más responsable de tus experiencias subyace a una idea
distorsionada de la realidad. Cuando abandonas la posibilidad de juzgar
críticamente tanto a ti mismo como a los demás, tú te alivias. No te quedas
ligado a experiencias negativas resultantes de decisiones tomadas cuando estabas
en período de aprendizaje. El remordimiento es la doble negatividad que
significa perseverarse en la negatividad. Cuando algo te remuerde, pierdes
poder. Si una persona se aflige por las experiencias vividas en la escuela
terrenal, al mismo tiempo que otra es capaz de alegrarse, ¿cuál de ellas es más
luminosa? El corazón que baila es el corazón inocente. Aquel que no ríe es que
se encuentra apesadumbrado. ¿Cuál es más elevado? ¿Quién es más inofensivo?
El más inofensivo es precisamente el corazón
que baila. Ello no quiere decir que no aprendas a partir de lo que has
experimentado y que no lo apliques en todos los momentos en los que realizas
una toma de decisiones. Pues eso no es otra cosa que la elección responsable.
A un alma no se le puede pedir más si estás
haciendo todo cuanto puedes hasta el máximo de tu capacidad y de la mejor
manera que puedes. Eres capaz de ver más allá de las actividades de la
personalidad hasta alcanzar la fuerza del alma inmortal. Eres capaz de entender
qué es aquello que anhela llegar a existir: la salud y
la integración de la personalidad y la evolución del alma.
Tienes la capacidad de reconocer las dinámicas situadas más allá del mundo
físico a medida que van haciendo aparición en el mundo del tiempo y la materia.
Comprendes las leyes del karma y de la atracción y sus relaciones con lo que
experimentas. Eres capaz de ver el papel desempeñado por la elección
responsable y de elegir en todo momento de acuerdo con ella.
La claridad es la capacidad de observar el
alma en acción en el mundo físico. Es el resultado de elegir una forma de
aprendizaje basada en la sabiduría y no en el miedo y la duda. La claridad te
permite conocer a tu prójimo por medio de la compasión y no por medio del
juicio. ¿No ves el karma que otro se está creando a sí mismo cuando se decide
por seguir las corrientes de la ira o la codicia? ¿No has hecho tú la misma
elección? ¿No te has sentido vulnerable? La claridad produce la verdadera
compasión, el entusiasmo compartido con los demás. Permite que fluya la energía
del corazón.
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